miércoles, 20 de junio de 2012

Mundialización, globalización y nacionalismos

LECTURAS
(elo.245)

MUNDIALIZACIÓN, GLOBALIZACIÓN Y NACIONALISMOS
Isidoro Moreno, 1999

No cabe duda que vivimos tiempos difíciles, y no me refiero sólo a la crisis financiera que estamos padeciendo, ya que parece que nuestras sociedades, que tan seguras y acomodadas se encontraban hasta hace bien poco, se adentran en un territorio aún sin rotular, en un territorio ignoto y repleto de peligros no definidos. Si hay algo que pueda definir a este tiempo que nos ha tocado en suerte es la inseguridad, la inseguridad sobre todo frente al futuro, lo que nos obliga a vivir con preocupación y con temor, ya que todos, incluso los más inconscientes, tenemos la convicción de que asistimos al final de un ciclo histórico, y que nos asomamos a una nueva etapa de la que no conocemos nada. Nadie, ni los teóricos sociales más avezados, están seguros de cómo quedarán organizadas nuestras sociedades “a la vuelta de la esquina”, aunque todos estamos convencidos de que nada será como antes, y que obligatoriamente tendremos que lidiar con incertidumbres que creíamos ya haber superado en nuestra evolución histórica. ¿Qué es lo que ha ocurrido? Esta pregunta, en principio, es fácil de contestar, ya que todo parece indicar, que la actual situación se debe al desmoronamiento de los estados soberanos, esos poderosos entramados administrativos que hasta hace poco tiempo organizaban y estructuraban nuestras sociedades, que aportaban la seguridad y la estabilidad que necesitaba la ciudadanía, y que a pesar de ser constantemente criticados por unos y por otros, eran “la joya de nuestra corona”, ya que aportaban un grado de civilización nunca antes disfrutado.
¿Pero quién ha asaltado esas fortalezas que hasta la fecha se habían mostrado invencibles? Aunque parezca mentira, a esta situación en la que nos encontramos no hemos llegado a causa de un proceso revolucionario, sino gracias al progreso tecnológico que ha logrado alcanzar la humanidad, que ha conseguido que el mundo sea más pequeño e intercomunicado, y que ha posibilitado lo que hoy se conoce como mundialización. La mundialización, como bien dice Isidoro Moreno, es un fenómeno real, que existe objetivamente, y que ha generado una interdependencia efectiva entre todos los lugares del planeta, interdependencia que ha provocado un seísmo de gran magnitud que ha conseguido trastocar los profundos y sólidos cimientos sobre los que hasta la fecha se apoyaba el sistema que hemos estado disfrutando hasta “hace cuatro días”. La mundialización ha eliminado virtualmente las fronteras entre los países y ha creado organismos supranacionales, todos ellos escasamente democráticos, que se dedican a verificar que nadie, que ningún país, si realmente aspira a favorecerse de los vientos dominantes, interfiera u obstaculice las dinámicas que ella favorece. Lo que la mundialización ha potenciado sobre todas las cosas, ha sido los flujos de capitales, que se han internacionalizado en poco tiempo, demostrando lo que todos siempre hemos sabido, que el capital nunca ha tenido patria, y que siempre estará allí donde más rendimientos encuentre. Este proceso irreversible que ha conseguido que el capital se libere de las ataduras que le imponían los diferentes estados, ha hecho posible lo que parecía imposible, que los estados se dobleguen, casi siempre de forma vergonzosa, ante los imperativos que la mundialización les impone, ya que en caso contrario, corren el riesgo de quedar apartados de las corrientes financieras de las que se surten de los fondos que necesitan para su mantenimiento.
Este proceso hoy todo el mundo lo conoce, pero en el trabajo al que trato de aproximarme, Isidoro Moreno, introduce una serie de matices de cierto interés, aunque creo que traspira cierto optimismo, debido sobre todo al momento en que fue escrito, que hoy para desgracia de todos puede carecer de sentido. El autor afirma, que no hay que confundir mundialización con globalización, como a menudo se hace, pues mientras lo primero es una realidad contrastada, la globalización es más bien una estructura o un instrumento ideológico, utilizado por los ultraliberales para barnizar y ocultar los defectos, claros y evidentes de la mundialización. La mundialización se presenta con claras anomalías, con asimetrías ciertamente criminales, que difícilmente podrían pasar el más mínimo examen de equidad, por lo que, los que están utilizándola en beneficio propio, en favor de la materialización de sus ideas, no han tenido más remedio que edulcorarla, que lavarle la cara para presentarla ente la opinión pública como la gran meta histórica, como el lugar al que la humanidad siempre ha aspirado llegar. También Isidoro Moreno nos dice, que paralelamente se está produciendo otro inesperado fenómeno, en parte por reacción al anterior, la eclosión por doquier de un sin fin de nacionalismos y de particularismos, que desde los partidarios de la globalización son presentados como efectos nocivos, no acorde con los tiempos en que vivimos. Estos nacionalismos y particularismos son piedras en el camino, en un camino que ya parecía completamente allanado, que se presentan como impedimentos ante lo que tendría que ser el atronador triunfo de las teorías y de las prácticas neoliberales. Frente a estas dos variables sitúa el autor los problemas que padece en estos momentos el Estado, pues mientras que unos tiran desde arriba y los otros desde abajo, el Estado se está quedado vacío de competencias, lo que le puede dejar sólo como el responsable de recaudar impuestos y el supervisor del mantenimiento del orden público y de la propiedad privada, en una especie de gendarme sin más atribuciones que las de obedecer los mandatos de unos, y de intentar calmar las exigencias de los otros.
Ante la inaceptable situación creada, en la que la democracia queda burlada, superviviendo sólo como mera apariencia, y en donde las políticas sociales, cuando se llevan a cabo en mera beneficencia, Isidoro Moreno encuentra algo de esperanza en ese sorprendente renacimiento de los particularismos, que poco a poco, según él, se articulan como la única oposición real que puede, hoy por hoy, enfrentarse a la globalización. Para el autor, se abre un nuevo escenario, en el que se articulará una lucha entre los postulados antidemocráticos globalizadores, que intentarán imponer los dictados del mercado y los del capital por un lado, y el voluntarismo de la sociedad civil, articulada bajo múltiples banderas, que tocando tierra, desde lo local, intentará que la democracia no se convierta sólo en un recuerdo histórico. Para Isidoro Moreno, la nueva sociedad que se está abriendo paso, no será sólo vertical, como aspiran los liberales radicales, ni tampoco horizontal, sino una sociedad en red, repleta de nudos de poder, es decir, mucho más compleja y plural, por lo que el objetivo de esa sociedad civil, o lo que quede de ella, si realmente desea que los mercados no ejerzan un poder dictatorial sobre el todo social, no puede ser otro que el de intentar que esa red sea lo más tupida posible, con objeto de que una multitud de nudos se interrelacionen entre sí.
Pero creo que lo anterior sólo es “un sueño de la razón”, pues la sociedad civil, a estas alturas carece de fuerzas para ello, y los nacionalismos, los que realmente existen, a lo único que aspiran, de forma retrógrada, es a convertirse en nuevos estados tradicionales. Por ello, como desde hace tiempo se está demostrando, el triunfo de los partidarios de la globalización será un hecho, un hecho de indudable trascendencia, lo que no quiere decir, que en los márgenes del sistema, que cada día serán más amplios, queden singulares y pintorescos grupos, que de vez en cuando traten de levantar sus particulares banderas, lo que no molestará en exceso la imparable marcha de la locomotora de la doctrina dominante. Ojalá me equivoque.

Viernes, 4 de mayo de 2012

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