LECTURAS
(elo.271)
ABSOLUCIÓN
Luis
Landero
Tusquets,
2012
El
otro día me sorprendió, que un importante suplemento literario
considerara a la última obra de Luis Landero como la mejor novela
española publicada en el año que acaba de finalizar, y me llamó la
atención, porque a pesar de haber seguido desde siempre al autor
extremeño, sus últimas entregas habían conseguido alejarme de él,
de suerte que no tenía mucho interés en hacerme con la novela,
aunque estaba convencido que tarde o temprano acabaría leyéndola.
Landero siempre me ha parecido un escritor diferente, ya que su
discurso narrativo se aleja, y mucho, no ya del discurso literario
dominante, sino de los estándares de las novelas que me interesan, y
eso a pesar de saber, porque he disfrutado con su saber, que es uno
de los novelistas que mejor dominan su arte, el arte de lo que aquí
podría denominar de la novela pura, aquella que sólo aspira a ser
una novela sin más, bien escrita y bien trabajada. La idea que tengo
que Landero es que es un escritor antiguo, un novelista que va a su
aire, libre de todas las corrientes que estiman que toda buena novela
tiene obligatoriamente que ser algo más que una historia bien
contada.
Sin
esperarlo, y de forma sorprendente, hace unos días me encontré con
la novela en mis manos, y sin pensarlo dos veces, dejando de lado
otras que tenía pendiente desde hacía tiempo, me zambullí en ella,
y tengo que decir, después de haber disfrutado de lo lindo con la
lectura, que posiblemente sea su mejor novela, que es muy landeriana,
y que por ello, todas las dudas que siempre he tenido sobre el autor
de nuevo han saltado por los aires, algo que es de agradecer pues no
es bueno que nada se afiance.
En
primer lugar tengo que decir, lo que no es poco, que como esperaba
Landero sigue siendo Landero, lo que en los tiempos que corren,
cuando casi todos huyen de lo que son para refugiarse bajo parámetros
que no le corresponden, que no por casualidad siempre son más
rentables, demuestra que la lealtad hacia sí mismo sigue siendo,
para él, una divisa innegociable.
Lo
primero que llama la atención cuando se comienza a leer una novela
de Luis Landero es su peculiar estilo, en donde la ironía utilizada
oculta el control omnímodo que el autor ejerce sobre sus personajes,
de unos personajes de los que parece que se ríe, que siempre
resultan infantiles, poco reales, de una simpleza casi absoluta
debido a que los muestra desnudos, recordándome a algunos de los
protagonistas de las “nivolas” de Unamuno, personajes con los que
difícilmente el lector puede llegar a identificarse debido a que
parecen que pertenecen a otro mundo, a un mundo hasta cierto punto
absurdo e incomprensible. Lo segundo que sorprende es la calidad
literaria de Landero, la perfección de cada uno de sus párrafos, la
facilidad con que se leen sus textos, no porque el nivel de los
mismos sea bajo, no, sino porque todas sus frases están trabajadas y
limadas para que no aparezca ningún escollo que dificulte la
lectura, y eso a pesar, de que de vez en cuando, se deja caer con
alguna palabra desusada, que como si de pequeños guiños se
trataran, provocan siempre la sorpresa del que se desliza con rapidez
por sus páginas. Por último también llama la atención lo
estrambóticos y descabellados que son los personajes secundarios de
sus novelas, cada uno con su historia a cuesta, que suelen con sus
peculiaridades, o con sus avatares, provocar la carcajada del lector,
que no deja de asombrarse de las ocurrencias del autor, de un autor
que en todo momento se muestra fiel a su universo literario, aunque
el mundo a su alrededor se caiga a pedazos.
En
“Absolución”, Luis Landero cuenta la historia de alguien que
cree que por fin le había llegado el momento de ser feliz, pues
después de tantos años de búsqueda parecía que había encontrado
el lugar que le correspondía, pero un suceso casual le obliga a
dejar todo lo que tenía al alcance de su mano para convertirse esta
vez sí en un vagabundo, hasta que comprende, harto de sinsabores,
que también tenía que escapar de esa su nueva condición para
regresar a la vida que había abandonado y que tanto echaba de menos.
De
pasada dije antes que “Absolución” me parece la mejor novela de
“Landero”, y dije esto porque es con la que más he disfrutado, y
la única, a pesar de las reticencias que mantengo con este tipo de
literatura, que del extremeño he podido leer casi de un tirón,
sorprendiéndome riendo en muchas ocasiones ante lo que encontraba
ante mis ojos. “Absolución” cuenta con todas las constantes que
a lo largo del tiempo han singularizado a la obra de Landero, y que
más arriba he apuntado, pero también, todo lo que me aparta de él,
que no es otra cosa que la debilidad de las historias que aborda,
pues ésta como las anteriores, es una novela de personajes y no de
tema, estando concebida sólo para que los lectores pasen un buen
rato con ella, lo que estimo, aunque sea desde la calidad, no puede
ser el objetivo ni la aspiración última de una novela. Aunque lo he
repetido en muchas ocasiones, para mí una buena novela es la que
posee las dos vertientes compensadas, la del estilo y la de la trama,
lo que concretamente quiere decir, que el estilo utilizado tiene que
estar al servicio de una historia sólida, pues en mi opinión, una
novela que se sustente sólo en la calidad narrativa, en la calidad
estilística del autor, carece de sentido al necesitarse siempre un
buen tema que sostenga todo el aparataje empleado. Y precisamente
esto es lo que le ocurre a las novelas de Landero, que son novelas en
las que sólo se puede encontrar eso, calidad narrativa, magníficas
exposiciones de personajes y de situaciones, todas muy peculiares por
cierto, y con mucho gracejo, pero nada más.
Aunque
lo seguiré leyendo, hace tiempo que Landero, aunque para muchos siga
siendo un peso pesado de nuestras letras, dejó de ser uno de los
escritores que más me interesan, al igual que otros tantos que se
empeñan en seguir escribiendo lo que alguien denominó “novelas de
sofá”, o dicho de otra forma, novelas de entretenimiento por muy
bien escritas que se presenten.
Miércoles,
9 de enero de 2013
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