jueves, 3 de mayo de 2007

Contra Natura, Álvaro Pombo

(elo.079)

CONTRA NATURA
Álvaro Pombo
Anagrama, 2.005

Tengo que reconocer, que en los últimos meses, mi relación con la novela no ha sido la esperada, pues a pesar de no dejar de acercarme a ella, no he encontrado ninguna que pudiera considerar como aceptable. No estoy muy convencido de si el problema es mío, o si por el contrario, la culpa la han tenido las diferentes novelas, que por un conducto o por otro, han conseguido llegar a mi poder. No lo sé, pero lo cierto, es que desde hace bastante tiempo, no disfruto de verdad con una novela, lo que me está comenzando a preocupar. Puede que la culpa esté repartida, que yo haya impuesto un listón demasiado alto, algo no muy aconsejable, y que las obras con las que tropiezo, tampoco posean una altura minimamente tolerable. Es posible incluso, que sólo se trate de una mala racha, de un periodo en donde hayan coincidido, casualmente, malas lecturas y malas novelas, que sin duda en poco tiempo, como ha ocurrido en otras ocasiones, cambiará de forma radical, aunque tengo que reconocer, que en esta ocasión no estoy muy seguro de ello. Cada día estoy más convencido, no obstante, que la deriva de la novela actual, se aleja cada vez más, de lo que creo que debe ser una buena novela, lo me está dejando descolocado, apartado, sin poder hacer nada para evitarlo. Sí, la novela que me interesa, es aquella que logra compaginar una buena historia, con una estructura narrativa adecuada a dicha historia, pero siempre teniendo en cuenta, que una historia para ser buena, tiene que, basándose en la realidad, conseguir que el lector no quede indiferente ante lo que se le cuenta. Lo que abunda en la actualidad, sin embargo, son novelas perfectamente desarrolladas, lo que se debe a que nunca se ha escrito tan bien como en estos momentos, pero que carecen de peso, de una historia, que en realidad consiga, además de que el lector pase un buen rato con ella, hacer que éste se interrogue sobre el tema que se le presenta. Lo que me interesa en realidad, no es pasar un buen rato con una novela, pues hay otros productos culturales y no culturales, que pueden competir con ella de forma eficiente, y que incluso, sin muchos problemas, la pueden aventajar en tales cometidos, nada elevados por otra parte, pues ante todo, y en mi opinión, la novela debe y tiene que ser un instrumento de conocimiento, tanto para el autor como para el lector, de suerte que, aquella que no aspire a tal objetivo, la que se quede en lo secundario, que son la mayoría, me suelen dejar completamente indiferente. La novela dominante por tanto, es aquella que trata de evitar la esencia misma de la novela, la que se conforma con asentarse en un terreno intermedio, que a nadie parece satisfacer, salvo a aquellos, que confunden la literatura con la rentabilidad económica. Afortunadamente las últimas obras de Álvaro Pombo, uno de los pocos autores españoles que me siguen interesando, apuestan por una literatura comprometida (algunos estúpidos siguen confundiendo la literatura comprometida con la literatura partidista), comprometida con los problemas que embargan a la ciudadanía, en lugar de embarcarse en absurdas historias, que suelen acabar en un extraño callejón sin salida, tanto metafísico como no metafísico, dependiendo de si el autor se decide a afrontar temas celestiales o banales, que los hay de todo.
“Contra natura” trata sobre el tema del amor entre homosexuales, que en principio, debería de ser como el de los heterosexuales, es decir, una experiencia complicada, repleta de tensiones, pero también de satisfacciones, en donde dos personas, intentan hacer posible algo tan difícil como un futuro común. Alcanzar una relación amorosa aceptable, es la gran aspiración de todos, algo difícil de conseguir, pero a lo que nadie puede renunciar, pues en ello nos jugamos eso tan importante que denominados felicidad. Parece, de hecho estamos seguros de ello, que la felicidad es imposible sin el amor, lo que convierte el tema del amor, en una pieza esencial de la maquinaria de relojería de nuestra existencia. Bien, si el amor es tan importante y tan difícil de conseguir, puede resultar evidente, que tal conquista, para el colectivo homosexual sea algo que supere lo heroico, aunque sólo sea, por las dificultades que históricamente han tenido que franquear. Siempre me ha sorprendido, la importancia que tiene el amor y el sexo entre los homosexuales, dándome la sensación que viven sólo para ello, lo que puede atribuirse, o al menos quiero atribuir, a la terrible represión que siempre han soportado, aunque con el tiempo, creo que hay algo más detrás de ello, algo que señala hacia una forma de vivir la homosexualidad, que a ellos, a los malditos de siempre, les ha posicionado en un lugar de vanguardia que ni ellos mismos esperaban alcanzar. Los homosexuales, incluso en las catacumbas, al estar alejados de la moral cristiana, al menos en todo lo referente al dogma sexual, siempre han sabido diferenciar entre el sexo y el amor, viendo en lo primero un juego, un juego en todo momento apetecible, que había que practicar cuanto más mejor, mientras que lo segundo, el amor, representaba la estabilidad, la isla a la que siempre había que llegar, coincidiendo en esto último con los heterosexuales. Lo curioso, es que ahora, cuando lo homosexual es aceptado, con mayor o mejor agrado, y se afirma desde los sectores más integrados de la propia comunidad homosexual, que ha llegado el momento de la normalización, en donde la institucionalización del matrimonio gay tendrá un peso decisivo, se observa, que desde posiciones no homosexuales, se reivindica la forma de vida gay, pudiéndose decir incluso, que lo gay, que el estilo de vida gay está de moda. ¿Pero qué es lo que está realmente de moda? Lo que está de moda es el lado lúdico de la homosexualidad, no el dramático, el tradicionalmente reprimido. Lo que está en estos momentos reivindicándose, es la actitud que los sectores más vanguardistas del colectivo homosexual sostuvieron frente al sistema, pero siempre en lo referente al plano estético, en lo referente a las modas y en todas aquellas actitudes y comportamientos tendentes a desacralizar el sexo hasta convertirlo en un juego, en algo con lo que hay sobre todo que disfrutar.
Pero esta banalización de la homosexualidad, de lo mariquita, oculta el otro plano, el plano doloroso, pues el mundo gay no se sostiene sólo sobre la peineta y el sexo, sobre la moda y la pose, al ser ésta, sólo la parte visible de un universo que aún no se ha ventilado lo suficiente, lo que señala hacia el otro plano de la homosexualidad, al de la soledad y al del amor, que cada día se distancia más del de la estética por la estética y del de la sexualidad por el mero placer. Álvaro Pombo en esta novela, quiere mostrar ese otro plano del mundo gay, el que se encuentra colindante con el mundo heterosexual, ese mundo en donde el amor y la lucha por evitar la soledad, ocupan un espacio esencial para lograr eso que llamamos equilibrio psíquico, rechazando de un manotazo, el manoseado y amanerado mundo mariquita, en donde todo, parece decir Pombo, es de una superficialidad escalofriante y de una falsedad absoluta.
La novela muestra a dos personajes, a Salazar y a Allende, ambos en la sesentena, elaborando gracias a ellos el autor, dos estereotipos, sobre los que mostrar las dos caras de la homosexualidad, pues mientas que Salazar es el homosexual de buena posición, que no acepta su propia condición pero que juega con ella, lo que le conduce con el tiempo al derrumbe definitivo, el otro, Allende, representa a los que aceptan su homosexualidad tal y como es, consiguiendo alcanzar un estable equilibrio, no muy diferente al que puede alcanzar cualquier heterosexual. Pombo apuesta por todo lo que representa Allende, por la homosexualidad real, pero también por el compromiso de los que no se quedan en la pose, con los que, en la medida de lo posible, cuando pueden echan un cable, para evitar que alguien naufrague, en fin, el autor reivindica una homosexualidad responsable y normalizada, alejada del marujeo y del mariconeo puro y duro, pues esa es la única forma, de poder superar la marginación que han padecido, y que siguen padeciendo la mayoría de los homosexuales.
Lo mejor de la novela es el estilo Pombo, esa peculiar forma de escribir que he visto fraguarse novela tras novela y que cada día resulta más poderosa, en donde el lenguaje más exquisito se conjuga de forma constante con el más chabacano, creando páginas de una poética memorable. Creo que “contra natura”, a pesar de no ser, ni mucho menos una de las mejores novelas de Pombo, si es una novela que vale la pena leer, pues ante tanta pornografía literaria, ante tanta basura, sigue existiendo, afortunadamente para los lectores, la solidez de media docena de autores, sobre los que necesariamente hay que seguir apoyándose para intentar disfrutar, al menos de vez en cuando, de una literatura con ambiciones, es decir, de una literatura de calidad.

No hay comentarios: