viernes, 3 de agosto de 2012

Rosa cándida

LECTURAS
(elo.250)

ROSA CÁNDIDA
Ava Ólafsdóttir
Alfaguara, 2007

Vengo hablando desde hace tiempo, y por eso me estoy refugiando en las relecturas, del escaso interés que estoy encontrando en las novelas que últimamente se están publicando, novelas casi todas de una debilidad temática alarmantes, muchas de las cuales tratan de esconder su debilidad en estructuras excesivamente alambicadas, que sólo consiguen subrayar aún más sus problemas. Vengo criticando sobre todo la escasa ambición de los autores, el conformismo del público, la actitud delictiva de la crítica y la extremada subordinación que padecen las editoriales a sus respectivos departamentos contables, lo que todo unido configura un triste panorama que no invita precisamente a estar pendiente de las diferentes novedades que a pesar de todo siguen apareciendo. Me refiero con lo anterior a la denominada literatura de calidad, que es una forma de entender la literatura que cada día que pasa se encuentra más arrinconada y que posiblemente tenga ya firmada, incluso, su propia sentencia de muerte, y no por supuesto a la otra, a la mayoritaria, que parece que disfruta de un momento de esplendor, la compuesta por las novelas históricas de consumo masivo, o de aquellas otras, que sin ningún tipo de voluntad de literaria, se conforman sólo con contar una historia con objeto de entretener, a los pocos que aún, necesitan leer algunas páginas diarias antes de poder conciliar el sueño. No obstante, de forma milagrosa, de vez en cuando aparece alguna obra, que sin mucho ruido, consigue llamar la atención del lector atento, de ese que con paciencia, sigue manteniendo “la caña puesta”, por si por casualidad se encuentra con alguna sorpresa. Pues bien, el otro día pesqué una novela, una extraña novela, con la que he pasado un buen rato, y eso que cuando llegó a mis manos, no contaba precisamente con los parabienes adecuados.
No es por supuesto una novela que vaya a cambiar el curso de la literatura, ni afortunadamente aspira a ello, pero sí es una obra dotada de una sencillez y de una delicadeza que consigue llamar la atención, y lo que no es poco, hacer que quien la lea, pase con ella unas horas agradables, lo que siempre es de agradecer. Dije que no me llegó con buenos avales, pues me comentaron que en sus páginas apenas pasaba nada, que era aburrida e incluso anodina, por lo que, al confiar demasiado en la persona que me la había pasado, comencé la lectura con cierto retraimiento, aunque al poco comprendí, que sólo se trataba de una mala lectura de esa buena lectora, cosa que de vez en cuando nos suele ocurrir a todos, y que la novela en cuestión merecía la pena ser leída. No todas las novelas tienen que ser de perfil alto, no todas tienen que sumergirse en cuestiones escabrosas ni en las múltiples contradicciones que nos embarga como seres humanos, eso sería pedir demasiado, al tiempo que extenuante, pues la diversidad existente, en la que todos vivimos inmersos, aunque parezca mentira, de vez en cuando consigue mostrarnos paisajes existenciales apacibles, en donde el optimismo, o cierto grado de esperanza aún tiene sentido, por lo que la literatura, que siempre debe partir de donde se encuentra la vida, también tiene que afrontar esas temáticas.
La novela de la que hablo, o de la que pienso hablar, pertenece a una literatura periférica, la islandesa, a una literatura desconocida por casi todos, pero que no llama la atención por eso, sino porque es una buena novela.
“Rosa cándida” es una novela que habla de alguien que desde hace tiempo sabe lo que tiene que hacer, y que en el trayecto que realiza para cumplir su objetivo consigue ordenar su mundo, lo que le aporta las fuerzas, al menos las necesarias, para afrontar su existencia de forma diferente a como la dejó. Habla del camino iniciático que entabla un joven que se halla completamente perdido, y en el que encuentra un sentido a su vida, y una responsabilidad a la que hacer frente, es una novela por tanto, que aborda un tema bastante trillado, el de la búsqueda de uno mismo, pero al que la autora, una autora de nombre impronunciable, solventa con maestría, sin caer nunca, pase a la simplicidad del tema, en los lugares comunes en el que este tipo de novelas suele precipitarse. Tenía razón quien me dejó la novela en aquello de que en ella no pasaba nada, nada explícito diría yo, por lo que sin duda alguna nunca será un éxito de ventas, pero en la que se puede encontrar mucho de lo que no se encuentra en la mayoría de las obras que sí, aparentemente, cuentan o presumen de decirlo todo. Para colmo, lo que dice, o lo que deja para ser más preciso relucir, se oculta bajo un estilo sin pretensiones, de una simplicidad extrema, con una armonía envidiable, sin que el lector encuentre en la novela ningún altibajo, ya que mantiene un nivel sostenido nada fácil de conseguir, por lo que literariamente, aunque éste no es el tipo de novela con la que más suelo disfrutar, me ha sorprendido.
Pero también me sorprende lo poco que se publicitan este tipo de obras, que suelen pasar sin pena ni gloria ante un público que desconoce su existencia, de lo que no culpo a las editoriales, que sólo, como siempre por lo demás han hecho, apuestan por aquellas obras que creen mejor posicionadas en cada momento, ni a las grandes cadenas de distribución, que sólo lo hacen por aquellas que saben con seguridad que podrán vender con facilidad, sino a la actitud de la crítica. Sé que la crítica está sobrevalorada, que son pocos, muy pocos los que leen crítica literaria, pero da la casualidad que son esos pocos, los que hacen que una determinada novela se mueva de un sitio para otro, o dicho de otra forma, los que corren la voz de que la novela de un escritor desconocido merece la pena. Como decía Gabilondo, el periodista que se dedica al periodismo de calidad sabe que sólo le habla o le escribe a un millón de personas, que son los que se interesan realmente por lo que ocurre, por lo que el crítico literario, al menos el crítico realista, y sólo en el mejor de los casos, sabe que su público siempre será escaso, formado por los lectores, por los buenos lectores que aún se interesan por las novedades literarias, y que en último extremo son los que con su aliento, con sus recomendaciones, harán que una novela de calidad triunfe o fracase. Pero parece que los críticos se dedican desde hace años a otros temas, entre los que cabe destacar, el de no dejar nunca a ninguna novela, ni a ningún autor malparado, por aquello de la repercusiones que pudiera acarrearle al medio para el que trabaja.
Esta novela, “Rosa cándida” si bien no es ni de lejos la novela perfecta que todos desde hace años esperamos, si es una novela que ha merecido una mayor repercusión, al menos para que hubiera podido ser apreciada por más lectores

Lunes, 25 de junio de 2012

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