martes, 23 de octubre de 2007

La ciudad de la nueva economía

LECTURAS
(elo.089)

La ciudad de la nueva economía
Manuel Castells, 2.000
La Factoría

En esta conferencia, Manuel Castells, intenta situar, o mejor dicho delimitar, el papel que van a desempeñar las ciudades en el nuevo periodo histórico que nos está tocando vivir. Mientras que aún, de forma incomprensible, se sigue gastando tinta y más tinta sobre cuestiones tan desfasada como el nacionalismo; mientras que algunos siguen entonando, una a una, todas las virtudes de la patria, la realidad, siempre tozuda, poco a poco va mostrando facetas de su nueva fisonomía. El catalán, que puede presumir de poseer una visión privilegiada de todo lo que acontece, intenta hacer comprender, que el nuevo mundo que se avecina, traerá aparejado una serie de novedades, que pueden convertir nuestros actuales discursos, en sólo pocos años, en papel mojado. La economía, como no podría ser de otra forma, también ocupa para Castells un papel central en los acontecimientos, casi todos revolucionarios, que se están produciendo, pero lo importante para el, lo innovador, no es la economía clásica, sino lo que denomina la Nueva Economía. La Nueva Economía es un concepto, que desde hace tiempo se encuentra bastante manoseado, de suerte que, difícilmente logra alguien definirla con claridad, aunque todo el mundo confirma, que existir, existe. Para el autor, La Nueva Economía, es aquella que se apoya sobre el conocimiento y la información, lo que al profano en la materia no le dice absolutamente nada, siendo una de esas definiciones, que oscurecen más que aclaran. Para colmo, el propio Castells, afirma poco después, que esa Nueva Economía, es sin duda la que en la actualidad, está obteniendo mayores plusvalías empresariales, lo que acrecienta la necesidad de saber, en qué consiste eso que al parecer se contrapone a que la economía clásica. Lo que hoy denominamos economía clásica, es aquella, que se basa en la producción de bienes y equipos, aquella cuyo logotipo, hoy que tan de moda están, sería la fábrica, y más concretamente la factoría fordista. La aparición en escena de la Nueva Economía, no quiere decir, que la otra economía haya desaparecido, ni siquiera que se encuentre en declive, pues entre otras cosas sigue siendo la hegemónica, la que abastece de los productos básico al conjunto de nuestras sociedades. Pero al parecer este sistema económico, si he entendido bien a Castells, que se podría calificar como demasiado pesado, hoy en día no se encuentra, en modo alguno, en la vanguardia económica, pues existe otro más ligero, más postmoderno, que con menores estructuras consigue mayores beneficios. Para nuestro autor, como más arriba comenté, esta Nueva Economía se basa en el conocimiento y en la información, es decir, en la materia gris de determinados individuos y en la tecnología, en la alta tecnología informacional, que consigue conectar a lo largo de todo el mundo, en tiempo real, interrelacionándolos, a los grandes expertos de cada materia, algo que nunca, y esto hay que subrayarlo, había pasado con anterioridad. Estos expertos, si sigo en la ruta adecuada, consiguen en la red, en la red de redes, la información que necesitan sobre las necesidades concretas a cubrir, para después, gracias a ese mismo instrumento, trabajar en equipo, con la intención de tratar de cubrir y de dar respuestas a dichas necesidades. Según lo anterior, esa nueva economía, puede comprender a la perfección, por las informaciones que le llega, de la necesidad que pueda existir en determinada zona del mundo, por ejemplo, de un vehículo utilitario con determinadas características técnicas, puede también, gracias al trabajo de determinados especialistas, concebir sobre el papel dicho vehículo, pero a partir de ese momento, todo quedaría en manos, de las denostadas factorías fordistas. Lo anterior quiere decir, que la nueva economía es ante todo una economía de dirección, que en un mundo como el que se nos avecina, se asentará, sin ningún género de dudas, en nuestras sociedades desarrolladas, mientras que la pesada y contaminante, la que se desprecia por molesta a pesar de ser imprescindible, tendrán que ubicarse en los polucionados países de lo que siempre será el Tercer Mundo, que se está convirtiendo poco a poco, y esto cada día se ve más claro, en el gran polígono industrial de los países desarrollados. La Nueva economía, por tanto, será la economía del Primer Mundo, de ese mundo de cuello blanco y corbata, que hipócritamente se preocupa por la sostenibilidad del planeta, mientras que la otra, será la de los cuellos azules, la de los que por mucho que trabajen, en ningún momento podrán salir de su pobreza de siempre. Esa Nueva Economía de la que habla Castells, al igual que otros entendidos, no es una economía autónoma y diferenciada, no, pues en realidad es la nueva herramienta económica que utiliza Occidente, para seguir controlando y manipulando a su favor la economía mundial, siendo a su vez, el más claro ejemplo de la división actual del mundo, una división cada día más evidente, entre los que han nacido para disfrutar de los tiempos que corren, y los que saben que sólo tendrán que padecerlos.
En este contexto, en donde la Nueva Economía y la de toda la vida se interrelacionan intimamente entre sí, contribuyendo a edificar un mundo cada día más escindido, Castells, se plantea el nuevo rol que tendrán que jugar las ciudades, papel que para él, con toda seguridad será decisivo. La función de las ciudades en la actualidad, está muy por encima del valor que se les atribuye, al ser ellas, y no los países ni las regiones, al igual que ocurría en la antigua Roma, las grandes dinamizadoras de la vida económica y cultural. Las ciudades ofrecen el marco real, sobre el que tiene que desarrollarse la vida de sus habitantes, dependiendo la calidad de vida de éstos, de la calidad de dicho marco. Las ciudades para Castells, compiten entre sí, para atraer tanto a la inteligencia como al capital, siendo su nivel de vida, su calidad de vida, lo que en último extremo las convierten en atractiva, y por consiguiente, en polos de atracción. Según el catalán, esa calidad de vida, que no sólo, pese a su importancia, se apoya en los servicios públicos que ofrecen, sino sobre todo, en las complejas relaciones que en ellas se desarrollan, que tienen la virtud de elevar el nivel de sus habitantes muy por encima de la media, es la fruta que atrae a las mentes mejor amuebladas hacia ellas, lo que a su vez, obliga al capital, al capital de riesgo evidentemente, pues el otro, siempre preferirá estacionarse en mercados más seguros, a asentarse también en dichas ciudades. La ciudad, de esta forma, es algo más, mucho más, que el paisaje que rodea a las relaciones existentes entre la inteligencia y el capital, es la base que sostiene dicha correspondencia, pero no sólo eso, pues para el autor, la ciudad es lo que humaniza dicha relación, la que la moraliza y la baja al mundo de los mortales, con todo el valor añadido que tal hecho aporta.
En toda la conferencia, Castells, no deja de hablar, con ese entusiasmo que le caracteriza, de las virtudes de la era de la información, pero sin subrayar en exceso sus evidentes deficiencias, como pueden ser las asimetrías evidentes que los procesos actualmente en marcha están generando. Se van a potenciar zonas, en donde el nivel de vida va a estar asegurado, mientras que otras, las más, se van a dejar de la mano de Dios, pues se está apostando por un mundo, con el consentimiento de todos los que pueden hacer algo, repleto de reducidos enclaves estratégicos, con unos niveles de desarrollo nunca antes vistos, pero rodeados por un inmenso mar de subdesarrollo y pobreza. Por ello, en lugar de sentirme contento con el mundo que vaticina Castells, como seguro era su intención, termino el texto, mucho más preocupado que cuando lo comencé. No soy pesimista, creo que nunca lo he sido, pero tengo que reconocer, que no me gusta nada el futuro que se vaticina, pues cuando más sé de él, cuando más me hablan de él sus publicistas, más temor tengo ante ese futuro que se acerca, según dicen, de forma inexorable.

Viernes, 29 de junio de 2007

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