viernes, 12 de octubre de 2007

Sobre un artículo de Mikel Azurmendi

ACERCAMIENTOS

Sobre un artículo de Mikel Azurmendi
(iti.088)



En primer lugar, te tengo que reconocer, que no suelo seguir los avatares de lo política doméstica, entre otras razones porque me aburre y porque carezco, aunque parezca mentira, del tiempo suficiente para analizarla a fondo, sin quedarme en los simples hechos, que siempre exigen, para comprenderlos en profundidad, una entrega casi absoluta, algo que desgraciadamente no me puedo permitir en estos momentos. La pasión política de la que hablaba Ramoneda me ha abandonado, al igual que lo han hecho otras pasiones, pero no me quejo, pues aún me quedan algunas, que de forma sorprendente aún logran mantenerme con vida. La pasión política, al menos así la observo ahora, es la madre de todos los sectarismos, de todos los fundamentalismos exclusivistas, que siempre tiende a amenazar y a estrangular a la propia actividad política, pues en todo momento acaba criminalizando al contrario, convirtiendo al contrincante en enemigo, en traidor de la causa.
No soy populista, nunca lo he sido, pues me atemorizan los que utilizan al pueblo para justificar lo injustificable. Sólo me interesan los individuos, los individuos con nombres y apellidos, y más aún mis amigos, aquellos, como diría Carlos Cano, a los que desde lejos se les ve el “plumar”. Por eso, cuando te hablé ayer en mi correo de la gente de la calle, esa que según tú nunca hila fino, no me refería a ese colectivo abstracto al que algunos denominan pueblo, no, sino a personas con las que trato cotidianamente, con las que de vez en cuando, mirándonos a los ojos, hablamos entre otras cosas, incluso de política. A todos, absolutamente a todos les interesa la política, pero les interesa de forma moderada, es decir, sin que la política sea el centro de sus vidas, aunque la mayoría de ellos, como yo mismo, han militado con anterioridad en alguna formación política. Pues bien, a esos amigos, y te hablo de un grupo variopinto formado por veinticinco o treinta persona, a ninguno le quita el sueño la situación política por la que atraviesa nuestro país, entre otras razones, porque este país funciona de forma aceptable, aunque tal afirmación, que yo también subrayo, puede que te parezca inaceptable. Sí, la situación que atraviesa esto que todavía se llama España, y que posiblemente mañana se llame de otra forma, es la mejor con diferencia por la que históricamente ha pasado este país, aunque algunos se rasguen las vestiduras por determinados acontecimientos anecdóticos que de vez en cuando se producen. Por ello, cuando ayer leí en el primer párrafo del artículo de Azurmendi, aquello que decía que estamos al borde del colapso, no tuve más remedio que sonreír, para después escribirte esas escasas líneas, a las que tú me contestaste con tanta pasión y convencimiento.
Acabo de leer el artículo completo del autor de “Todos somos nosotros”, y me da la sensación, de que no “hila nada fino”, que se deja llevar por sus demonios particulares, lo que le hace ser, como tú y como yo por supuesto, un esclavo de su propia historia, o mejor dicho, un esclavo voluntario de su propia historia, lo que resulta mucho más complicado y peligroso.
Comienza nuestro reconvertido activista con una frase que me hizo pararme en seco, a saber, “El estado de derecho ha perdido una importante batalla” afirmación que no me cuadra, pues en último extremo, y sin querer afilar demasiado el lápiz, quien ha perdido la batalla ha sido el gobierno encabezado por Rodríguez Zapatero. El Estado que tenemos, puede sin desembocar en el colapso, soportar la amenaza continua de ETA, de lo que no estoy seguro, es de si podrá aguantar otras lacras que se están enquistando en nuestras sociedad, pero claro, a Azurmendi lo único que le preocupa es lo de siempre, lo mismo que a Juaresti, lo mismo que a otros muchos. El problema, es que los que hemos crecido en el leninismo, aunque unos más que otros, confundimos demasiado frecuentemente Estado con gobierno, sin comprender, porque no nos interesa, o porque cuadra mejor con nuestros argumentos, que el fracaso de una determinada estrategia gubernamental, sea la que sea, no tiene por que acarrear, sobre todo cuando se trata de un tema menor, como del que estamos hablando, el desmoronamiento de una estructura estatal tan sólida como la nuestra. A veces es bueno exagerar, porque de esa forma se subraya mejor lo que decimos, pero tampoco es bueno pasarse, sobre todo, porque hay gente muy sensibilizada con determinados temas, a los que se les puede hacer sufrir sin necesidad.
