viernes, 21 de marzo de 2014

La habitación oscura

LECTURAS
(elo.296)

LA HABITACIÓN OSCURA
Isaac Rosa
Seix Barral, 2013

                        Aunque sabía que tarde o temprano leería esta novela, a la que en compañía de unos amigos asistí a su esperpéntica presentación (se atrevieron a dejar a oscura la sala en donde el propio autor habló de su novela), no tengo más remedio que reconocer que tenía cierto temor a que me defraudara, pues desde hace tiempo estoy convencido, que si en realidad existe un novelista joven, con cualidades suficientes para sustituir, o para auparse y asentarse junto a los grandes novelistas de nuestro país, ese, sin duda, es Isaac Rosa. Y tenía cierto temor, porque como dije en un anterior comentario sobre otra novela suya, existe la posibilidad de que el articulista, el francotirador político en que se ha convertido, uno de los más afamados y leídos en el panorama periodístico actual, se comiera al novelista, una posibilidad que cada día resulta más preocupante, si uno se atiene a su actividad, a su activismo público y político cotidiano. Sí, porque no cabe duda, que el autor de “El vano ayer”, novela que fue galardonada con el Premio, con el prestigioso Premio Rómulo y Gallegos, es conocido sobre todo por su actividad periodística, siendo muchos de sus lectores habituales, los que aún, posiblemente porque no les interese en exceso la literatura, no se han acercado a su obra novelística. Por ello, porque su labor como novelista es menos conocida, aunque sin duda mucho más interesante que la que desarrolla como articulista, se corre el riesgo de que aquella quede eclipsada por ésta, o lo que puede ser aún peor, que quede subordinada, peligro, o peligros que en principio quedan sin poder despejarse tras la lectura de “La habitación oscura”.
                        Hay algo claro, y es que Isaac Rosa es un hijo de  su generación, de una generación muy politizada, que a diferencia de otras generaciones también muy politizadas, bebe del profundo desencanto que les ha ocasionado el sistema democrático “realmente existente”, y de la desconfianza que sienten ante  una clase política que desde hace tiempo no se encuentra a la altura de la función que debe ejercer, pero que en lugar  de caer en la apatía, en el desinterés, como le ha ocurrido a la mayor parte de la ciudadanía, aún reivindica la política, evidentemente una forma diferente de hacer política, una política “alternativa”. Al igual que a Muñoz Molina, o que a Javier Marías hay que encuadrarlos adecuadamente para apreciar sus obras, lo mismo ocurre con Rosa, cuya perspectiva, cuya mirada y obsesiones son diferentes a la de esos dos pesos pesados de la literatura española actual, motivo por el cual, en primer lugar es conveniente, antes de juzgar y de llegar a descalificar al novelista sevillano, como habitualmente se hace, aceptar que lógicamente sus temáticas tengan que ser diferentes a la de otros autores más cercanos, para a partir de ese hecho tratar de evaluarlo literariamente de forma justa y adecuada.
                        “La habitación oscura”, en principio es una novela extraña, que habla de una generación, la del propio autor, que en un momento dado lo tuvo todo, y la confortable convicción de que las cosas siempre le iría a mejor, para en pocos años perder todo aquello que creían que les pertenecía por derecho propio, encontrándose de la noche a la mañana sin apenas presente, pero sobre todo sin futuro. Pero la novela también deja claro el desinterés de esa generación por los políticos profesionales qué, según se deja a entrever, siempre nos utilizan cuando nos necesitan para sus propios intereses.
                        Isaac Rosa se atreve, algo realmente dificultoso, a realizar una novela alegórica, que en determinados momentos llega a ser excesivamente explícita, lo que literariamente no es muy asumible. Parte y narra desde un “nosotros”, desde un lugar concreto, el lugar del grupo, la habitación oscura, del que todos partieron pero al que todos regresaron, ya que era lo que conformaba y articulaba al propio grupo. A lo largo de la narración, hay momentos en que la poderosa capacidad narrativa del autor consigue que el lector se deje llevar y esto ocurre en la primera parte de la novela, que es cuando todo aparece en escena de forma desdibujada, siendo entonces cuando realmente funciona ese “nosotros” desde el que se desarrolla la novela. Pero la narración comienza a chirriar, a veces demasiado, cuando la acción pasa a lo concreto, a lo real, aunque hay que reconocer que el tono medio en todo momento se mantiene alto.
                        De forma loable, Rosa, que siempre aspira con sus novelas a decir algo, en esta ocasión, a pesar de que no olvida que trabajaba sobre una novela y no en uno de sus habituales artículos, deja todo su discurso sobre la mesa, imagino que para deleite de su público, apenas cubierto por una liviana sábana literaria a través de la cual sin dificultad se transparenta todo, la situación a la que hemos llegado, la desesperación y el desencanto en la que muchos se encuentran anegados, y la desconfianza hacia una clase política, que se empeña en actuar de forma autónoma, decidiendo por nosotros pero sin contar con nosotros.
                        “La habitación oscura” es una novela, al menos desde mi punto de vista, literariamente inferior a la anterior, en la que el autor arriesgó mucho más, dejando una despiadada radiografía del mundo del trabajo, buscando y encontrando un espacio propio, que pudo gustar más o menos, pero que resultó interesante y cuanto menos atrevido. En esta novela, sin embargo, todo aparece de forma más obvia, y me refiero tanto a la temática como a la estructura empleada, como si el autor no hubiera osado a dar un paso hacia delante, o mejor dicho, a retorcer y a exprimir un poco más la realidad con la que se empeña en hacer literatura. No obstante, a pesar de este pequeño y relativo resbalón, estoy convencido que Isaac Rosa es un novelista capacitado para aportar obras de mayor calado, para lo que no le hace falta, como algunos creen, que tenga que abandonar su visión del mundo, sino precisamente trabajarla más para huir de los lugares comunes que todos conocemos a la perfección.


Martes, 28 de enero de 2014

No hay comentarios: