LECTURAS
(elo.323)
LOS PÁJAROS DE
AUSCHWITZ
Arno Surminski
Salamandra, 2008
Se
ha escrito mucho sobre el Holocausto, sobre Auschwitz, quizás demasiado, por lo
que existe cierta tendencia inconsciente a rechazar todo lo que sobre el tema
nos llega, al estar convencidos de que ya lo sabemos todo sobre él. Pero
Auschwitz como concepto, como concepto del mal, del mal realizado por el hombre
contra el hombre, siempre debe estar en el centro de nuestro pensamiento
político, para que nunca podamos olvidar hasta dónde puede llegar una
ideología, y lo que es aún peor, hasta dónde puede llegar el ser humano cegado
por una ideología. Se ha escrito mucho sobre Auschwitz, cierto, por lo que
difícilmente nos puede extrañar ya algo de lo que ocurrió en aquellas lejanas tierras
polacas, pero no obstante, a veces, nos llega una nueva visión que nos obliga a
plantearnos una vez más qué es lo que sucedió para que la moral, la moral con
mayúsculas, se doblegara ante los imperativos de unos pocos. Sí, porque a pesar
de que lo importante es el sufrimiento de los que padecieron los horrores del
Holocausto, no deja de ser esencial interrogarnos, volver a interrogarnos, por
la estructura mental de los que ejecutaron las órdenes recibidas, a sabiendas,
dijeran con posterioridad lo que dijeran, de ser consciente de lo que realmente
estaban haciendo. Lo que está claro es que no todos los alemanes fueron unos
asesinos, ya que la mayoría con seguridad eran ciudadanos ejemplares que trabajaban
lo mejor que podían, cuidaban de sus familias y se deleitaban con sus
entretenimientos favoritos cuando tenía tiempo para ello, y lo eran a pesar de
que apoyaron, hasta casi al final, a un régimen que llevó a cabo uno de los
genocidios más brutales que jamás se han perpetrado, y que en la implementación
del mismo participaron directamente miles y miles de esos ciudadanos
ejemplares, que necesariamente tuvieron que difundir lo que estaba ocurriendo,
por lo que, a pesar de que repitieron y repitieron en su defensa que sólo se
limitaron a cumplir las órdenes que recibieron, eran moralmente colaboradores
directos del régimen y culpables de las actuaciones que llevaron a cabo.
El
problema no es, como en cierto momento dijera el protagonista de esta novela, “de
que los alemanes dejaran de creer en Dios”, no, el problema es que llegaron a
creer en otros dioses que les empujaron a actuar de la manera en que lo
hicieron, de suerte que estaban convencido que realizaban el bien, es decir, lo
que tenían que hacer. El problema, el núcleo central del problema, es que
creían que pertenecían a una raza elegida con una tarea histórica que cumplir,
y que por ello, no sólo era legítimo, sino también una obligación moral
eliminar a todas aquellas razas inferiores y parasitarias que convivían con
ellos. Este hecho pone sobre el tapete la importancia que ejercen las
religiones y de las ideologías sobre el ser humano, a las que siempre hay que temer y observar con
cautela, al obligar a éste a agarrarse a unos códigos de conductas, que a
veces, pueden poner en jaque los conceptos tanto del Bien como del Mal.
El
hecho de cómo consiguió el nacionalsocialismo tergiversar la moral preexistente
e imponerse socialmente es algo largo de explicar, aunque puede justificarse
por la necesidad de empoderamiento que tenía el grueso de la población alemana,
pero lo cierto, es que el nuevo código moral que se consiguió imponer, hizo
posible un cataclismo histórico difícil de olvidar.
“Los
pájaros de Auschwitz” es una pequeña novela, escrita en breves capítulos, en
donde el autor de forma sintética, sin apenas alharacas narrativas, narra la
historia de un preso en un campo de concentración, que después de haber
estudiado arte en Cracovia, y sin saber los motivos reales de su detención,
tiene la fortuna de ser elegido por uno de sus carceleros, que también era ornitólogo, para que le dibujara los pájaros
del entorno de Auschwitz que ilustrarían el trabajo que estaba realizando. Es
una novela en donde se deja constancia de la pasión del ornitólogo por las aves
de aquel lugar, pero al mismo tiempo, del desdén que sentía por lo que ocurría
en los campos de concentración donde prestaba sus servicios. El autor, Arno
Surminski, en su obra quiere dejar constancia, del escaso interés que los nazis
sentían por lo que sucedía a su alrededor, no porque fueran inhumanos, sino
porque la nueva moral sobre la que se
habían asentado veía esas actuaciones como normales y necesarias. Lo más
interesante de la novela, es la sensibilidad que sentía el coprotagonista, el
ornitólogo, hacia las aves y hacia su familia, y cómo sin apenas darle
importancia, aceptaba el inhumano trato que padecían los presos como
inevitables, al tiempo que sólo en último extremo justificaba su actitud como
la de un soldado que se limitaba a cumplir con aquello que le ordenaban.
“Los
pájaros de Auschwitz” es una novela que se lee bien, y en poco tiempo, que
consigue dejar en cuarentena al ser humano.
Lunes, 8 de
junio de 2015
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