domingo, 9 de agosto de 2009

Las hermanas Grimes



LECTURAS
(elo.159)

LAS HERMANAS GRIMES
Richard Yates
Alfaguara, 1.976

A veces tengo el convencimiento de que nada es gratuito, y que en el fondo, al menos en el plano artístico, no se han producido tantas injusticias como en un principio podría imaginarse. Lo anterior viene a colación, por el hecho, de que en poco tiempo, he leído dos novelas de Richard Yates, un autor olvidado, que ha vuelto a salir a la superficie, gracias a una magnífica película dirigida por el cada día más sorprendente Sam Mendes. Ni que decir tiene, que no había leído nada de Yates, pues ni siquiera había oído nunca hablar de él, por lo que animado por las recomendaciones de un amigo, busqué y encontré las dos novelas suyas, que recientemente se han editado a la sombra del éxito cinematográfico, con la esperanza, de poder encontrar a uno de esos genios ocultos, que debido a su extremada calidad, no habían llegado a conseguir ese éxito de público que sin dudas merecían. Pero no, pues a pesar de ser un escritor interesante, al menos por lo leído, Richard Yates es un novelista de segunda categoría, que ni de lejos puede competir con Cheever o con Roth, ni tan siquiera con el mejor Ford, aunque tengo que reconocer, que sus novelas se dejan leer, al poseer el autor el oficio necesario para ello.
¿Qué quiero decir, cuando digo que Yates es un novelista de segunda categoría? Con una afirmación tan tajante, no quiero decir, ni mucho menos, que el norteamericano no sea un novelista interesante e incluso recomendable, no, pues lo único que deseo dejar claro, para que no surjan malos entendidos, es sólo eso, que Yates es un narrador de segunda fila. Trataré de ir por partes. Siempre he sido de la opinión, de que una buena novela, para empezar, tiene que estar bien equilibrada, mostrando un buen tema, que permita y que incite a la lectura, contada con el estilo que más se adecue al mismo, es decir, aquellas en donde la metodología narrativa empleada, en lugar de mostrarse autónoma, en todo momento se dedique a fortalecer la historia que el autor desea transmitir. Aquí, evidentemente no hay problemas, pues las historias que cuenta Yates, son de una profundidad y de una complejidad que a nadie puede dejar indiferente, al tiempo que, el estilo narrativo que utiliza, de un realismo radical, en todo momento consigue dejar al descubierto el dramatismo de la trama, que es, creo, lo que persigue el autor. Pero el problema, es que hoy en día, lo anterior está al alcance de muchos creadores, por lo que hace falta algo más, un algo más que se encuentra por encima de la historia y de la técnica que se posea para desarrollar un buen tema. Y ese algo más, ese plus o valor añadido, sin querer parecer esotérico, es, sin saber definirlo bien, lo que denomino magia, algo a lo que no todos los escritores, por muy capacitados que se encuentren, pueden acceder. Esto es precisamente lo que he echado de menos en las dos novelas que he leído de Yates, la gracia, la gracia que consigue hacer de una buena novela una obra excelente, de esas, que difícilmente pueden quedar en el olvido.
Yates es calificado como el novelista de la insatisfacción, calificativo que encaja a la perfección con “Vía revolucionaria”, pero creo, que no se adecua a la temática de “Las hermanas Grimes”, pues en esta novela, es el fracaso lo que consigue anegarlo todo, y el fracaso, aunque parezca mentira, al menos hasta que no se demuestre lo contrario, no es lo mismo que la insatisfacción. La novela cuenta la historia de dos hermanas, que desde un principio, desde la temprana separación de sus padres, “estaban destinadas a no ser felices”. Ambas tomaron caminos diferentes, la mayor, Sarah, se casa pronto y tiene varios hijos, pero a pesar de haberle pedido tan poco a la vida, tuvo una vida tormentosa, al ser duramente maltratada por su marido, no encontrando otra alternativa que la de refugiarse en el alcohol. La menor, Emily, gracias al haber podido ir a la universidad, y de haber por ello, llevado una vida independiente, pudo hacer frente a una multitud de relaciones amorosas, no llegando a conseguir nunca la estabilidad emocional que tanto necesitaba, sintiéndose sola y abandonada, cuando rondando la cincuentena, la deja su último acompañante poco antes de perder su empleo. El final de la novela, que puede resultar decepcionante, como también lo puede ser el maniqueísmo con que el autor trata la vida de ambas hermanas, es que Emily, cuando más desesperada se encontraba, regresa, o mejor dicho, es recogida por uno de sus sobrinos, como si el autor quisiera hacer constancia, de que todos los círculos hay que cerrarlos, o que la única solución para el desasosiego es la vuelta a la familia, a la unidad familiar, el único antídoto que al parecer encuentra contra la soledad.
La literatura, la forma de hacer literatura de Yates me gusta; su estilo directo se adapta bien a las historias que desea contar, pero no he logrado disfrutar con su prosa, que siempre he tenido la sensación de que se me escapaba, posiblemente por lo diáfana que es. Yates invita a la lectura rápida, hecho que impide al lector, poder disfrutar con las frases, con las palabras. Es una literatura eminentemente norteamericana, con todo lo que ello tiene de bueno y de mano, muy cinematográfica, en donde dejar buenas imágenes tiene más impotencia que el propio lenguaje. De todas formas, a pesar de que sus obras resultan interesantes, mientras las leía, siempre a una velocidad de crucero bastante acelerada, he echado de menos un estilo más elaborado, es decir, una literatura más calmada y más pendiente de las formas, en suma una literatura más europea. Creo que este tipo de literatura, es la que nunca podrá competir con el cine, pues en el fondo, lo que hace Yates, es cine.

Miércoles, 3 de junio de 2.009

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