jueves, 8 de mayo de 2008

Corazón helado

LECTURAS
(elo.118)

CORAZON HELADO
Almudena Grandes
Tusquets, 2.007

Aunque en determinados círculos no esté bien visto, desde hace tiempo sigo con interés la obra de Almudena Grandes, pues sus novelas, a pesar de ir a contracorriente, al margen de las imposiciones que imponen las modas, en raras ocasiones consiguen dejarme indiferente. La autora madrileña, pese a tener a su favor a importantes sectores de la comunidad de lectores, lo que convierte a sus novelas, a las pocas horas de aparecer en las librerías, en indiscutibles éxitos editoriales, no cuentan con el aplauso y la consideración, de los que creen que la buena literatura, en una visión estrecha de la misma, es sólo lo que ellos creen que debe ser la buena literatura. Evidentemente ella no es una estilista, una de esas autoras que se dedican a buscar el preciosismo en novelas sin argumentos, de esas que sólo aspiran a buscar el goce estético y el reconocimiento, por parte de los de siempre, de haber conseguido una estructura narrativa digna del más afamado de los arquitectos. No, Almudena Grandes, es ante todo una contadora de historias, lo que a estas alturas, cuando al parecer lo importante en literatura son otras cosas, hay cuanto menos que agradecer. Los teóricos de la nueva literatura, hablan y hablan, llegando casi todos a la misma conclusión, a saber, que el futuro de la novela, pasa necesariamente por desterrar los argumentos, las historias de la misma, pues según ellos, lo realmente importante es la estructura y la palabra escrita, al existir otros soportes culturales en el mercado, mucho más eficaces para contar y publicitar eso que hasta ahora, ha constituido el núcleo central de la novela. Esto significaría, que la novela dejaría de ser eso que hasta ahora ha sido, para convertirse en un nuevo producto, sólo acto para un exquisito y reducido número de individuos, que encontrarían en ella, un espacio en donde poder deleitarse con las formas perfectas, pero en donde la vida no encontraría acomodo. En esa nueva novela que tanto se proclama, precisamente por lo anterior, estaría también ausente el mismísimo espíritu de la novela, que no pude entenderse sin el contacto directo y permanente con la vida, con la realidad, que es su territorio natural, lejos del cual, en ningún momento podría sobrevivir. Almudena Grandes, pese a todo, sigue apostando por la novela total (por la que algunos denomina garbancera), por la que se asienta sobre historias potentes, al comprender que al lector hay que secuestrarlo, al menos en un primer momento, por lo que se dice y no por el cómo se dice, actitud que la sitúa dentro de la corriente clásica, precisamente junto a los grandes, lo que en ningún momento como es de suponer, puede significar una descalificación global de su obra, como suele suceder.
Aunque muchos no lo crean, existen muchas formas de entender la literatura, siendo todas ellas legítimas, estando en este hecho, en su pluralidad, la gran riqueza que a lo largo de la historia, ha conseguido aportar a todos lo que se han acercado a ella. Existe una literatura de vanguardia, y otra que se encuentra a la vanguardia de la vanguardia, al tiempo que existen otras, que se adaptan sin muchos problemas a los moldes clásicos, coexistiendo por tanto, múltiples formas de comprender, gozar y utilizar ese instrumento que es la novela. Lo que no se puede a estas alturas, es descalificar de antemano, al tipo de literatura con la que uno no disfruta.
Con toda seguridad, la obra de Almudena Grandes puede parecer, al menos, estructuralmente anticuada, pues sus formatos se encuentran más cerca de los novelones del dieciocho que de las novelas que en estos momentos se realizan y publican. Sí, de acuerdo, pero sus temáticas, son en todo momento actuales, lo que convierte a sus obras, en extraños artilugios difíciles de clasificar, en donde se conjugan, la estructura de siempre con argumentos de una actualidad incontestable. Esta actitud que la autora mantiene con la novela, me recuerda en estos momentos, salvando siempre las distancias, a otro autor, a Vargas Llosa, al que también se le critica por lo mismo (aunque la obra del peruano, a pesar de su calidad, ha ido con el tiempo de mal en peor), por su aburguesamiento estructural. De todas formas, tanto a uno como a otra, siempre hay que seguir leyéndolos, pues en sus obras, se encuentra la esencia de la novela que nunca se puede perder.
“Corazón helado” es una novela a la que me ha costado acercarme, cosa extraña, pues desde hace tiempo sigo con interés la obra de la madrileña, lo que puedo atribuir, a dos cuestiones que cada día me repelen más, el de tratarse de otra obra sobre la guerra civil, o de las consecuencias de ésta, y a la extensión de la misma, que en esta ocasión creo que resulta excesiva. Pero de todas formas, como desde un principio sabía que iba a ocurrir, un poco más tarde de la cuenta, me he zambullido con mucho voluntarismo, sobre todo al principio, en una obra de la que no esperaba demasiado, y de la que estaba convencido que saldría escaldado. No obstante, la sensación que me ha dejado la misma, podría definirla como agridulce, pues a pesar de ser la peor obra de Almudena Grandes, creo que con diferencia, estimo que resulta necesaria su lectura, aunque sólo sea para comprobar la evolución de la autora.
Como apunté un poco más arriba, es una obra sobre las consecuencias de la guerra civil, un novelón que cuenta la historia de dos familias, que vivieron y padecieron la guerra civil en diferentes bandos, a través de las cuales, la autora, intenta transmitir su visión de la misma. Es también una obra, en donde se apuesta por la reconciliación nacional, pero siempre bajo el recuerdo de lo que realmente acaeció, pues desde el olvido, desde el pasar página en beneficio de todos, es imposible cualquier tipo de convivencia.
Es una obra excesiva, en donde se observa a la autora demasiado encorsetada debido a la descripción pormenorizada de acontecimientos que le quitan fluidez a su escritura, aunque de vez en cuando, como si de un Guadiana se tratara, el lector se encuentra con la Almudena Grandes de siempre, sobre todo cuando narra y se centra en las relaciones interpersonales, en donde siempre ofrece lo mejor de sí misma. Para colmo, posiblemente por la extensión de la obra, los personajes, los múltiples personajes que en ella aparecen, suelen resultar demasiado planos, previsibles, como si la autora no hubiera tenido tiempo, o espacio, para sacarle la punta que todos ellos requerían.
De todas formas, a pesar del mediocre resultado final, me quedo con la agradable sorpresa, de que la autora, en lugar de haberse conformado con realizar una obra más de las que nos tiene acostumbrado, haya apostado por un proyecto de más envergadura, lo que sin duda, demuestra que sigue siendo una autora viva que no se conforma con la estabilidad que le pueden aportar los registros que domina, sino que intenta avanzar con la intención de descubrir nuevos territorios, lo que siempre es interesante.

Viernes, 25 de abril de 2008

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