LECTURAS
(elo.245)
MUNDIALIZACIÓN,
GLOBALIZACIÓN Y NACIONALISMOS
Isidoro
Moreno, 1999
No
cabe duda que vivimos tiempos difíciles, y no me refiero sólo a la
crisis financiera que estamos padeciendo, ya que parece que nuestras
sociedades, que tan seguras y acomodadas se encontraban hasta hace
bien poco, se adentran en un territorio aún sin rotular, en un
territorio ignoto y repleto de peligros no definidos. Si hay algo que
pueda definir a este tiempo que nos ha tocado en suerte es la
inseguridad, la inseguridad sobre todo frente al futuro, lo que nos
obliga a vivir con preocupación y con temor, ya que todos, incluso
los más inconscientes, tenemos la convicción de que asistimos al
final de un ciclo histórico, y que nos asomamos a una nueva etapa de
la que no conocemos nada. Nadie, ni los teóricos sociales más
avezados, están seguros de cómo quedarán organizadas nuestras
sociedades “a la vuelta de la esquina”, aunque todos estamos
convencidos de que nada será como antes, y que obligatoriamente
tendremos que lidiar con incertidumbres que creíamos ya haber
superado en nuestra evolución histórica. ¿Qué es lo que ha
ocurrido? Esta pregunta, en principio, es fácil de contestar, ya que
todo parece indicar, que la actual situación se debe al
desmoronamiento de los estados soberanos, esos poderosos entramados
administrativos que hasta hace poco tiempo organizaban y
estructuraban nuestras sociedades, que aportaban la seguridad y la
estabilidad que necesitaba la ciudadanía, y que a pesar de ser
constantemente criticados por unos y por otros, eran “la joya de
nuestra corona”, ya que aportaban un grado de civilización nunca
antes disfrutado.
¿Pero
quién ha asaltado esas fortalezas que hasta la fecha se habían
mostrado invencibles? Aunque parezca mentira, a esta situación en la
que nos encontramos no hemos llegado a causa de un proceso
revolucionario, sino gracias al progreso tecnológico que ha logrado
alcanzar la humanidad, que ha conseguido que el mundo sea más
pequeño e intercomunicado, y que ha posibilitado lo que hoy se
conoce como mundialización. La mundialización, como bien dice
Isidoro Moreno, es un fenómeno real, que existe objetivamente, y que
ha generado una interdependencia efectiva entre todos los lugares del
planeta, interdependencia que ha provocado un seísmo de gran
magnitud que ha conseguido trastocar los profundos y sólidos
cimientos sobre los que hasta la fecha se apoyaba el sistema que
hemos estado disfrutando hasta “hace cuatro días”. La
mundialización ha eliminado virtualmente las fronteras entre los
países y ha creado organismos supranacionales, todos ellos
escasamente democráticos, que se dedican a verificar que nadie, que
ningún país, si realmente aspira a favorecerse de los vientos
dominantes, interfiera u obstaculice las dinámicas que ella
favorece. Lo que la mundialización ha potenciado sobre todas las
cosas, ha sido los flujos de capitales, que se han internacionalizado
en poco tiempo, demostrando lo que todos siempre hemos sabido, que el
capital nunca ha tenido patria, y que siempre estará allí donde
más rendimientos encuentre. Este proceso irreversible que ha
conseguido que el capital se libere de las ataduras que le imponían
los diferentes estados, ha hecho posible lo que parecía imposible,
que los estados se dobleguen, casi siempre de forma vergonzosa, ante
los imperativos que la mundialización les impone, ya que en caso
contrario, corren el riesgo de quedar apartados de las corrientes
financieras de las que se surten de los fondos que necesitan para su
mantenimiento.
