sábado, 19 de marzo de 2016

Escarnio

LECTURAS
(elo.333)

ESCARNIO
Coradino Vega
Caballo de Troya, 2014

                        Cuando cae en mis manos, como últimamente me ha ocurrido en varias ocasiones, una obra de un autor que comienza, además de valorar el texto en sí, que es lo importante, de de intentar comprender lo que ese autor desea aportar, me interesa averiguar la brecha por la que desea adentrarse en el mundo literario, a veces incluso más que el potencial que pudiera para ello tener. Soy de los que piensan que en las primeras obras se pone todo lo que se tiene, pudiéndose observar en ellas, por muy prematuras que sean, por muy desacertadas que pudieran llegar a ser, el lugar al que se desea llegar, tanto en lo estético como en lo temático. Este es el motivo por el que me interesa leer a estos autores noveles, al poder encontrar en ellos las nuevas tendencias, o no tan nuevas, que tratan de abrirse camino en un panorama demasiado complejo que necesita de forma urgente nuevas voces y nuevos discursos. Hoy en día, cuando todos los que aspiran a convertirse en escritores escriben bien, de forma correcta, lo que hay que exigir sobre todo es que los que empiezan deseen y puedan decir algo, y que no se conformen con ese sólo “saber escribir” que sin dudas los acorralará en el triste y multitudinario pelotón de escritores publicados, cuyos textos, en el mejor de los casos, sólo serán leídos por sus amigos, o por aquellos que, por diferentes motivos, no han tenido más remedio que acercarse a ellos. Pese a lo que se afirma, esas primeras obras son fundamentales para abrir puertas, pero también para cerrarlas, para dar el salto del oscuro anonimato o para caer en el empantanamiento definitivo, de suerte que cuando esto último ocurre, difícilmente se logra conseguir una segunda oportunidad.
                        El mundo literario es un mundo difícil en el que son pocos los que consiguen abrirse hueco, posiblemente más ahora que nunca, y eso a pesar de que la industria de la edición hasta cierto punto se ha democratizado, ya que los lectores, ante la enorme oferta que encuentran ante sí, son afortunadamente más selectivos y desgraciadamente más escasos que en periodos anteriores. Hoy, para que un texto consiga llamar la atención, para que sobresalga de la montaña de textos que se editan, tiene que aportar algo, algo más que su propia calidad literaria, que siempre, como dije antes, y tal como está el patio, se le supone.
                        Por una serie de circunstancias ha caído en mis manos una obra de un autor al que desconocía, “Escarnio”, de Coradino Vega, que puede servir para ilustrar lo anterior.
                        “Escarnio” es una novela de ciento cuarenta páginas que se puede leer, si se desea, de una sola sentada, una novela bien escrita, pero que no aporta absolutamente nada, ni en lo estructural, ya que es una narración lineal, ni por su contenido, al contar una historia que no dice nada nuevo al lector. Es una novela más, una novela sosa y poco condimentada, de la que sólo se puede salvar la honestidad con la que está escrita, lo que a estas alturas hay que reconocer que es bien poco. No me resulta fácil decir esto, pero cada día estoy más convencido que hay que ser exigentes con lo que se lee, incluso cuando lo que se lee está escrito por alguien que está comenzando, pues “las flores a María”, tan habituales en el mundo en que vivimos, en el que nada es malo, en el que todo es pasable y digno de elogio, está haciendo demasiado daño. “Escarnio” no es una mala novela, no, no lo es, pero es una novela hasta cierto punto anodina, que no seduce, que “no mata” como diría un amigo, y eso, aunque sea duro decirlo es lo peor que se puede decir de una novela, sobre todo cuando su autor, por su juventud, debe aspirar a algo más. Por esa honestidad que destaco, “Escarnio”, en determinados momentos me ha recodado ciertos aspectos de la obra de Muñoz Molina, pero ni de lejos el autor es tan arriesgado como el jiennense, que conjuga esa honestidad provinciana con una temeraria ambición literaria, que le permitió desde el primer momento posicionarse en el punto de mira de todos los observadores, cosa que por desgracia, para nada consigue Coradino Vega.
                        Se podría decir, aunque estas afirmaciones son siempre arriesgadas, que “Escarnio” es una obra de realismo social que trata de visualizar la realidad política en la que se vivía hace veinte años, en los estertores de los sucesivos gobiernos de Felipe González, cando la derecha realizaba una de sus barriobajeras ofensivas de cara a conseguir el poder, acompañada por las también últimas acciones de los grupos de extrema derecha y por los siempre desestabilizadores golpes de ETA. Coradino Vega sitúa la acción en un prestigioso Colegio Mayor de Madrid, el Pío Nono, en el seno del cual dibuja, a escala reducida, las tensiones que padecía la sociedad española de la época, tensiones que sufre un joven onubense que hasta allí había llegado gracias a una influyente recomendación y que sólo aspiraba a estudiar y a estudiar para cumplir con sus objetivos.
                        En un principio, durante las primeras páginas, el autor consiguió mantenerme metido en la novela, pero ésta pronto dejó de interesarme, tanto por la trama de la misma, en donde determinadas situaciones resultaban extrañas e irreales, como la relación del protagonista con Ainara, así como por la aridez de la narración. Pese al aparente buen manejo que demuestra el autor de las artes literarias, que “Escarnio” es demasiado simple, excesivamente primaria, una novela que en ningún momento levanta vuelo, que si bien no se le cierra las puertas al autor, tampoco consigue abrírselas.


Jueves, 12 de noviembre de 2015

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