LECTURAS
(elo.307)
LAS TRES BODAS
DE MANOLITA
Almudena Grandes
Tusquets, 2014
Almudena
Grandes me ha vuelto a convocar y no he tenido más remedio que leer, al
principio un poco a regañadientes, la tercera novela de su ambicioso proyecto
literario denominado “Episodios de una guerra interminable”, novela que desde
mi punto de vista es la mejor de las tres que hasta el momento ha publicado.
Tengo que reconocer que me costó trabajo arrancar, que al principio estuve a
punto de dejarla a un lado, pues leer más de setecientas páginas con el estilo
puntilloso de la escritora madrileña, en donde todo siempre queda atado y bien
atado, a veces no resulta atractivo. Pero al poco quedé atrapado por la trama
que ante mí se desplegaba, ya que de la mano de Manolita, la protagonista de la
novela, se iban desarrollando diferentes historias que poco a poco encajaban
entre sí para dejar un excelente panorama de lo que fue la postguerra para los
que realmente la padecieron, que no eran otros que los que perdieron la guerra.
“Las tres bodas de Manolita”, es una novela que hay que insertarla en la
denominada “Memoria histórica”, un movimiento reivindicativo que desde
diferentes ángulos trata de evitar que el olvido se apodere, como algunos están
empeñados, de parte de nuestra historia reciente.
Almudena
Grandes posee muchos seguidores, siendo con seguridad una de las novelistas
españolas más leídas, al poseer un público fiel que siempre espera con
expectación las novelas que puntualmente va dejando. No obstante, posiblemente
por la naturaleza y la singularidad del proyecto literario en el que se ha
embarcado, parte de esos seguidores han podido, momentáneamente, darle la
espalda a la espera de una novela “normal” de la autora, una novela de aquellas
que tantos aplausos conseguían arrancar, en las que siempre dejaba patente,
gracias a su discurso largo, las innumerables contradicciones que constituían y
definían a sus personajes, y que en estas últimas obras, en donde los buenos
son siempre buenos y los malos, malos, tanto se echan en falta. Por ello, por
su público, pero también por ella, ya que conseguiría oxigenarse un poco, para
conseguir con posterioridad un mayor brío gracias al cual poder continuar con
nuevas fuerzas la aventura a la que se ha entregado, creo que Almudena Grandes
debería intercalar alguna novela que no tuviera nada que ver con “Los episodios…”,
una novela ambientada en los difíciles y también contradictorios tiempos en que
vivimos en la actualidad.
Pero
a pesar de lo anterior, estoy convencido de la necesidad de las historias que la
autora está contando en sus últimas novelas, pues el presente sobre el que nos
asentamos, repleto de claros y de muchos oscuros, difícilmente se puede
justificar sin comprender la realidad en la que se desenvolvió la vida de
nuestros abuelos, la de los padres de nuestros padres, una realidad de una dureza incomprensible para las nuevas
generaciones de españoles y para muchos de nosotros mismos. Lo que resulta
curioso, es que la famosa
“reconciliación nacional” se erigió sobre el olvido, por no decir sobre la
mentira, sobre un relato sin perdedores escritos por los que por interés
siempre han deseado pasar página como si nada hubiera pasado, con objeto de que
nadie pusiera en duda, de que nadie pudiera poner nunca en duda la legitimidad
del escenario que ellos mismos articularon basado en el crimen, el expolio y la
opresión. A pesar de que poco se puede hacer ya, no está mal, e incluso es de
agradecer, que algunos recuerden, nos recuerden de dónde venimos, aunque sólo
sea para saber mejor en qué lugar nos encontramos.
“Las
tres bodas de Manolita” es una historia de perdedores, de personajes que
tuvieron que pagar las consecuencias de haber perdido una guerra, y de la
durísima represión que ejercieron los vencedores, que en lugar de allanar las
diferencias una vez finalizada la contienda, se dedicaron con ahínco a todo lo
contrario, posiblemente porque sabían que sólo así podrían encontrar la
legitimidad necesaria, la de la fuerza, para mantenerse en el poder.
Los
exquisitos, esa rara especie que tanto abunda y que tanto colorido aportan al
paisaje literario, suelen acusar a Almudena Grandes de ser una autora poco
menos que “garbancera”, de llevar a cabo una literatura precisamente poco
exquisita, pero hay que recordar que en muchas ocasiones el discurso largo y
accesible, no significa ni mucho menos que las obras que se desarrollen
carezcan de calidad, entre otras razones porque existen, afortunadamente, muchas formas de entender lo que aún denominamos literatura. A
la madrileña se le puede acusar de muchos defectos, pero nunca de que sus obras
carezcan de voluntad de estilo, el suyo, como tampoco de que sus novelas sean
inanes y que adolezcan de justificación.
Esta
novela, por ejemplo, hubiera sido insufrible, si Almudena Grandes no hubiera
utilizado y si no hubiera sabido utilizar un sin fin de recursos estilísticos,
gracias a los cuales consigue evitar la linealidad, que sí hubiera convertido a
“Las tres bodas de Manolita” en una novela “garbancera”. Constantemente el
lector, y cuando menos se lo espera, se va encontrando con diferentes estadios
de la vida de los protagonistas, de la realidad del presente en que vivían, a
la realidad en que vivieron, quedando sus historias, a pesar de estar contadas
a retazos, al final perfectamente dibujadas. Y esta es la gran virtud de la
novela, la forma en que la autora cuenta la historia, la forma en que consigue
escabullirse, dando mil y un rodeo, para evitar ofrecer un relato plano e
insufrible.
Dije
al principio que es la mejor novela de
las tres publicadas, y lo es porque es la más compleja, la más intensa y la
mejor elaborada, dejando el listón muy alto para las próximas entregas. Quedo
con interés a la espera de las mismas.
Miércoles, 15 de
octubre de 2014
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