LECTURAS
(elo.269)
PLENILUNIO
Antonio
Muñoz Molina
Alfaguara,
1997
Recuerdo
que cuando apareció esta novela las opiniones que escuche y que leí
sobre la misma no fueron muy elogiosas, y no me refiero a las que
pude leer de la crítica profesional, sino a las que me llegaron de
amigos que ya la habían leído, que me dijeron que se trataba de una
novela menor, o más concretamente, de que se trataba de una novela
que no se encontraba a la altura de lo que hacía tiempo esperaban de
Antonio Muñoz Molina, que publicara una novela que superara a su
anterior obra de ficción, “El jinete polaco”, lo que
indudablemente no podía resultar una tarea fácil. Para estos
exquisitos lectores la aparición de “Ardor guerrero” fue un duro
golpe, pero afortunadamente comprendieron que se trataba de unas
memorias, lo que les obligó si no a rechazarla, si a encerrarla
entre paréntesis, al considerarla una especie de divertimento del
autor, o de un ajuste de cuentas con un periodo amargo de su vida, su
servicio militar, por lo que siguieron esperando, esperando a la
siguiente novela del jiennense, que ya sin duda se había convertido,
y con autoridad, en la gran esperanza de las letras de este país, a
pesar de lo heterogénea que era la obra que tenía publicada hasta
ese momento. Sí, porque lo que estaba claro, es que nada tenía que
ver, nada, “El invierno en Lisboa” con “El jinete polaco”, ni
ésta, por supuesto, con “Ardor guerrero”, pero también quedaba
de manifiesto, que su potencial literario y que su actitud ante la
literatura, ante la labor literaria, lo habían convertido ya en un
referente.
Todos
esperábamos una nueva novela de Muñoz Molina, y esperábamos algo
diferente a lo anterior, aunque evidentemente no sabíamos por donde
nos saldría, si con una novela de corte detectivesco que se asentara
en su imaginario cultural, como su segunda y su tercera obra
publicada, o con una de las características de la que ganó el
Planeta, aunque algunos, no creo que muchos, suspirábamos por esta
última posibilidad. Pues bien, en “Plenilunio”, el autor tira,
como suele decirse “por el camino de en medio”, compaginando lo
mejor de ambas posibilidades al escribir una novela de estructura
policiaca, pero sustentada en esta ocasión en territorios reales, en
su tiempo, y en su singular escenario literario, en Mágina.
“Plenilunio”
es una novela potente, en la que el autor trata de huir de la
introspección y de sus recuerdos personales, dando un nuevo salto
hacia la ficción, como si se hubiera propuesto presentar una
novela-novela, pero sin perder, sin abandonar las cotas literarias ya
aseguradas, siendo una obra más llevadera, una novela al alcance de
todos, que en su momento le sirvió para conectar con el gran
público, de la misma manera que “El jinete polaco”, una novela
mucho más complicada y selectiva, le aseguró la consideración de
la crítica y de los lectores más exigentes.
Es
una novela potente, sí, que se apoya en diferentes líneas
argumentales, a lo que sin duda ayuda y mucho la calidez narrativa
desarrollada, que obliga al lector a inmiscuirse, y de forma
incondicional, en la trama que se le cuenta, sin darle posibilidad de
que consiga un cierto alejamiento de la misma, lo que hasta cierto
punto hace posible que la novela sea vivida, incluso más que leída,
por todos aquellos que se acerquen a ella. En este sentido, se podría
decir que es una novela tramposa, de esas elaboradas para que afecten
a los puntos débiles, a los sentimientos de sus lectores.
Se
podría decir, por tanto, que es una novela que desde la calidad,
aspira a un gran público, pero sobre todo al público de la
generación del autor, pues en los planos laterales de la obra, estos
pueden identificarse con una serie de guiños, de actitudes y
comportamientos, que les puede hacer creer que la novela está
escrita para ellos. Aspira al gran público, pero sin bajar a la
mediocridad, pues es una novela en la que el autor opta por alejarse
de la linealidad, creando una estructura compleja sin que por ello,
con lo que demuestra su maestría, se dificulte la lectura, lo que
puede hacer creer que esa era la única posibilidad que tenía ante
sí.
“Plenilunio”
es una novela amena, de esas que consiguen atrapar al lector desde la
primera página, pero en la que no se observan, lo que no resulta muy
común, ningún tipo de concesión a la galería, ya que el rigor con
la que está elaborada queda patente en cada uno de los párrafos que
la componen; una novela que posiblemente sea la más “redonda”
del autor, aunque por supuesto no la de mayor envergadura. En ella
los personajes están muy trabajados, al menos los principales,
quedando claro que todos ellos contaban con un trasfondo oculto a las
miradas de los demás, lo que hace que la novela tenga un mayor
valor, como toda gran novela, del que puede aportar el argumento
central en sí.
El
tema sobre el que se articula la novela es la violación y el
asesinato de una niña en una pequeña ciudad andaluza, al que se
enfrenta un experimentado inspector recién llegado a la misma, un
tema que queda aderezado y enriquecido por las respectivas historias
de los protagonistas, lo que la convierte en algo más que en una
mera novela de corte policiaca al uso, pues el lector se encuentra
con personajes de muy diferentes trayectorias que hacen posible una
novela muy atractiva.
Dije
antes que posiblemente “Plenilunio” sea la novela más redonda
del autor, pero me da la sensación, como creo que se ha demostrado
con posterioridad, ya que sólo ha publicado dos novelas de ficción
más, y ambas menores, que la justificación de esta novela se
encontraba en la necesidad que tenía el autor de asentarse
definitivamente como novelista, para a partir de ese momento volcarse
en otras formas de entender la novela, dejando de manifiesto, y sigo
aventurándome demasiado, que la denominada novela-novela, se podría
encontrar para él en un callejón sin salida, entre otras cuestiones
porque ya se han contado todas las historias y de todas las formas
posibles.
Miércoles,
26 de diciembre de 2012
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