viernes, 8 de febrero de 2013

Plenilunio

LECTURAS
(elo.269)

PLENILUNIO
Antonio Muñoz Molina
Alfaguara, 1997

Recuerdo que cuando apareció esta novela las opiniones que escuche y que leí sobre la misma no fueron muy elogiosas, y no me refiero a las que pude leer de la crítica profesional, sino a las que me llegaron de amigos que ya la habían leído, que me dijeron que se trataba de una novela menor, o más concretamente, de que se trataba de una novela que no se encontraba a la altura de lo que hacía tiempo esperaban de Antonio Muñoz Molina, que publicara una novela que superara a su anterior obra de ficción, “El jinete polaco”, lo que indudablemente no podía resultar una tarea fácil. Para estos exquisitos lectores la aparición de “Ardor guerrero” fue un duro golpe, pero afortunadamente comprendieron que se trataba de unas memorias, lo que les obligó si no a rechazarla, si a encerrarla entre paréntesis, al considerarla una especie de divertimento del autor, o de un ajuste de cuentas con un periodo amargo de su vida, su servicio militar, por lo que siguieron esperando, esperando a la siguiente novela del jiennense, que ya sin duda se había convertido, y con autoridad, en la gran esperanza de las letras de este país, a pesar de lo heterogénea que era la obra que tenía publicada hasta ese momento. Sí, porque lo que estaba claro, es que nada tenía que ver, nada, “El invierno en Lisboa” con “El jinete polaco”, ni ésta, por supuesto, con “Ardor guerrero”, pero también quedaba de manifiesto, que su potencial literario y que su actitud ante la literatura, ante la labor literaria, lo habían convertido ya en un referente.
Todos esperábamos una nueva novela de Muñoz Molina, y esperábamos algo diferente a lo anterior, aunque evidentemente no sabíamos por donde nos saldría, si con una novela de corte detectivesco que se asentara en su imaginario cultural, como su segunda y su tercera obra publicada, o con una de las características de la que ganó el Planeta, aunque algunos, no creo que muchos, suspirábamos por esta última posibilidad. Pues bien, en “Plenilunio”, el autor tira, como suele decirse “por el camino de en medio”, compaginando lo mejor de ambas posibilidades al escribir una novela de estructura policiaca, pero sustentada en esta ocasión en territorios reales, en su tiempo, y en su singular escenario literario, en Mágina.
“Plenilunio” es una novela potente, en la que el autor trata de huir de la introspección y de sus recuerdos personales, dando un nuevo salto hacia la ficción, como si se hubiera propuesto presentar una novela-novela, pero sin perder, sin abandonar las cotas literarias ya aseguradas, siendo una obra más llevadera, una novela al alcance de todos, que en su momento le sirvió para conectar con el gran público, de la misma manera que “El jinete polaco”, una novela mucho más complicada y selectiva, le aseguró la consideración de la crítica y de los lectores más exigentes.
Es una novela potente, sí, que se apoya en diferentes líneas argumentales, a lo que sin duda ayuda y mucho la calidez narrativa desarrollada, que obliga al lector a inmiscuirse, y de forma incondicional, en la trama que se le cuenta, sin darle posibilidad de que consiga un cierto alejamiento de la misma, lo que hasta cierto punto hace posible que la novela sea vivida, incluso más que leída, por todos aquellos que se acerquen a ella. En este sentido, se podría decir que es una novela tramposa, de esas elaboradas para que afecten a los puntos débiles, a los sentimientos de sus lectores.
Se podría decir, por tanto, que es una novela que desde la calidad, aspira a un gran público, pero sobre todo al público de la generación del autor, pues en los planos laterales de la obra, estos pueden identificarse con una serie de guiños, de actitudes y comportamientos, que les puede hacer creer que la novela está escrita para ellos. Aspira al gran público, pero sin bajar a la mediocridad, pues es una novela en la que el autor opta por alejarse de la linealidad, creando una estructura compleja sin que por ello, con lo que demuestra su maestría, se dificulte la lectura, lo que puede hacer creer que esa era la única posibilidad que tenía ante sí.
“Plenilunio” es una novela amena, de esas que consiguen atrapar al lector desde la primera página, pero en la que no se observan, lo que no resulta muy común, ningún tipo de concesión a la galería, ya que el rigor con la que está elaborada queda patente en cada uno de los párrafos que la componen; una novela que posiblemente sea la más “redonda” del autor, aunque por supuesto no la de mayor envergadura. En ella los personajes están muy trabajados, al menos los principales, quedando claro que todos ellos contaban con un trasfondo oculto a las miradas de los demás, lo que hace que la novela tenga un mayor valor, como toda gran novela, del que puede aportar el argumento central en sí.
El tema sobre el que se articula la novela es la violación y el asesinato de una niña en una pequeña ciudad andaluza, al que se enfrenta un experimentado inspector recién llegado a la misma, un tema que queda aderezado y enriquecido por las respectivas historias de los protagonistas, lo que la convierte en algo más que en una mera novela de corte policiaca al uso, pues el lector se encuentra con personajes de muy diferentes trayectorias que hacen posible una novela muy atractiva.
Dije antes que posiblemente “Plenilunio” sea la novela más redonda del autor, pero me da la sensación, como creo que se ha demostrado con posterioridad, ya que sólo ha publicado dos novelas de ficción más, y ambas menores, que la justificación de esta novela se encontraba en la necesidad que tenía el autor de asentarse definitivamente como novelista, para a partir de ese momento volcarse en otras formas de entender la novela, dejando de manifiesto, y sigo aventurándome demasiado, que la denominada novela-novela, se podría encontrar para él en un callejón sin salida, entre otras cuestiones porque ya se han contado todas las historias y de todas las formas posibles.

Miércoles, 26 de diciembre de 2012

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