sábado, 5 de abril de 2008

Sobre el discurso dominante

ACERCAMIENTOS
(elo.114)

Sobre el discurso dominante

El dogmatismo y el sectarismo, desgraciadamente, desde hace algún tiempo se han asentado en la derecha española, incluso en los sectores teóricamente más ilustrados de la misma. Hasta no hace mucho, esa era la acusación que con maldad se lanzaba contra la izquierda, pero de forma inconcebible, parece que han cambiado las tornas. Los que siempre han presumido de liberales, incluso los que siguen suspirando por el liberalismo más clásico, de la noche a la mañana han dejado de serlo, por la sencilla razón, al menos eso creo, de que se han ideologizado tanto, que confunden lo que creen con la propia realidad. Sí, el neoliberalismo no sólo ha hecho, está haciendo mucho daño a nuestras sociedades, sino también al propio liberalismo, pues lo está convirtiendo en una ideología cerrada, en donde todas las ventanas de su fachada, desde las que se divisaban hermosas vistas, han sido cerradas a cal y canto. Lo peor que le puede ocurrir a alguien, es creer que está en posesión de la verdad, pues ello implica no sólo la ruptura de todo posible diálogo con el otro o con los otros, sino también, lo que es mucho más grave, la perdida de interés hacia la propia realidad, que se observa como algo clausurado, aprehendido y cosificado. Toda ideología cree tener a la realidad en un puño, pero olvida que lo único que de verdad poseen, son una serie de esquemas, casi todos matemáticos, que en ningún caso tienen que ver con la vida, que nunca se deja atrapar, al rebosar siempre los límites que se le impone. Hoy el espíritu liberal se encuentra a la izquierda, y más concretamente en el centro izquierda, sobre todo porque la derecha se ha derechizado. Todo esto viene, a raíz de la lectura de un artículo de un afamado columnista, en donde no mintiendo, miente al obviar y despreciar una parte significativa de la realidad, que es lo peor que le puede ocurrir a alguien que intenta comprenderla y analizarla. Creo que ha llegado el momento, de desenmascarar a todos los que se dedican desde sus tribunas a impartir doctrina, sobre todo, cuando se revisten de un liberalismo que hace tiempo abandonaron. Y hay que intentarlo rebatiendo sus planteamientos, pues esa estrategia es la que más les puede doler, ya que seguir como hasta ahora, callados, dejándoles arremeter contra todo lo que se mueve, carece de sentido, pues el sectarismo patológico que padecen, por el bien de todos, no puede seguir imponiéndose bajo ningún concepto.
La izquierda lleva mucho tiempo callada, aguantando ataques que poco a poco, han logrado erosionarla, y todo, por la mala conciencia que se apoderó de ella a raíz de sus últimos y sonoros fracasos. Se ha dejado arrinconar, incluso golpear, y lo peor de todo, es que ha perdido su voz, sus discursos, quedando sólo a la espera, aunque sin muchas esperanzas, de tiempos mejores. Cualquiera puede levantar la voz contra ella, como si en realidad se tratara del sparring ideal, ese que en ningún momento devuelve los golpes. No se trata de volver a caer en los antiguos errores, no, pues carece de sentido crear discursos cerrados que contrarresten la fortaleza de la nueva derecha, de lo que se trata, es que partiendo de una serie de ideas irrenunciables, pocas, se pueda articular una estrategia flexible que consiga apoderarse de ese liberalismo, en el sentido amplio del termino, que los que ahora lo dominan todo han dejado en el camino. Sí, el objetivo no puede ser otro que el de recuperar la voz perdida, el talante contestatario que siempre ha singularizado a la izquierda, de responder a todas las afirmaciones que sin fundamentos se realizan, y que de tanto repetirse y repetirse se sedimentan apareciendo como verdades fundamentales, en suma, de levantar la mano sin pudor y decir, “estáis equivocados”. Para ello no hace falta acudir a seminarios, ni a sesudas conferencias en donde se analicen los fundamentos de esa nueva derecha que aspira a controlarlo todo, no, basta sólo con descubrir las fisuras de los discursos que cotidianamente tratan de iluminarnos, que aunque parezca mentira existen. Es suficiente que a título individual, cada uno desde su posición, consiga meter los dedos en las contradicciones que aparecen, sin mucha sutileza por cierto (están demasiado crecidos para ello), en los discursos que intentan paralizarnos, en los análisis con los que tratan de convencernos de que estamos equivocados, en el origen de esa prepotencia que lo inunda todo.
En resumen, Ha llegado el momento de abandonar las barricadas en donde hemos estado escondido demasiado tiempo, y volver a pasear con la cabeza alta, que es lo que siempre hemos hecho, dispuestos a arremeter contra todas esas barbaridades que algunos se empeñan en sostener. Puede que de esta forma, ese nuevo tiempo que tanto habíamos esperado, aparezca ante nosotros.

Viernes, 14 de Marzo de 2.008

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