viernes, 7 de noviembre de 2014

Las tres bodas de Manolita

LECTURAS
(elo.307)

LAS TRES BODAS DE MANOLITA
Almudena Grandes
Tusquets, 2014

                        Almudena Grandes me ha vuelto a convocar y no he tenido más remedio que leer, al principio un poco a regañadientes, la tercera novela de su ambicioso proyecto literario denominado “Episodios de una guerra interminable”, novela que desde mi punto de vista es la mejor de las tres que hasta el momento ha publicado. Tengo que reconocer que me costó trabajo arrancar, que al principio estuve a punto de dejarla a un lado, pues leer más de setecientas páginas con el estilo puntilloso de la escritora madrileña, en donde todo siempre queda atado y bien atado, a veces no resulta atractivo. Pero al poco quedé atrapado por la trama que ante mí se desplegaba, ya que de la mano de Manolita, la protagonista de la novela, se iban desarrollando diferentes historias que poco a poco encajaban entre sí para dejar un excelente panorama de lo que fue la postguerra para los que realmente la padecieron, que no eran otros que los que perdieron la guerra. “Las tres bodas de Manolita”, es una novela que hay que insertarla en la denominada “Memoria histórica”, un movimiento reivindicativo que desde diferentes ángulos trata de evitar que el olvido se apodere, como algunos están empeñados, de parte de nuestra historia reciente.
                        Almudena Grandes posee muchos seguidores, siendo con seguridad una de las novelistas españolas más leídas, al poseer un público fiel que siempre espera con expectación las novelas que puntualmente va dejando. No obstante, posiblemente por la naturaleza y la singularidad del proyecto literario en el que se ha embarcado, parte de esos seguidores han podido, momentáneamente, darle la espalda a la espera de una novela “normal” de la autora, una novela de aquellas que tantos aplausos conseguían arrancar, en las que siempre dejaba patente, gracias a su discurso largo, las innumerables contradicciones que constituían y definían a sus personajes, y que en estas últimas obras, en donde los buenos son siempre buenos y los malos, malos, tanto se echan en falta. Por ello, por su público, pero también por ella, ya que conseguiría oxigenarse un poco, para conseguir con posterioridad un mayor brío gracias al cual poder continuar con nuevas fuerzas la aventura a la que se ha entregado, creo que Almudena Grandes debería intercalar alguna novela que no tuviera nada que ver con “Los episodios…”, una novela ambientada en los difíciles y también contradictorios tiempos en que vivimos en la actualidad.
                        Pero a pesar de lo anterior, estoy convencido de la necesidad de las historias que la autora está contando en sus últimas novelas, pues el presente sobre el que nos asentamos, repleto de claros y de muchos oscuros, difícilmente se puede justificar sin comprender la realidad en la que se desenvolvió la vida de nuestros abuelos, la de los padres de nuestros padres, una realidad de  una dureza incomprensible para las nuevas generaciones de españoles y para muchos de nosotros mismos. Lo que resulta curioso, es  que la famosa “reconciliación nacional” se erigió sobre el olvido, por no decir sobre la mentira, sobre un relato sin perdedores escritos por los que por interés siempre han deseado pasar página como si nada hubiera pasado, con objeto de que nadie pusiera en duda, de que nadie pudiera poner nunca en duda la legitimidad del escenario que ellos mismos articularon basado en el crimen, el expolio y la opresión. A pesar de que poco se puede hacer ya, no está mal, e incluso es de agradecer, que algunos recuerden, nos recuerden de dónde venimos, aunque sólo sea para saber mejor en qué lugar nos encontramos.
                        “Las tres bodas de Manolita” es una historia de perdedores, de personajes que tuvieron que pagar las consecuencias de haber perdido una guerra, y de la durísima represión que ejercieron los vencedores, que en lugar de allanar las diferencias una vez finalizada la contienda, se dedicaron con ahínco a todo lo contrario, posiblemente porque sabían que sólo así podrían encontrar la legitimidad necesaria, la de la fuerza, para mantenerse en el poder.
                        Los exquisitos, esa rara especie que tanto abunda y que tanto colorido aportan al paisaje literario, suelen acusar a Almudena Grandes de ser una autora poco menos que “garbancera”, de llevar a cabo una literatura precisamente poco exquisita, pero hay que recordar que en muchas ocasiones el discurso largo y accesible, no significa ni mucho menos que las obras que se desarrollen carezcan de calidad, entre otras razones porque existen, afortunadamente,  muchas formas de  entender lo que aún denominamos literatura. A la madrileña se le puede acusar de muchos defectos, pero nunca de que sus obras carezcan de voluntad de estilo, el suyo, como tampoco de que sus novelas sean inanes y que adolezcan de justificación.
                        Esta novela, por ejemplo, hubiera sido insufrible, si Almudena Grandes no hubiera utilizado y si no hubiera sabido utilizar un sin fin de recursos estilísticos, gracias a los cuales consigue evitar la linealidad, que sí hubiera convertido a “Las tres bodas de Manolita” en una novela “garbancera”. Constantemente el lector, y cuando menos se lo espera, se va encontrando con diferentes estadios de la vida de los protagonistas, de la realidad del presente en que vivían, a la realidad en que vivieron, quedando sus historias, a pesar de estar contadas a retazos, al final perfectamente dibujadas. Y esta es la gran virtud de la novela, la forma en que la autora cuenta la historia, la forma en que consigue escabullirse, dando mil y un rodeo, para evitar ofrecer un relato plano e insufrible.
                        Dije al principio que es  la mejor novela de las tres publicadas, y lo es porque es la más compleja, la más intensa y la mejor elaborada, dejando el listón muy alto para las próximas entregas. Quedo con interés a la espera de las mismas.

Miércoles, 15 de octubre de 2014


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