LECTURAS
(elo.279)
LIQUIDACIÓN FINAL
Petros Márkaris
Tusquets, 2011
De vez en cuando, con objeto de oxigenarme un poco, siento la necesidad de leer una novela de corte policiaco, pues sé que con ellas siempre vuelvo a recuperar el placer de la lectura por la lectura, el de tirarme en el sofá para que me cuenten una historia en la que al final todo cuadre a la perfección, una de esas historias que consiguen hacerme olvidar por unas horas, sólo por unas horas, de las preocupaciones cotidianas y de aquellas otras cuestiones que suelen lograr enturbiarlo todo. Este tipo de novelas siempre representan, o en la mayoría de los casos, el triunfo de la razón, y por ello, suelen servir parar reconfortarnos y para hacernos creer, que todo al final volverá al lugar que le corresponde, pero también están ideadas, las buenas, para mostrar escenarios complejos, en donde la prosa rápida y concisa de los especialistas del género, analiza, sin complicarse mucho la vida, como de pasada, el marco en donde los protagonistas de las mismas actúan. Siempre, aunque sé que no es lo correcto, me han interesado más esos escenarios que se dibujan en las novelas negras que la resolución de los problemas que en ellas se plantean, la personalidad de los protagonistas que la metodología que utilizan para esclarecer los conflictos a los que éstos se enfrentan, posiblemente porque en ellas observo un afilado instrumento de análisis social que siempre me ha llamado la atención.
El otro día me pasaron la última novela de Petros Márkaris, y aunque no me había interesando demasiado lo que con anterioridad había leído de él, no dudé en comenzar su lectura, posiblemente porque necesitaba tomar aire, y porque, para qué negarlo, me interesaba profundizar en la visión que el autor posee de las causas que han provocado la crisis griega, que tanto me sorprendió en la serie artículos que escribió, para el público alemán, y que se recopilan en su texto “La espada de Damocles”. Para mi sorpresa, esta nueva aventura del comisario Kostas Jaritos me ha resultado mucho más interesante que la que protagonizó en “Con el agua al cuello”, de suerte que podría decir que la he leído casi de “una sentada”, lo que es la primera obligación que tiene que cumplir toda novela policiaca que se precie, y en la que subraya, por supuesto, su opinión sobre las motivaciones que han empujado a su país a la situación en la que se encuentra y que ha convertido a “Grecia es un enorme manicomio”, como en su momento dijo karamanlis. Sí, Grecia es para Márkaris también un enorme manicomio en donde nunca nada ha funcionado, ni el Estado, ni los propios ciudadanos griegos, pues ni uno ni otros han actuado nunca pensando en el bien común, en la comunidad, sólo en sus propios intereses.
En esta ocasión Jaritos se enfrenta a un caso curioso, al de alguien que después de haber sido engañado por el Estado, se dedica a realizar una serie de asesinatos, primero matando a dos evasores fiscales, y después, a dos empresarios que valiéndose de sus influencias en la Administración, habían conseguido una considerable fortuna, acciones que una vez publicitadas, le proporcionaron el aplauso y la simpatía de la población, de una población cansada de recortes que ya sólo se veía capaz de confiar en un héroe popular que surgiera de la desesperación y que sólo aspirara a hacer justicia.
En estas dos acciones criminales, en el objetivo de las mismas, se centran para Márkaris los dos males fundamentales de su país, la generalizada actitud de la clase empresarial que sólo declara al fisco parte de sus ganancias, y la que llevan a cabo cierto número de ciudadanos, que valiéndose de sus contactos, consiguen magníficos contratos y concesiones por parte de la Administración, a lo que había que sumar, en un caso como en otro, la consciente dejadez de un Estado que ante esos hechos siempre se dedica a mirar hacia otro lado cuando no a potenciarlos, mientras que la mayoría de la población se hunde poco a poco en la miseria.
Sí, el Estado para el creador del comisario Jaritos, y por supuesto la clase política que siempre lo ha regentado como si fuera de su propiedad, es el causante de casi todos los males que padece en estos momentos Grecia y los griegos, y posiblemente por ello, en esta novela hace una apuesta fuerte por la sociedad civil, por el futuro de los griegos fuera de la siniestra y corrupta sombra estatal, cuando su hija, después de apostar por no emigrar, decide establecerse como profesional independiente en lugar de intentar como todo buen griego, conseguir un puesto de trabajo en la Administración. En “Liquidación final”, a pesar del ambiente de desolación que se masca en toda la novela, se puede atisbar esa pequeña luz de esperanza, muy leve ciertamente, que podría encontrarse en esa juventud sobradamente preparada, que pese a los problemas que encuentra para desarrollar su presente, se niega a abandonar su país.
La novela se lee muy bien, muy rápidamente pese a su relativo grosor, lo que significa que está bien construida, a base de pequeños capítulos que van marcando los diferentes pasos que van produciéndose en la trama, sin que se observe ninguna ambición por parte del autor por salirse de las pautas sobre las que debe apoyarse este tipo de novelas. Pero literariamente las novelas de Márkaris tienen un problema, desde mi punto de vista crucial, el de que a veces las imágenes que proporcionan resultan demasiado explícitas, lo que se nota demasiado, chirriando, en algunas conversaciones que en la misma se producen, que no son nada naturales, como las que mantiene en determinados momentos el comisario con su hija.
No obstante, estimo que esta novela sí merece la pena ser leída, por lo que es, como una novela de serie negra con la que se puede pasar un fin de semana de agradable lectura, que para colmo puede ayudar, desde la distancia, a comprender un poco mejor la caótica situación que padece Grecia, que cada día que pasa tiene mayores similitudes con la española.
Miércoles, 24 de abril de 2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario