LECTURAS
(elo.263)
CON
EL AGUA AL CUELLO
Petros
Márkaris
Tusquets,
2012
De
vez en cuando, sin que se llegue nunca a abusar de ellas, es
recomendable encerrarse con una buena novela policiaca, pues este
tipo de novelas, repito que cuando son buenas, consiguen desintoxicar
y oxigenar al lector habitual, que en demasiadas ocasiones se observa
acorralado, “entre la espada y la pared”, por novelas, que a
pesar de poseer cierta calidad, no consiguen ni tan siquiera llegar a
interesarlo. El género negro tiene la singularidad de “enganchar”
con sus tramas al lector, lo que en muchas ocasiones sirve, lo que no
es poco, para reactivar a aquellos que han olvidado que en primer
lugar la lectura tiene que ser un divertimento, una fiesta, y que en
el momento en que se convierta sólo en un esfuerzo, es conveniente
dejarla a un lado en busca de cualquier otra actividad, que sí
consiga captar por completo el interés de quien se refugie en ella.
Por supuesto que el objetivo de una novela no puede ser sólo el de
divertir o el de entretener, de suerte que si fuera así no tendría
ningún interés, al menos ningún interés literario, pero lo que sí
está claro es que toda buena novela, a pesar de tener necesariamente
todo lo que tiene que poseer, en primer lugar, como paso previo,
tiene que resultar atractiva para el tipo de lector al que va
dirigida.
La
novela negra, aunque muchos traten de extender sus límites, al
comprender el enorme potencial que posee, es ante todo una novela de
género, sabiendo los que se dedican a ella, a la perfección, el
terreno en el que tienen que jugar, y también, los cuatro pilares
sobre los que tienen que apoyarse, además de conocer su función, su
función primaria, que no es otra que la de proporcionar al lector
que se acerque a ellas, mediante una escritura rápida y en principio
no muy elaborada, unas tramas que consigan entretenerlo durante
varias horas. Sólo eso, lo que no es poco, ni fácil por supuesto.
Uno
de los grandes atractivos de este tipo de novelas es precisamente
ese, su aparente sencillez, en donde sólo hace falta zambullirse en
cualquiera de ellas para siguiendo las pautas estipuladas, con sus
diferentes variantes, llegar al esclarecimiento de un extraño
suceso. Por ello, porque la trama casi siempre es la misma, lo que
toma importancia en muchas ocasiones, sobre todo cuando el autor es
de nivel, es el entramado que se elabora, y sobre todo la
singularidad del protagonista de la obra, que siempre, y este hecho
es básico, tiene que poseer una personalidad lo suficientemente
acusada como para llevar de la mano al lector, por las diferentes
pesquisas que realiza para aclarar el hecho al que se enfrenta.
Como
dije antes, el potencial de estas novelas es tan amplio, que muchos
autores, de esos que suelen ser definidos como totales, utilizan el
género negro para afrontar temáticas que le vienen como “anillo
al dedo” a este tipo de novelas, sobre todo para analizar y dejar
al descubierto problemas y desajustes sociales, que utilizando otras
metodologías resultarían mucho más difíciles de afrontar, lo que
no siempre consigue dejar obras redondas, precisamente por el hecho
de haberse recargado en exceso unas tramas que no están ideadas
para ello. La buena novela negra tiene que ser ligera, lo que no
quiere decir que tengan que ser banales ni que necesariamente tengan
que pasar de puntillas sobre la realidad que enfocan, no, pero
tampoco puede cargar las tintas en ello, sólo subrayarlas para que
al lector no se le pase desapercibida. En este hecho, y en la forma
en que el autor desarrolla el caso, es donde se puede calibrar la
calidad de este tipo de novelas, en las que siempre hay que tener
presente que lo primero siempre debe supeditarse a lo segundo, por lo
que el entramado que se cree, por muy elaborado que sea, nunca debe
ocultar el objetivo último de este tipo de obras.
Hace
unos meses me enteré que había un novelista griego que desarrollaba
sus novelas, de temática policiaca, bajo el escenario de la crisis
que vive su país, lo que me obligó a apuntar su nombre, para a las
primeras de cambio, cuando necesitara leer una novela de esas
características, perderme en alguna de ellas, pues para colmo me
habían informado que estaban teniendo bastante éxito.
“Con
el agua al cuello” es una novela que se desarrolla en Atenas, en
donde la crisis que devasta a aquel país se observa a las claras en
la ambientación en la que el autor encuadra el caso que el inspector
Kosta Jaritos tiene que esclarecer, una serie de asesinatos que se
estaban produciendo y que tenían unas peculiaridades especiales, a
saber, que los afectados pertenecían al mundo financiero, y que
todos aparecieron decapitados por un sable o por una espada. Me gusta
el personaje principal de la novela, pues creo que es creíble, que
es alguien normal, sin demasiadas aristas, que encaja bien, sin
rechinar demasiado en el cargo de funcionario que ocupa, y también
el ritmo de la novela, que empuja a una lectura rápida, lo que en
este tipo de obras es esencial. Sin embargo, esa ambientación de la
crisis creo que es demasiado forzada, limitándose el autor a
subrayar el colapso circulatorio que padece la capital griega por las
múltiples manifestaciones que en ella se producen, y a alguna que
otra conversación entre policías en donde se hacía referencia a
los recortes que estaban padeciendo sus sueldos, y poco más, lo que
me ha sorprendido, pues esperaba que el tema fuera tratado con más
sutileza pero al mismo tiempo con mucha más contundencia.
También
me ha parecido demasiado forzado el caso en sí, que no resulta muy
verosímil, pues que un antiguo deportista de élite, que en su
momento fue defenestrado de su actividad por dopaje, realice su
particular venganza sobre miembros de los poderes financieros, al
encontrar en la actividad de estos cierta similitud con la acusación
que le había destrozado su vida como deportista, me parece excesivo.
No
obstante, para calibrar con más conocimiento de causa a este autor,
creo necesario leer alguna novela más de él, pues estimo que tiene
suficientes cualidades para este tipo de literatura, pues como he
dicho, su personaje estrella, el inspector Jaritos, posiblemente por
su normalidad, me ha resultado bastante atractivo. Veremos.
Viernes,
19 de octubre de 2012
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