Con posterioridad, el amigo Azurmendi parece descubrir América, la del norte evidentemente, cuando afirma que la estrategia de ETA no ha sido otra que la de tomarse un respiro, para con posterioridad, ya repuesta de sus heridas, volver a la batalla. Lo creía más inteligente. Él, tan conocedor, al parecer, de lo que ocurre en la trastienda de la famosa izquierda abertzale, debería saber, que en un mundo tan complejo como ese, como lo son todos los existentes, se interponen diferentes escenarios, y que alumbrar sólo uno de ellos, significa no decir toda la verdad, lo que no quiere decir que mienta, sólo que no dice toda la verdad, pues ésta, si existe, ante todo tiene que ser poliédrica, y pontificar así, en un medio tan serio como ABC (diario que mejora por momentos), no es de recibo. Es verdad, en parte, lo que dice nuestro antropólogo en lo referente a que ETA se ha tomado un respiro, gracias al cual ha podido coger fuerzas, pero también lo es, uno también tiene sus fuentes, que dentro de la organización se ha producido una encarnizada batalla (esta gente no puede vivir sin pelearse), entre el sector histórico encabezado por Ternera, más proclive a la negociación y a la tregua indefinida (la edad no perdona), y el de los jóvenes cachorros educados en la Kale barroka, capitaneados estos últimos por el gran jefe indio Txeroki, más proclive a la épica que a la política. Como ha ocurrido en otras ocasiones, esta contienda interna, que al parecer han ganado en primera instancia los indios, provocará una nueva escisión en la organización, que sin duda, conseguirá debilitarla aún más, aunque en principio y desgraciadamente, la sangre nos salpique a todos.
Pero Azurmendi sigue, y como es lógico ataca, antes de hablar de su situación personal (en la que no pienso entrar, no te preocupes), en la actitud mantenida por los socialistas, en el según él, detestable proceso negociador. Con un lenguaje belicoso (propio de individuos como él), habla de la traición que han llevado a cabo los socialistas sobre sus compañeros de “trinchera”, a quienes han querido “matar” para salir solos en la foto. Nuestro ya amigo, el mismo que hablaba con tanto lirismo en “Estampas de El Ejido” (en donde le echaba las culpas de todo lo sucedido a los inmigrantes, sin detenerse siquiera en las condiciones de vida que se les imponía), sigue sin comprender desde su estratificado leninismo nada de nada. Mantener una estrategia política diferente no significa que nuestro contrincante sea un enemigo, pues con esa actitud, lo único que se consigue, es abortar todo debate político.
Desde hace mucho tiempo, estoy convencido que la única forma de acabar con ETA, algo que sólo se podrá conseguir a largo plazo, pasa necesariamente por la aplicación de políticas transversales que consigan su aislamiento absoluto, pero nunca mediante la creación de un frentismo que divida a la sociedad vasca entre nacionalistas y no nacionalistas, o lo que es lo mismo, entre constitucionalistas y no constitucionalistas. La única división posible es la democrática, en donde tienen cabida, hoy por hoy, todas las fuerzas políticas vascas, excepto las colonizadas por los abertzales, motivo por el cual, independientemente a tener siempre, y digo siempre, las puertas abiertas de la negociación, habrá que trabajar para que el bloque democrático, junto a las fuerzas policiales y a la magistratura, acorralen cada día un poco más, a todos aquellos que se niegan a cambiar las armas por la política. En una comunidad escindida como la del país vasco, lo último que se puede hacer, es potenciar aún más esa escisión, pues la tarea debe estar dirigida a fortalecer todo lo que una, dejando en estos momentos de crisis lo que separa, que en el fondo resulta intrascendente para más adelante. Lo que está claro, y eso lo debe entender todo el mundo, es que con violencia, en ningún momento se podrá negociar nada importante, sólo la entrega incondicional de las armas, entre otras razones, porque en un sistema democrático, muy pocas son las cosas verdaderamente importantes que se encuentran en las manos de un gobierno. Cuando la normalización sea una realidad, que aunque parezca mentira no tardará en establecerse, se podrá hablar de todo, incluso de independencia, que si es un clamor, secundado mayoritariamente por la sociedad vasca, el Estado español, sin ningún problema, tendrá que hacerla realidad.
He intentado no entrar a valorar los posicionamientos de las fuerzas políticas mayoritarias, pues tanto el PSOE como el PP, me parece que se están equivocando de forma continuada, lo que puede deberse, entre otras razones, a que ninguna de las formaciones, posee en la actualidad una cúpula dirigente que se encuentre a la altura de la situación.
¿Me decías algo de que existe en la actualidad una alternativa? ¿Te refiere (sin coña) a Ciudadanos, o a la cosa que está intentando articular Savater y que no me has querido explicar en qué consiste?

Sábado, 9 de Junio de 2.007

No hay comentarios: