
LECTURAS
(elo.162)
INDIGNACIÓN
Philip Roth
Mondadori, 2.009
Aunque se podría decir, matizando mucho por supuesto, que “Indignación” es una novela menor de Roth, lo que posiblemente sea cierto, pues en muchos aspectos al lector de su obra le podría parecer heredera directa de “Patrimonio”, una especie de copia con menor intensidad que esa magnífica y conmovedora novela autobiográfica, hay que reconocer, que aunque efectivamente se pueda tildar de secundaria, cualquier novela de segunda categoría del norteamericano, ante todo y sobre todo será siempre una gran novela. En “Indignación” aparecen sus grandes temas, sus repetidas obsesiones, como el autoritarismo paterno o el sexo, la muerte, o la eterna subversión ante lo impuesto, así como el esfuerzo como único método para salir de las coordenadas impuestas, por lo que esta novela, que se encuentra fuera de los parámetros que marcaron sus últimas dos obras, también, y por ello, es una magnífica novela de Roth. Todas las anteriores constantes, en esta ocasión se confabulan, unidas a la mala suerte, para que un prometedor joven, tenga que abandonar la universidad para morir en la guerra de Corea. La indignación, la indignación ante las injusticias que observaba y que padecía, hace que el protagonista, en lugar de callar y aguantar todo lo que estaba padeciendo, levante la voz para decir no, hecho que le conduce, en primer lugar a abandonar la universidad que se encontraba cerca de la casa de sus padres, y con posterioridad, y pese a ser un magnífico estudiante, a ser expulsado de la lejana y poco competente universidad de Ohio, en donde se había refugiado, para no tener que soportar las arbitrariedades paternas. Esa expulsión, que pudo haber evitado, en el caso de que hubiera aceptado todo lo que se suponía que tenía que soportar, le supuso ser llamado a filas, y ser ensartado poco después, por una bayoneta china en la lejana Corea.
Roth, en esta ocasión, de forma inesperada, abandona la temática de sus últimas novelas, en las que nos ofrecía, sobre todo en “Elegía” y “Sale el espectro”, la visión de un anciano ante la realidad, de un hombre más cerca de la muerte que de la vida, que pese a todo, aunque ya poco tenía que hacer, se resistía a abandonar todo lo que tanto había amado. Sí, porque en la historia que en esta ocasión nos cuenta, y aunque en principio pudiera parecer lo contrario, el tema no es la muerte, sino la necesidad de luchar contra el destino, aunque se sepa, y el protagonista lo sabía, que en tal confrontación, siempre, siempre se tiene las de perder. Luchar contra el destino es luchar por lo que se cree, por aquello que se considera justo, y oponerse a todo aquello traten de imponernos como normal, pues en caso contrario, nos veríamos abocados a hacer todo lo que los demás desean que hagamos, siendo por tanto, pese a ser un combate desigual, un enfrentamiento necesario para poder reafirmarnos frente a los imperativos de la corrección y de la normalidad imperante. Roth, también en esta novela, apuesta por la necesidad de afrontar, pese a los costes que necesariamente se haya que pagar, la singularidad que cada cual posea, siendo para él, la única actitud que nos puede hacer libres.
La historia es narrada o recordada por el propio protagonista desde la inconsciencia, cuando ya herido de muerte, soportaba el dolor gracias a la morfina que le suministraban en un hospital militar en Corea, y momentos antes de morir, por lo que se lleva a cabo en primera persona, de suerte, que el lector sólo comprende lo que ocurre, cuando a la mitad de la novela el narrador afirma, que se encuentra ya a las puertas del otro mundo.
Como siempre, la narrativa de Roth de es una limpieza absoluta, que puede hacer pensar, a los que se acerquen a ella por primera vez, que se trata de una obra simple, pero su aparente simplicidad, es el producto tanto de su profesionalidad, pues es un antor que pese a su edad no para de escribir, como de su forma de entender la literatura, muy norteamericana por cierto, de crear historias accesibles, que una vez consumidas, puedan sin resistencias, explotar en la mente de cada lector. Roth no escribe por escribir, tal como hacen muchos autores en nuestros días, no lo ha hecho nunca y no lo va a hacer a estas alturas de su vida, ya que no se dedica para sortear el aburrimiento a completar folios y más folios sin finalidad alguna, pues sus historias, siempre tienen un objetivo, una misión que cumplir, que no es precisamente la de sólo entretener a sus lectores.
Bien, una novela más del norteamericano, en la que demuestra que sigue siendo uno de los grandes narradores en activo que existen en la actualidad, en donde deja claro no sólo sus cualidades, pues de nuevo nos regala una obra redonda, pese a que no pueda considerarse ni de lejos una de sus mejores creaciones, sino también la debilidad de la literatura que se realiza en nuestros días, que poco puede hacer, ante la que lleva a cabo un dinosaurio de la creación literaria con Roth.
