LECTURAS
(elo.260)
EL
TEMBLOR DEL HÉROE
Álvaro
Pombo
Destino,
2012
Hace
algunos meses me encontré con alguien que se dedica a la crítica
literaria, que creo que sin haber leído a Pombo, o al menos sin
haberlo leído en profundidad, me dijo que el santanderino estaba
acabado, a lo que le respondí que posiblemente, pues sus dos últimas
novelas de importancia, entre las que se encontraba un Premio
Planeta, me habían parecido, a mi pesar, que representaban un
estancamiento, por no decir un paso atrás, en su carrera literaria.
Antes de esa charla Álvaro Pombo había conseguido el Premio Nadal
con su novela “El temblor del héroe”, novela que aunque sabía
que tarde o temprano leería, no tenía mucho interés con hacerme
con ella, pues tenía pendiente la anterior, “La previa muerte del
lugarteniente Aloof”, que a pesar de haber intentado “hincarle el
diente” en varias ocasiones, mantenía aparcada entre los textos
que con seguridad jamás sería capaz de leer. He seguido a Pombo
desde el principio, habiendo disfrutado mucho con algunas de sus
novelas, como con “El metro de platino iridiado” o con “La
cuadratura del círculo”, que en mi opinión son de una calidad
indiscutibles, y que por supuesto son sus mejores novelas, al tiempo
que he observado atentamente su notable evolución estilística, y
también temática, pues poco tiene que ver, por ejemplo, “El héroe
de las mansardas de Mansard” con “Contra natura”, obras que no
parecen escritas por el mismo autor. No obstante esa interesante
evolución se paró en seco con dos novelas, que en buena medida
parecían que le devolvían al mundo originario de sus primeras
creaciones, pero que al mismo tiempo deban la sensación, de que
estaban escritas más de cara a la galería que empujadas por una
necesidad creativa real del propio novelista, y me refiero a “La
fortuna de Matilda Turpin” y a “Virginia o el mundo interior”,
novelas que se apartaban en mi opinión, de forma demasiado forzada y
evidente, de la evolución o de la trayectoria que con naturalidad
estaba llevando a cabo Pombo.
No
soy nadie, por supuesto, para decir lo que cada cual debe escribir,
pero como lector, aún sé apreciar cuando una determinada novela se
asienta en algo, y toda buena novela debe apoyarse en una necesidad,
en la necesidad precisamente de tener que decir algo, y cuando otras,
por muy bien escritas que se presenten, se alzan sobre la
insustancialidad del hecho de tener que escribir necesariamente, por
las causas que sean, una novela. Las dos obras citadas anteriormente
me dieron, o ahora me dan, esa última sensación, las de ser, aunque
me puedo equivocar, novelas de encargo, novelas que a pesar de
contener el mundo Pombo, el mundo que siempre se ha empeñado en
rememorar Pombo, ya no reflejaban los intereses del Pombo actual, que
estoy seguro que están más cerca de “Contra natura” que de esas
dos novelas, diré que ahistóricas y casi impostadas, y como
introducidas con calzador en la trayectoria creativa del autor. Por
lo anterior, y creo que de forma justificada, tenía cierto temor a
enfrentarme a su nueva y premiada novela, entre otras razones porque
me temía encontrar otra novela prefabricada y de ese mismo estilo,
pero, con “El temblor del héroe” el bueno de Don Álvaro parece
que retoma la senda que perdió un día, zambulléndose de nuevo en
otras temáticas, en temáticas que parecen que en estos momentos le
obsesionan más, como es la cuestión del compromiso, del compromiso
con los demás.
“El
temblor del héroe” habla de cómo se deja que alguien se hunda,
cuando se saben los problemas por los que ese alguien atraviesa sin
que se haga nada por evitarlo, partiendo del supuesto, del supuesto
axiomático imperante en nuestro tiempo, de “que si todos nos
comportáramos con un Estado providente, se iría el mundo al
carajo”, como bien dijo uno de los protagonistas de la historia. El
protagonista absoluto de la novela, un profesor retirado, que siempre
se había dedicado a teorizar sobre problemas ontológicos, y que
gracias a esa actividad había logrado justificar su existencia,
comprende en un momento dado que se encuentra solo y suspendido en el
vacío, sin nada ni nadie que llene de sentido su existencia. Cuando
por una serie de circunstancias alguien aparece en su mundo, el joven
Héctor, y le acerca “la vertiginosa existencia sin significado”
que fuera de su vida acontecía y que tanto necesitaba, prefiere,
tapándose los ojos, seguir teorizando desde su narcisista y a todas
luces anémica existencia, que enfrentarse a apoyar a ese joven que
tanto le requería, y que después de varias peripecias, acaba
suicidándose.
A
pesar de tratar un tema actual, de esos que a todos nos debería de
preocupar, el del egoísmo y el de la falta de empatía que todos
cotidianamente mostramos ante los demás, tengo que reconocer que la
novela no me ha gustado, y lo que es más, que no me ha interesado,
no tanto por el tema en sí, sino por la forma en que el autor lo
desarrolla. Pombo en esta ocasión, cosa extraña en él, intenta
con el estilo empleado en la narración alejarse del lector, como
conscientemente hace el protagonista por mantenerse distanciado del
mundo, al utilizar un lenguaje filosófico, o para ser más preciso
excesivamente intelectualizado, de una frialdad a veces excesiva, que
obliga al que lee las páginas de su novela a tener que realizar un
esfuerzo para conseguir terminarla, no ya porque sea compleja la
lectura, que no lo es, sino porque hay momentos en que resulta
aburrida, al carecer en muchas ocasiones de sustancia y sentido. En
la novela no se puede encontrar una pizca de sentimentalismo, de
calor humano, al moverse todos los personajes, excepto Héctor, con
una frialdad difícil de comprender que llega a caer incluso en la
artificialidad, lo que es posible que haya sido la intención del
autor, con objeto de subrayar lo que deseaba exponer, pero pese a
ello, creo que es una novela poco literaria, en la que todo queda
demasiado explícito, lo que fuerza al lector que pase por ella, a
hacer lo mismo que uno de los personajes, a deslizarse patinando
sobre la novela, sin arraigar nunca en ella. Es una novela que no
agarra, lo que tampoco invita a la reflexión sobre el tema que se
expone, es como si estuviera escrita con prisas, lo que la convierte
en una novela más de Álvaro Pombo, en una novela que no aporta
literariamente nada, nada nuevo al menos, a la obra del autor.
Viernes,
28 de septiembre de 2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario