LECTURAS
(elo.093)
MODERNIZAR LA IZQUIERDA
Anthony Giddens
El País, 9.09.07
¿Tiene razón Giddens al estimar, que dadas las circunstancias actuales, sólo se puede llevar a cabo una política de izquierdas desde el centro izquierda? En principio, lo que parece claro, es que tal presupuesto es apoyado mayoritariamente por todos los partidos de la izquierda con posibilidades reales de tomar el poder, es decir, por la socialdemocracia, lo que no significa, o no puede significar, que tal hecho avale la teoría del inglés. Para Giddens, la izquierda debe intentar en la medida de lo posible, adaptarse a los tiempos que corren, y no ensimismarse, como suele hacer, en antiguos postulados que poco tienen que ver, con la realidad ante la que el ciudadano medio tiene que enfrentarse cotidianamente, siendo éste y no otro, según él, la principal causa que mantiene a la izquierda en jaque. No creo que nadie, al menos en su sano juicio, estime que la izquierda no tenga que evolucionar y adaptarse a las características del presente, es más, creo que todos los componentes de la izquierda, subrayarían tal necesidad, pero otra cosa sería, que dicha izquierda, con la intención de hacerse con el poder, aunque se esté convencido que sólo desde el poder se pueda modificar y transformar la realidad, tenga que abandonar sus postulados más básicos.
Me sorprende la sintonía de los planteamientos de Giddens con las ideas que el otro día recogí de un artículo de Savater, en donde éste último, intentaba justificar la creación de su nuevo partido. En él, el autor de “Ética para Amador”, comentaba, que la gran diferencia de la izquierda frente a la derecha, era su idea de progreso, estimando que la gran dinámica actual no se encuentra ya en el binomio derecha-izquierda, sino en el de progresismo y conservadurismo, en donde los primeros, tendrían que tomar el relevo de los antiguos izquierdistas, para intentar superar las ideas preconcebidas que sostienen los conservadores. Para ambos autores, los miembros de la izquierda o de la antigua izquierda, poseen una misión esencial, al tener que luchar contra las ideas encallecidas, que no sólo se encuentran en poder de la derecha, sino también en el seno de la izquierda más clásica, esa que se resiste a comprender que la realidad es cambiante y que necesita ideas nuevas para poder afrontarla. Parece ser, según lo visto, que lo que diferencia a la izquierda ya no es su reivindicación de la igualdad, sino su concepción del progreso, lo que en principio me deja fuera de juego, pues al menos desde mi punto de vista, una izquierda, por muy moderna que sea, que pase de puntillas sobre tal problema, el de la igualdad en el más amplio sentido del término, dejaría de tener sentido. Modernizar la izquierda significa para Giddens, intentar adaptar la izquierda a la realidad, lo que en principio no sería ningún desafuero, mientras que para Savater, la izquierda tiene la obligación de luchar para eliminar los cuellos de botella que la mantienen paralizada, lo que tampoco resultaría ningún desatino. Sí, la izquierda, no sólo debe, sino que tiene la obligación de trabajar de forma constante desde su seno, por no perder de vista la fisonomía de la realidad, al tiempo que, tiene que obligarse a pulir, y si es necesario modificar de forma radical sus planteamientos, cuanto éstos impliquen una influencia nociva sobre sus actuaciones, pero este hecho no tiene nada que ver, al menos así lo creo, con la propuesta que la invita a posicionarse en el centro izquierda, que es lo que en realidad nos quieren decir tanto Giddens como Savater, entre otras razones, porque la perspectiva que se observa desde dicha posición, en buena medida desautoriza muchos de sus planteamientos esenciales.
Para empezar, y esto creo que es importante, la izquierda debe de dejar de pensar en tomar el poder, aunque ello implique una marginalización de la misma, pues su misión no puede ser otra, al menos en un principio, que la de convertirse en una especie de “pepito grillo”, que de forma constante, señale hacia las fallas del sistema, aportando alternativas razonables y elaboradas a las mismas. Los que estiman que la izquierda debe centrarse, en el fondo a lo que aspiran, es a pulir sus aristas más sobresalientes para posicionarse como alternativa edulcorada, con objeto de agenciarse de una mayoría suficiente para auparse al poder, para desde allí, intentar gestionar de la mejor forma posible la realidad, lo que es una estrategia válida, correcta y razonable, pero que no puede ser la política que deba llevar a cabo la izquierda, al menos la izquierda real. Creo que este es el problema, que existen dos izquierdas, aunque una de ellas se intente desautorizar de forma constante en beneficio de la otra, aquella que suele calificarse de realista. El problema es que la izquierda realista, que no es otra que la socialdemócrata, de tanto comulgar con eso tan de moda que llaman pragmatismo, ha dejado aparcado en su trayectoria, aunque aún pueda presumir de una sensibilidad social aceptable, de buena parte de los objetivos que siempre han vertebrado y singularizado a la propia izquierda. Lo anterior no significa que la socialdemocracia, que cada día, y en esto como en otras muchas cosas tiene razón Giddens, no tenga que centrarse, pues sus aliados naturales en la actualidad son las denominadas clases medias, pues así y todo tiene un papel importante que jugar, sino que junto a esa izquierda moderada y digamos que “colaboracionista”, tiene que seguir existiendo la otra izquierda. Esa otra izquierda, la que sabe que su auténtico lugar se encuentra en la oposición, tiene también una labor importante que realizar, una labor, que en ningún momento puede verse mediatizada por las hipotecas que impone las responsabilidades de tener que gobernar. Evidentemente, esa otra izquierda padece también de importantes lastres, entre otras razones, como diría Giddens, porque no ha comprendido que la realidad se ha modificado de forma radical en los últimos veinticinco años, siguiendo buena parte de ella, viviendo de los réditos teóricos de la izquierda del siglo pasado. Pero esta izquierda, como lo hace la socialdemocracia, también tiene la obligación de modernizarse, pero a diferencia aquélla, para seguir estando en el lugar que le corresponde, que es el de la crítica constante a las desigualdades existentes, al tiempo que, y esta es una nueva misión que debe desempeñar, la de vigilar y la de publicitar los atentados que de forma constante se están llevando a cabo contra el medio ambiente.
Lo que hay que tener claro, es que cuando alguien hable de izquierda, es necesario saber de qué izquierda se está hablando, pues no existe una sólo izquierda, sino en principio dos, una la que de forma constante analiza Giddens, y otra, la que se encuentra a la izquierda de esa izquierda, que pese a ser minoritaria (siempre será minoritaria), resulta esencial para el mantenimiento de los equilibrios políticos de nuestras sociedades.
Martes, 11 de septiembre de 2007
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