LECTURAS
(elo.250)
ROSA
CÁNDIDA
Ava
Ólafsdóttir
Alfaguara,
2007
Vengo
hablando desde hace tiempo, y por eso me estoy refugiando en las
relecturas, del escaso interés que estoy encontrando en las novelas
que últimamente se están publicando, novelas casi todas de una
debilidad temática alarmantes, muchas de las cuales tratan de
esconder su debilidad en estructuras excesivamente alambicadas, que
sólo consiguen subrayar aún más sus problemas. Vengo criticando
sobre todo la escasa ambición de los autores, el conformismo del
público, la actitud delictiva de la crítica y la extremada
subordinación que padecen las editoriales a sus respectivos
departamentos contables, lo que todo unido configura un triste
panorama que no invita precisamente a estar pendiente de las
diferentes novedades que a pesar de todo siguen apareciendo. Me
refiero con lo anterior a la denominada literatura de calidad, que es
una forma de entender la literatura que cada día que pasa se
encuentra más arrinconada y que posiblemente tenga ya firmada,
incluso, su propia sentencia de muerte, y no por supuesto a la otra,
a la mayoritaria, que parece que disfruta de un momento de esplendor,
la compuesta por las novelas históricas de consumo masivo, o de
aquellas otras, que sin ningún tipo de voluntad de literaria, se
conforman sólo con contar una historia con objeto de entretener, a
los pocos que aún, necesitan leer algunas páginas diarias antes de
poder conciliar el sueño. No obstante, de forma milagrosa, de vez en
cuando aparece alguna obra, que sin mucho ruido, consigue llamar la
atención del lector atento, de ese que con paciencia, sigue
manteniendo “la caña puesta”, por si por casualidad se encuentra
con alguna sorpresa. Pues bien, el otro día pesqué una novela, una
extraña novela, con la que he pasado un buen rato, y eso que cuando
llegó a mis manos, no contaba precisamente con los parabienes
adecuados.
No
es por supuesto una novela que vaya a cambiar el curso de la
literatura, ni afortunadamente aspira a ello, pero sí es una obra
dotada de una sencillez y de una delicadeza que consigue llamar la
atención, y lo que no es poco, hacer que quien la lea, pase con ella
unas horas agradables, lo que siempre es de agradecer. Dije que no
me llegó con buenos avales, pues me comentaron que en sus páginas
apenas pasaba nada, que era aburrida e incluso anodina, por lo que,
al confiar demasiado en la persona que me la había pasado, comencé
la lectura con cierto retraimiento, aunque al poco comprendí, que
sólo se trataba de una mala lectura de esa buena lectora, cosa que
de vez en cuando nos suele ocurrir a todos, y que la novela en
cuestión merecía la pena ser leída. No todas las novelas tienen
que ser de perfil alto, no todas tienen que sumergirse en cuestiones
escabrosas ni en las múltiples contradicciones que nos embarga como
seres humanos, eso sería pedir demasiado, al tiempo que extenuante,
pues la diversidad existente, en la que todos vivimos inmersos,
aunque parezca mentira, de vez en cuando consigue mostrarnos paisajes
existenciales apacibles, en donde el optimismo, o cierto grado de
esperanza aún tiene sentido, por lo que la literatura, que siempre
debe partir de donde se encuentra la vida, también tiene que
afrontar esas temáticas.
La
novela de la que hablo, o de la que pienso hablar, pertenece a una
literatura periférica, la islandesa, a una literatura desconocida
por casi todos, pero que no llama la atención por eso, sino porque
es una buena novela.
“Rosa
cándida” es una novela que habla de alguien que desde hace tiempo
sabe lo que tiene que hacer, y que en el trayecto que realiza para
cumplir su objetivo consigue ordenar su mundo, lo que le aporta las
fuerzas, al menos las necesarias, para afrontar su existencia de
forma diferente a como la dejó. Habla del camino iniciático que
entabla un joven que se halla completamente perdido, y en el que
encuentra un sentido a su vida, y una responsabilidad a la que hacer
frente, es una novela por tanto, que aborda un tema bastante
trillado, el de la búsqueda de uno mismo, pero al que la autora, una
autora de nombre impronunciable, solventa con maestría, sin caer
nunca, pase a la simplicidad del tema, en los lugares comunes en el
que este tipo de novelas suele precipitarse. Tenía razón quien me
dejó la novela en aquello de que en ella no pasaba nada, nada
explícito diría yo, por lo que sin duda alguna nunca será un éxito
de ventas, pero en la que se puede encontrar mucho de lo que no se
encuentra en la mayoría de las obras que sí, aparentemente, cuentan
o presumen de decirlo todo. Para colmo, lo que dice, o lo que deja
para ser más preciso relucir, se oculta bajo un estilo sin
pretensiones, de una simplicidad extrema, con una armonía
envidiable, sin que el lector encuentre en la novela ningún
altibajo, ya que mantiene un nivel sostenido nada fácil de
conseguir, por lo que literariamente, aunque éste no es el tipo de
novela con la que más suelo disfrutar, me ha sorprendido.
Pero
también me sorprende lo poco que se publicitan este tipo de obras,
que suelen pasar sin pena ni gloria ante un público que desconoce su
existencia, de lo que no culpo a las editoriales, que sólo, como
siempre por lo demás han hecho, apuestan por aquellas obras que
creen mejor posicionadas en cada momento, ni a las grandes cadenas de
distribución, que sólo lo hacen por aquellas que saben con
seguridad que podrán vender con facilidad, sino a la actitud de la
crítica. Sé que la crítica está sobrevalorada, que son pocos,
muy pocos los que leen crítica literaria, pero da la casualidad que
son esos pocos, los que hacen que una determinada novela se mueva de
un sitio para otro, o dicho de otra forma, los que corren la voz de
que la novela de un escritor desconocido merece la pena. Como decía
Gabilondo, el periodista que se dedica al periodismo de calidad sabe
que sólo le habla o le escribe a un millón de personas, que son
los que se interesan realmente por lo que ocurre, por lo que el
crítico literario, al menos el crítico realista, y sólo en el
mejor de los casos, sabe que su público siempre será escaso,
formado por los lectores, por los buenos lectores que aún se
interesan por las novedades literarias, y que en último extremo son
los que con su aliento, con sus recomendaciones, harán que una
novela de calidad triunfe o fracase. Pero parece que los críticos
se dedican desde hace años a otros temas, entre los que cabe
destacar, el de no dejar nunca a ninguna novela, ni a ningún autor
malparado, por aquello de la repercusiones que pudiera acarrearle
al medio para el que trabaja.
Esta
novela, “Rosa cándida” si bien no es ni de lejos la novela
perfecta que todos desde hace años esperamos, si es una novela que
ha merecido una mayor repercusión, al menos para que hubiera podido
ser apreciada por más lectores
Lunes,
25 de junio de 2012
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