Jueves, 2 de julio de 2.009
(elo.162)
INDIGNACIÓN
Philip Roth
Mondadori, 2.009
Aunque se podría decir, matizando mucho por supuesto, que “Indignación” es una novela menor de Roth, lo que posiblemente sea cierto, pues en muchos aspectos al lector de su obra le podría parecer heredera directa de “Patrimonio”, una especie de copia con menor intensidad que esa magnífica y conmovedora novela autobiográfica, hay que reconocer, que aunque efectivamente se pueda tildar de secundaria, cualquier novela de segunda categoría del norteamericano, ante todo y sobre todo será siempre una gran novela. En “Indignación” aparecen sus grandes temas, sus repetidas obsesiones, como el autoritarismo paterno o el sexo, la muerte, o la eterna subversión ante lo impuesto, así como el esfuerzo como único método para salir de las coordenadas impuestas, por lo que esta novela, que se encuentra fuera de los parámetros que marcaron sus últimas dos obras, también, y por ello, es una magnífica novela de Roth. Todas las anteriores constantes, en esta ocasión se confabulan, unidas a la mala suerte, para que un prometedor joven, tenga que abandonar la universidad para morir en la guerra de Corea. La indignación, la indignación ante las injusticias que observaba y que padecía, hace que el protagonista, en lugar de callar y aguantar todo lo que estaba padeciendo, levante la voz para decir no, hecho que le conduce, en primer lugar a abandonar la universidad que se encontraba cerca de la casa de sus padres, y con posterioridad, y pese a ser un magnífico estudiante, a ser expulsado de la lejana y poco competente universidad de Ohio, en donde se había refugiado, para no tener que soportar las arbitrariedades paternas. Esa expulsión, que pudo haber evitado, en el caso de que hubiera aceptado todo lo que se suponía que tenía que soportar, le supuso ser llamado a filas, y ser ensartado poco después, por una bayoneta china en la lejana Corea.
Roth, en esta ocasión, de forma inesperada, abandona la temática de sus últimas novelas, en las que nos ofrecía, sobre todo en “Elegía” y “Sale el espectro”, la visión de un anciano ante la realidad, de un hombre más cerca de la muerte que de la vida, que pese a todo, aunque ya poco tenía que hacer, se resistía a abandonar todo lo que tanto había amado. Sí, porque en la historia que en esta ocasión nos cuenta, y aunque en principio pudiera parecer lo contrario, el tema no es la muerte, sino la necesidad de luchar contra el destino, aunque se sepa, y el protagonista lo sabía, que en tal confrontación, siempre, siempre se tiene las de perder. Luchar contra el destino es luchar por lo que se cree, por aquello que se considera justo, y oponerse a todo aquello traten de imponernos como normal, pues en caso contrario, nos veríamos abocados a hacer todo lo que los demás desean que hagamos, siendo por tanto, pese a ser un combate desigual, un enfrentamiento necesario para poder reafirmarnos frente a los imperativos de la corrección y de la normalidad imperante. Roth, también en esta novela, apuesta por la necesidad de afrontar, pese a los costes que necesariamente se haya que pagar, la singularidad que cada cual posea, siendo para él, la única actitud que nos puede hacer libres.
La historia es narrada o recordada por el propio protagonista desde la inconsciencia, cuando ya herido de muerte, soportaba el dolor gracias a la morfina que le suministraban en un hospital militar en Corea, y momentos antes de morir, por lo que se lleva a cabo en primera persona, de suerte, que el lector sólo comprende lo que ocurre, cuando a la mitad de la novela el narrador afirma, que se encuentra ya a las puertas del otro mundo.
Como siempre, la narrativa de Roth de es una limpieza absoluta, que puede hacer pensar, a los que se acerquen a ella por primera vez, que se trata de una obra simple, pero su aparente simplicidad, es el producto tanto de su profesionalidad, pues es un antor que pese a su edad no para de escribir, como de su forma de entender la literatura, muy norteamericana por cierto, de crear historias accesibles, que una vez consumidas, puedan sin resistencias, explotar en la mente de cada lector. Roth no escribe por escribir, tal como hacen muchos autores en nuestros días, no lo ha hecho nunca y no lo va a hacer a estas alturas de su vida, ya que no se dedica para sortear el aburrimiento a completar folios y más folios sin finalidad alguna, pues sus historias, siempre tienen un objetivo, una misión que cumplir, que no es precisamente la de sólo entretener a sus lectores.
Bien, una novela más del norteamericano, en la que demuestra que sigue siendo uno de los grandes narradores en activo que existen en la actualidad, en donde deja claro no sólo sus cualidades, pues de nuevo nos regala una obra redonda, pese a que no pueda considerarse ni de lejos una de sus mejores creaciones, sino también la debilidad de la literatura que se realiza en nuestros días, que poco puede hacer, ante la que lleva a cabo un dinosaurio de la creación literaria con Roth.
Jueves, 2 de julio de 2.009
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