LECTURAS
(elo.333)
ESCARNIO
Coradino Vega
Caballo de
Troya, 2014
Cuando
cae en mis manos, como últimamente me ha ocurrido en varias ocasiones, una obra
de un autor que comienza, además de valorar el texto en sí, que es lo
importante, de de intentar comprender lo que ese autor desea aportar, me
interesa averiguar la brecha por la que desea adentrarse en el mundo literario,
a veces incluso más que el potencial que pudiera para ello tener. Soy de los
que piensan que en las primeras obras se pone todo lo que se tiene, pudiéndose
observar en ellas, por muy prematuras que sean, por muy desacertadas que
pudieran llegar a ser, el lugar al que se desea llegar, tanto en lo estético
como en lo temático. Este es el motivo por el que me interesa leer a estos
autores noveles, al poder encontrar en ellos las nuevas tendencias, o no tan
nuevas, que tratan de abrirse camino en un panorama demasiado complejo que
necesita de forma urgente nuevas voces y nuevos discursos. Hoy en día, cuando
todos los que aspiran a convertirse en escritores escriben bien, de forma
correcta, lo que hay que exigir sobre todo es que los que empiezan deseen y
puedan decir algo, y que no se conformen con ese sólo “saber escribir” que sin
dudas los acorralará en el triste y multitudinario pelotón de escritores
publicados, cuyos textos, en el mejor de los casos, sólo serán leídos por sus
amigos, o por aquellos que, por diferentes motivos, no han tenido más remedio
que acercarse a ellos. Pese a lo que se afirma, esas primeras obras son fundamentales
para abrir puertas, pero también para cerrarlas, para dar el salto del oscuro
anonimato o para caer en el empantanamiento definitivo, de suerte que cuando
esto último ocurre, difícilmente se logra conseguir una segunda oportunidad.
El
mundo literario es un mundo difícil en el que son pocos los que consiguen
abrirse hueco, posiblemente más ahora que nunca, y eso a pesar de que la
industria de la edición hasta cierto punto se ha democratizado, ya que los
lectores, ante la enorme oferta que encuentran ante sí, son afortunadamente más
selectivos y desgraciadamente más escasos que en periodos anteriores. Hoy, para
que un texto consiga llamar la atención, para que sobresalga de la montaña de
textos que se editan, tiene que aportar algo, algo más que su propia calidad
literaria, que siempre, como dije antes, y tal como está el patio, se le
supone.
Por
una serie de circunstancias ha caído en mis manos una obra de un autor al que
desconocía, “Escarnio”, de Coradino Vega, que puede servir para ilustrar lo
anterior.
“Escarnio”
es una novela de ciento cuarenta páginas que se puede leer, si se desea, de una
sola sentada, una novela bien escrita, pero que no aporta absolutamente nada,
ni en lo estructural, ya que es una narración lineal, ni por su contenido, al
contar una historia que no dice nada nuevo al lector. Es una novela más, una
novela sosa y poco condimentada, de la que sólo se puede salvar la honestidad
con la que está escrita, lo que a estas alturas hay que reconocer que es bien
poco. No me resulta fácil decir esto, pero cada día estoy más convencido que
hay que ser exigentes con lo que se lee, incluso cuando lo que se lee está
escrito por alguien que está comenzando, pues “las flores a María”, tan
habituales en el mundo en que vivimos, en el que nada es malo, en el que todo
es pasable y digno de elogio, está haciendo demasiado daño. “Escarnio” no es
una mala novela, no, no lo es, pero es una novela hasta cierto punto anodina,
que no seduce, que “no mata” como diría un amigo, y eso, aunque sea duro
decirlo es lo peor que se puede decir de una novela, sobre todo cuando su
autor, por su juventud, debe aspirar a algo más. Por esa honestidad que
destaco, “Escarnio”, en determinados momentos me ha recodado ciertos aspectos
de la obra de Muñoz Molina, pero ni de lejos el autor es tan arriesgado como el
jiennense, que conjuga esa honestidad provinciana con una temeraria ambición
literaria, que le permitió desde el primer momento posicionarse en el punto de
mira de todos los observadores, cosa que por desgracia, para nada consigue
Coradino Vega.
Se
podría decir, aunque estas afirmaciones son siempre arriesgadas, que “Escarnio”
es una obra de realismo social que trata de visualizar la realidad política en
la que se vivía hace veinte años, en los estertores de los sucesivos gobiernos
de Felipe González, cando la derecha realizaba una de sus barriobajeras
ofensivas de cara a conseguir el poder, acompañada por las también últimas
acciones de los grupos de extrema derecha y por los siempre desestabilizadores
golpes de ETA. Coradino Vega sitúa la acción en un prestigioso Colegio Mayor de
Madrid, el Pío Nono, en el seno del cual dibuja, a escala reducida, las
tensiones que padecía la sociedad española de la época, tensiones que sufre un
joven onubense que hasta allí había llegado gracias a una influyente
recomendación y que sólo aspiraba a estudiar y a estudiar para cumplir con sus
objetivos.
En
un principio, durante las primeras páginas, el autor consiguió mantenerme
metido en la novela, pero ésta pronto dejó de interesarme, tanto por la trama
de la misma, en donde determinadas situaciones resultaban extrañas e irreales,
como la relación del protagonista con Ainara, así como por la aridez de la
narración. Pese al aparente buen manejo que demuestra el autor de las artes
literarias, que “Escarnio” es demasiado simple, excesivamente primaria, una
novela que en ningún momento levanta vuelo, que si bien no se le cierra las
puertas al autor, tampoco consigue abrírselas.
Jueves, 12 de
noviembre de 2015
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