Este
proceso hoy todo el mundo lo conoce, pero en el trabajo al que trato
de aproximarme, Isidoro Moreno, introduce una serie de matices de
cierto interés, aunque creo que traspira cierto optimismo, debido
sobre todo al momento en que fue escrito, que hoy para desgracia de
todos puede carecer de sentido. El autor afirma, que no hay que
confundir mundialización con globalización, como a menudo se hace,
pues mientras lo primero es una realidad contrastada, la
globalización es más bien una estructura o un instrumento
ideológico, utilizado por los ultraliberales para barnizar y ocultar
los defectos, claros y evidentes de la mundialización. La
mundialización se presenta con claras anomalías, con asimetrías
ciertamente criminales, que difícilmente podrían pasar el más
mínimo examen de equidad, por lo que, los que están utilizándola
en beneficio propio, en favor de la materialización de sus ideas, no
han tenido más remedio que edulcorarla, que lavarle la cara para
presentarla ente la opinión pública como la gran meta histórica,
como el lugar al que la humanidad siempre ha aspirado llegar. También
Isidoro Moreno nos dice, que paralelamente se está produciendo otro
inesperado fenómeno, en parte por reacción al anterior, la eclosión
por doquier de un sin fin de nacionalismos y de particularismos, que
desde los partidarios de la globalización son presentados como
efectos nocivos, no acorde con los tiempos en que vivimos. Estos
nacionalismos y particularismos son piedras en el camino, en un
camino que ya parecía completamente allanado, que se presentan como
impedimentos ante lo que tendría que ser el atronador triunfo de las
teorías y de las prácticas neoliberales. Frente a estas dos
variables sitúa el autor los problemas que padece en estos momentos
el Estado, pues mientras que unos tiran desde arriba y los otros
desde abajo, el Estado se está quedado vacío de competencias, lo
que le puede dejar sólo como el responsable de recaudar impuestos y
el supervisor del mantenimiento del orden público y de la propiedad
privada, en una especie de gendarme sin más atribuciones que las de
obedecer los mandatos de unos, y de intentar calmar las exigencias de
los otros.
Ante
la inaceptable situación creada, en la que la democracia queda
burlada, superviviendo sólo como mera apariencia, y en donde las
políticas sociales, cuando se llevan a cabo en mera beneficencia,
Isidoro Moreno encuentra algo de esperanza en ese sorprendente
renacimiento de los particularismos, que poco a poco, según él, se
articulan como la única oposición real que puede, hoy por hoy,
enfrentarse a la globalización. Para el autor, se abre un nuevo
escenario, en el que se articulará una lucha entre los postulados
antidemocráticos globalizadores, que intentarán imponer los
dictados del mercado y los del capital por un lado, y el voluntarismo
de la sociedad civil, articulada bajo múltiples banderas, que
tocando tierra, desde lo local, intentará que la democracia no se
convierta sólo en un recuerdo histórico. Para Isidoro Moreno, la
nueva sociedad que se está abriendo paso, no será sólo vertical,
como aspiran los liberales radicales, ni tampoco horizontal, sino una
sociedad en red, repleta de nudos de poder, es decir, mucho más
compleja y plural, por lo que el objetivo de esa sociedad civil, o lo
que quede de ella, si realmente desea que los mercados no ejerzan un
poder dictatorial sobre el todo social, no puede ser otro que el de
intentar que esa red sea lo más tupida posible, con objeto de que
una multitud de nudos se interrelacionen entre sí.
Pero
creo que lo anterior sólo es “un sueño de la razón”, pues la
sociedad civil, a estas alturas carece de fuerzas para ello, y los
nacionalismos, los que realmente existen, a lo único que aspiran,
de forma retrógrada, es a convertirse en nuevos estados
tradicionales. Por ello, como desde hace tiempo se está demostrando,
el triunfo de los partidarios de la globalización será un hecho, un
hecho de indudable trascendencia, lo que no quiere decir, que en los
márgenes del sistema, que cada día serán más amplios, queden
singulares y pintorescos grupos, que de vez en cuando traten de
levantar sus particulares banderas, lo que no molestará en exceso la
imparable marcha de la locomotora de la doctrina dominante. Ojalá me
equivoque.
Viernes,
4 de mayo de 2012
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