
LECTURAS
(elo.140)
UN ASESINATO COMPASIVO
José María Guelbenzu
Alfaguara, 2.008
Aunque resulte difícil de creer, pues últimamente sólo escribo sobre lo que leo, no suele interesarme la crítica literaria, ya que estoy convencido que cada lector, y por extensión cada crítico, lo único que puede aportar es su visión de lo que acaba de leer, lo que no me asegura nada sobre la bondad de un determinado texto. No obstante, por lo anterior, por el hecho de que hay miradas que me interesan, y porque me interesa la opinión que poseen sobre lo que leen, de vez en cuando, aunque poco, me sumerjo en algunas críticas, pero más por la firma de la misma, o por lo que se esconde detrás de ella, que por el texto que trata de comentar. Eso me pasa con Guelbenzu, que si tal figura existiera, desde hace años sería mi crítico literario de cabecera. Hace tiempo, leí una novela suya, “Un peso en el mundo”, a la que me asomé con cierto temor, pues la crítica y la creación literaria, creo que son materias contrapuestas, actividades que difícilmente logran conjugarse de forma adecuada, pero me quedé asombrado, ya que me encontré con una obra digna, es decir de un nivel medio alto, que en ningún momento esperaba. Con el tiempo, me enteré de que se estaba dedicando a la novela negra, y que había creado un personaje, una juez, sobre la que giraban todas sus historias. Como no soy un lector habitual de novela negra, sólo acudo a ellas para desintoxicarme, no presté importancia a tal hecho, pensando que ya me toparía con alguna de ellas. Pues bien, acabo de leer la última entrega, por ahora, de la juez Mariana de Marco, y a pesar de no ser una obra deslumbrante, tengo que reconocer, que es una novela que mantiene una altitud media bastante interesante, cosa nada habitual en este género, que por norma general, suele presentar en lo literario bastantes altibajos. Sí, la novela negra no se define precisamente por su cuidada elaboración, siendo en demasiadas ocasiones obras precipitadas, no trabajadas en exceso, como si se tuviera consciencia, que es un género que sólo tangencialmente tiene relación con la literatura, presentándose, por decirlo de alguna manera, como la hermana menor de la literatura de entretenimiento, no siendo más, en el fondo, para la mayoría los autores que se dedican a ella, que meros productos alimenticios.
“Un asesinato compasivo”, es una novela de entretenimiento, de serie negra, que no aspira a grandes logros, pero es una obra bien realizada, con la que se puede pasar un par de días, aunque evidentemente nadie debe esperar de ella más que eso, pues sólo es una lectura placentera, para aquellos días en que uno no tiene nada mejor que hacer, ni por supuesto, nada mejor que leer.
No hace mucho, escuché no sé donde, que la denominada novela negra o policíaca, estaba perdiendo su razón de ser, pues se estaba deslizando, peligrosamente, por la vertiente de la literatura banal, en lugar de afianzarse, o consolidarse, en lo que tradicionalmente ha sido su territorio, el de la crítica social. Yo no sé si ese es su ámbito, más bien creo que no, pero sí puedo decir, que las novelas de este género que más me han interesado, han sido las que han afrontado tal tarea, entre otras razones, porque esa crítica social las justificaba, las hacía necesarias. Si algo no comprendo es el hecho de escribir por escribir, el que alguien se dedique a contar historias sin más, pues aunque estén bien escritas, siempre exijo que las historias que leo, sean mucho más que la simple narración de determinados acontecimientos, lo que evidentemente es un prejuicio generacional con el que cargo. No me siento nada orgulloso de estar buscando constantemente debajo de las líneas de lo que voy leyendo, pues estoy convencido que lo natural, lo que hay que hacer, es disfrutar sin más con lo que se lee, apreciar las destrezas estructurales y formales, y por supuesto recrearme con la historia presentada, pero paralelamente estoy persuadido, que la buena literatura tiene que aspirar a mucho más, y no puede sólo conformarse con conseguir el deleite del lector. Por eso, a pesar de la dignidad con la que presenta sus novelas de serie negra, no comprendo como Guelbenzu pierde el tiempo con este tipo de literatura, en lugar de embarcarse, él que puede, en obras de más calado, pero en fin, imagino que sabrá sus razones, que espero no sean exclusivamente económicas.
Como no podía ser de otra forma, la novela gira alrededor de un crimen que se produce en una pequeña ciudad del norte de España, al que tiene que enfrentarse la juez de Marco, la cual, utilizando un método nada ortodoxo, más científico que detectivesco, consistente en crear una hipótesis, para partiendo de la misma buscar las pruebas para justificarla, descubre al asesino, y lo más importante, las causas que le empujaron a realizar tal acto. Como dije más arriba, la novela está bien realizada, pero en ningún momento llega a entusiasmar al lector, que lee y lee, sin dificultad, una obra cuya única virtud precisamente es la de dejarse leer.
No creo, aunque nunca se sabe, que vuelva a acercarme a la juez de Guelbenzu, pues hay tantas otras cosas que leer, incluso novela negra, que estimo una perdida de tiempo gastar energías, que a estas edades hay que dosificar, en obras que aportan tan poco. Estoy convencido, no obstante, que dentro de algunos años, Mariana de Marco, alcanzará el estrellato gracias a alguna serie televisiva, o al ser galardonada con el laurel del Planeta, pero nunca, en ningún caso, porque carece del atractivo y del carácter necesario, podrá parecerse a ese otro detective patrio, éste sí profesional, que tanto me gustaba, que se dedicaba a quemar libros, aunque sólo los que tenía ya asimilados, para calentar su espacioso salón, mientras cocinaba algún rico manjar, de su casa de la Valvidriera.
Martes, 4 de noviembre de 2.008
(elo.140)
UN ASESINATO COMPASIVO
José María Guelbenzu
Alfaguara, 2.008
Aunque resulte difícil de creer, pues últimamente sólo escribo sobre lo que leo, no suele interesarme la crítica literaria, ya que estoy convencido que cada lector, y por extensión cada crítico, lo único que puede aportar es su visión de lo que acaba de leer, lo que no me asegura nada sobre la bondad de un determinado texto. No obstante, por lo anterior, por el hecho de que hay miradas que me interesan, y porque me interesa la opinión que poseen sobre lo que leen, de vez en cuando, aunque poco, me sumerjo en algunas críticas, pero más por la firma de la misma, o por lo que se esconde detrás de ella, que por el texto que trata de comentar. Eso me pasa con Guelbenzu, que si tal figura existiera, desde hace años sería mi crítico literario de cabecera. Hace tiempo, leí una novela suya, “Un peso en el mundo”, a la que me asomé con cierto temor, pues la crítica y la creación literaria, creo que son materias contrapuestas, actividades que difícilmente logran conjugarse de forma adecuada, pero me quedé asombrado, ya que me encontré con una obra digna, es decir de un nivel medio alto, que en ningún momento esperaba. Con el tiempo, me enteré de que se estaba dedicando a la novela negra, y que había creado un personaje, una juez, sobre la que giraban todas sus historias. Como no soy un lector habitual de novela negra, sólo acudo a ellas para desintoxicarme, no presté importancia a tal hecho, pensando que ya me toparía con alguna de ellas. Pues bien, acabo de leer la última entrega, por ahora, de la juez Mariana de Marco, y a pesar de no ser una obra deslumbrante, tengo que reconocer, que es una novela que mantiene una altitud media bastante interesante, cosa nada habitual en este género, que por norma general, suele presentar en lo literario bastantes altibajos. Sí, la novela negra no se define precisamente por su cuidada elaboración, siendo en demasiadas ocasiones obras precipitadas, no trabajadas en exceso, como si se tuviera consciencia, que es un género que sólo tangencialmente tiene relación con la literatura, presentándose, por decirlo de alguna manera, como la hermana menor de la literatura de entretenimiento, no siendo más, en el fondo, para la mayoría los autores que se dedican a ella, que meros productos alimenticios.
“Un asesinato compasivo”, es una novela de entretenimiento, de serie negra, que no aspira a grandes logros, pero es una obra bien realizada, con la que se puede pasar un par de días, aunque evidentemente nadie debe esperar de ella más que eso, pues sólo es una lectura placentera, para aquellos días en que uno no tiene nada mejor que hacer, ni por supuesto, nada mejor que leer.
No hace mucho, escuché no sé donde, que la denominada novela negra o policíaca, estaba perdiendo su razón de ser, pues se estaba deslizando, peligrosamente, por la vertiente de la literatura banal, en lugar de afianzarse, o consolidarse, en lo que tradicionalmente ha sido su territorio, el de la crítica social. Yo no sé si ese es su ámbito, más bien creo que no, pero sí puedo decir, que las novelas de este género que más me han interesado, han sido las que han afrontado tal tarea, entre otras razones, porque esa crítica social las justificaba, las hacía necesarias. Si algo no comprendo es el hecho de escribir por escribir, el que alguien se dedique a contar historias sin más, pues aunque estén bien escritas, siempre exijo que las historias que leo, sean mucho más que la simple narración de determinados acontecimientos, lo que evidentemente es un prejuicio generacional con el que cargo. No me siento nada orgulloso de estar buscando constantemente debajo de las líneas de lo que voy leyendo, pues estoy convencido que lo natural, lo que hay que hacer, es disfrutar sin más con lo que se lee, apreciar las destrezas estructurales y formales, y por supuesto recrearme con la historia presentada, pero paralelamente estoy persuadido, que la buena literatura tiene que aspirar a mucho más, y no puede sólo conformarse con conseguir el deleite del lector. Por eso, a pesar de la dignidad con la que presenta sus novelas de serie negra, no comprendo como Guelbenzu pierde el tiempo con este tipo de literatura, en lugar de embarcarse, él que puede, en obras de más calado, pero en fin, imagino que sabrá sus razones, que espero no sean exclusivamente económicas.
Como no podía ser de otra forma, la novela gira alrededor de un crimen que se produce en una pequeña ciudad del norte de España, al que tiene que enfrentarse la juez de Marco, la cual, utilizando un método nada ortodoxo, más científico que detectivesco, consistente en crear una hipótesis, para partiendo de la misma buscar las pruebas para justificarla, descubre al asesino, y lo más importante, las causas que le empujaron a realizar tal acto. Como dije más arriba, la novela está bien realizada, pero en ningún momento llega a entusiasmar al lector, que lee y lee, sin dificultad, una obra cuya única virtud precisamente es la de dejarse leer.
No creo, aunque nunca se sabe, que vuelva a acercarme a la juez de Guelbenzu, pues hay tantas otras cosas que leer, incluso novela negra, que estimo una perdida de tiempo gastar energías, que a estas edades hay que dosificar, en obras que aportan tan poco. Estoy convencido, no obstante, que dentro de algunos años, Mariana de Marco, alcanzará el estrellato gracias a alguna serie televisiva, o al ser galardonada con el laurel del Planeta, pero nunca, en ningún caso, porque carece del atractivo y del carácter necesario, podrá parecerse a ese otro detective patrio, éste sí profesional, que tanto me gustaba, que se dedicaba a quemar libros, aunque sólo los que tenía ya asimilados, para calentar su espacioso salón, mientras cocinaba algún rico manjar, de su casa de la Valvidriera.
Martes, 4 de noviembre de 2.008
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