jueves, 16 de diciembre de 2010

Diario de un ama de casa desuisiada


LECTURAS
(elo.206)

DIARIO DE UN AMA DE CASA DESQUICIADA
Sue Kaufman
Libros del Asteroide, 1967

Cuando por primera vez tuve noticias de esta novela, a pesar de que estar editada por “Libros del Asteroide”, de cuya autora nunca había oído hablar, y después de saber su temática, estimé, con ese reduccionismo que a veces me acompaña, que sin duda se trataría de una obra más que abordaría el tan manoseado tema de la alienación que padece la mujer en las relaciones de pareja, en donde se detallarían, con pelos y señales, las frustraciones, las querencias y las angustias que acompañan a las amas de casa de la clase media. Incluso no descartaba la existencia de un cierto tufillo feminista y reivindicativo en sus páginas. Lo cierto, puede que por todo lo anterior, y a pesar de las buenas críticas que la acompañaban, y de tenerla a mano en la estantería, era una novela que no me resultaba atractiva. Pero cuando por una serie de circunstancias comencé su lectura, a las primeras de cambio comprendí, como suele ocurrir con las buenas novelas, que me encontraba ante una obra de indudable calidad. Lo que parece evidente, es que en último extremo la calidad de una novela, al igual que los buenos vinos, la determina el tiempo, ya que el paso de los años va seleccionando las que en realidad valen la pena que perduren, y las que, a pesar del éxito que hayan podido obtener en su día, es mejor dejar en el olvido. Que una novela publicada por primera vez en mil novecientos sesenta y siete se publique a estas alturas por una editorial de indudable prestigio, debería llamar la atención de todos los que, al menos en principio, estamos pendientes de las novedades que aparecen en el mercado, pues es señal, de que la obra en cuestión no ha sido arrollada “por el viento del olvido, ese que cuando sopla mata”, por lo que sin duda, puede merecer la pena su lectura. Y así ha sido en este caso. “Diario de un ama de casa desquiciada” es una novela no sólo de calidad, sino también una obra interesante para seguir reflexionando sobre el eterno tema de las relaciones de pareja, al no centrándose sólo, como esperaba, en los innumerables problemas que padecen las mujeres en ella. De hecho, aunque tal afirmación pueda resultar discutible, creo que el verdadero protagonista de la novela no es la narradora, sino su marido, que en su criticada evolución, es el que en todo momento va marcando el ritmo del matrimonio, y también de la novela. Sí, porque el argumento de la novela, que es muy conservador, desarrolla la idea, de que un determinado matrimonio entra en crisis, porque uno de sus miembros, el marido, deja de ser el que era, convirtiéndose en una persona radicalmente diferente, de suerte, que hasta que éste no comprende que tenía que rectificar y volver a ser el que fue, entre otras razones porque la vida que había elaborado se le vino abajo, no vuelve la normalidad al núcleo familiar. El mensaje implícito de la novela de Kaufman, es ni más ni menos, que la estabilidad y la felicidad de una pareja, depende de que ninguno de los dos miembros evolucione en exceso por separado, ya que si esto sucede, todo, por mucho amor que exista, se vendrá irremediablemente abajo, y por supuesto, a que por muy mal que vayan las cosas, siempre hay tiempo para rectificar.
El discurso presentado, a pesar de ser legítimo, lo considero, como dije con anterioridad marcadamente conservador, sobre todo, porque apuesta por paralizar la autonomía de los componentes de una determinada pareja, en aras del mantenimiento del sacrosanto matrimonio, que es entendido como una “unidad de destinos en lo universal”. Y nada más lejos de la realidad, pues toda pareja, ante todo es, o debe ser la unión de dos personas, con vida propia, que firman un acuerdo tácito de convivencia, con la esperanza de que esa unión sea lo más duradera posible. Pero esa unión no puede basarse, como algunos quisieran, en la paralización vital, o en el necesario desarrollo paralelo de los miembros que la conforman, entre otras razones, porque tal hecho es ante todo una imposibilidad, sobre todo cuando se trata de personas deseosas de vivir. Cada miembro de esas unidades familiares, a no ser que uno de los miembros quede anulado por la vitalidad del otro, algo que aunque parezca mentira suele resultar frecuente, tienen indudablemente que enfrentarse a la realidad, que siempre será su realidad, lo que día a día le obligará, lo quiera o no, a ser diferente a lo que fue ayer, por no decir de la persona que fue hace diez años. Esta evolución natural, pues vivir es crecer, crecer de forma constante, hace difícil la pareja tal como la entiende la autora, que es como se ha entendido tradicionalmente, lo que explica, en un mundo tan complejo como en el que nos vemos obligados a vivir, la crisis que padece, la institución del matrimonio. A pesar de todo, la vida en pareja es esencial para la estabilidad de todo individuo, y lo es, aunque resulte paradójico, pese a la inestabilidad que proporciona, inestabilidad que le tiene que obligar, a la necesidad de tener que replantearse la relación de forma constante. Ante tal hecho, independientemente al voluntarismo, lo único que puede mantener viva una pareja es algo tan difícil de llevar a cabo como la tolerancia, una tolerancia no basada en el desinterés hacia la otra persona, sino en la empatía.
De forma independiente al discurso desarrollado, la novela de Sue Kaufman me ha parecido magnífica, en primer lugar por el lenguaje utilizado, que no presenta en ningún momento aristas de consideración, lo que hace posible una lectura fluida en la línea de la mejor literatura norteamericana, pero también, por la utilización que la autora realiza de un género, que en la mayoría de las ocasiones puede resultar demasiado estrecho, el las novelas basadas en las entradas de un diario. Sí, Kaufman hace posible que las anotaciones que realiza en su diario desborden la estructura del propio diario, posiblemente por el hecho de que son entradas largas, en donde cada una de ellas se conforma más como una pequeña narración que como lo que en realidad deberían de ser, lo que posibilita que el lector, no se encuentre encorsetado por las dinámicas habituales de los diarios.
Es de agradecer, que en un tiempo como en el que vivimos, en donde las novedades literarias suelen anegar de mediocridad nuestro tiempo de lectura, que se rescaten obras de indudable valía que se encontraban descatalogadas o simplemente no traducidas, aunque ello signifique arriesgar por autores poco conocidos que carecen del atractivo de las teóricas figuras literarias del momento.

Jueves, 30 de septiembre de 2010

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