LECTURAS
(elo.275)
VENTANAS
DE MANHATTAN
Antonio
Muñoz Molina
Seix
Barral, 2004
Para
muchos de sus lectores, desde “Plenilunio”, Antonio Muñoz Molina
no ha escrito nada que haya significado un avance, un paso adelante
en su carrera literaria, pues ni “Sefarad”, a pesar de las buenas
críticas que siempre ha cosechado esa extraña obra, sobre todo
entre los que no la han leído, ni mucho menos las dos mediocres
novelitas entre las que se inserta, llegan a la altura de sus dos
grandes obras de ficción, a pesar de que su innegable capacidad
literaria hacía presagiar que cada una de las nuevas entregas que
realizara, sin duda alguna sería mejor que la anterior. Pero
afortunadamente Antonio Muñoz Molina no es una máquina programada,
una vez encontrado el método adecuado, para aportar una buena novela
cada año, una nueva novela de éxito que tuviera la virtud de
colmar, o de saciar la sed de su seguidores, como sí lo son otros
autores que aquí no quiero nombrar, que cada cierto tiempo, siempre
antes de las navidades o de las vacaciones, nos entregan una novela
muy semejante a la anterior, lo que deja claro, que por desidia o por
desinterés, en un momento dado se quedaron parados después de haber
encontrado el yacimiento que buscaban, conformándose con él, sin
plantearse la posibilidad de seguir buscando otros en donde la
calidad de lo encontrado fuera o pudiera ser superior. No, pues si se
observa la trayectoria del jiennense, se puede comprobar sin mucho
esfuerzo, que una de sus características más acusadas, que suele
desconcertar a demasiados, sobre todo a aquellos que aspiran a tener
una foto fija e inmutable de lo que se mueve a su alrededor, es la de
no conformarse nunca con lo conseguido, circunstancias que le empuja
de forma constante hacia nuevos territorios, lo que siempre, en todo
momento hay que aplaudir.
Tengo
incluso la sensación, como apunté en otra ocasión, que al autor de
“El jinete polaco” hasta cierto punto le ha dejado de interesar
la novela, lo que normalmente se entiende por novela clásica,
seduciéndole mucho más otras alternativas en donde cree poder
encontrar un acomodo más adecuado a los temas que le obsesionan, que
son aquellos que le obligan a seguir escribiendo por necesidad y no
por mera rutina, Sí, tengo el convencimiento que la novela para
Muñoz Molina es un género que se le ha quedado corto, que ya no se
ajusta a sus intereses, a lo que desea decir y escribir, que ya no
son meras historias, sino reflexiones sobre su propio mundo, o sobre
temas transversales que para ser asaltados de forma conveniente,
necesitan otras opciones narrativas. Una de ella es el diario, o el
dietario, que es la que utiliza para narrar su propia experiencia
neoyorquina.
En
“Ventanas de Manhattan” nos habla de su experiencia en Nueva
York, ciudad en donde en la actualidad vive parte del año,
posiblemente porque allí, como bien comenta en una de las ventanas
de su obra, se encuentra más ligero sin la carga de la fama y la
responsabilidad que tiene que soportar en nuestro país, sin los
agobios de los compromisos y de las múltiples obligaciones que aquí
necesariamente tiene que sobrellevar. Sí, nos habla de sus
vivencias, pero sobre todo, de lo que supone para un hombre como él,
vivir en una ciudad con tantos incentivos, incentivos de todo tipo,
y en un lugar tan contradictorio como ese, que no por casualidad es
considerado el centro del mundo. De Nueva York se sabe todo, incluso
lo sabemos los que nunca hemos caminado por sus aceras, ya que
multitud de películas y de novelas la han tomado como protagonista,
lo que dificulta que alguien se atreva a escribir, una vez más,
sobre esa atractiva ciudad, pues siempre se corre el riesgo de quedar
como un paleto asombrado por las luces y por los altos edificios, o
lo que es peor, como un exquisito que aparenta volar sobre ella.
Ante
esta dificultad evidente, Antonio Muñoz Molina mueve ficha con
naturalidad, escribiendo una especie de diario, en donde da cuenta,
en ochenta y siete entradas, de las impresiones y de las sensaciones
que le va aportando esa gran ciudad, pero también, de la relación
de admiración que mantiene con ella, lo que ante todo, cosa
curiosa, ayuda más a descubrir la fisonomía del autor, que la de
esa gran urbe tan conocida por todos, pues sus obsesiones y sus
gustos quedan de manifiesto en cada una de esas ventanas que abre
hacia la Manhattan. En este texto nadie encontrará nada nuevo sobre
esa gran ciudad, pues la multitud de actos culturales que en ella se
producen es algo conocido por todos, al igual que las enormes y casi
criminales diferencias sociales que en su seno tienen lugar, por no
hablar ya, de la aglomeración de culturas, todas las existentes, que
allí se dan cita, siendo lo interesante por tanto, las diferentes
elecciones que el propio Muñoz Molina realiza ante todas las
posibilidades que se despliegan a su alrededor, lo que consigue
definirlo y singularizarlo. Al igual que otros hubieran apostado por
los deportes, o por el mundo de la moda o de la tecnología, al autor
lo que realmente le sorprende es el mundo cultural, la enorme oferta
cultural que encuentra, las exposiciones, los conciertos, los
pequeños club de jazz, …, que le hacen estar en un lugar cercano
al paraíso.
Pero
lo que realmente me sorprende de este texto, es la capacidad, la
solvencia narrativa que posee para mantener atento al lector mientras
le habla de sus cosas, de lo que va encontrando, sin aportar ninguna
trama para embelesarlo durante trescientas ochenta y dos páginas, lo
que sin duda no es fácil, sobre todo cuando lo hace hablándole de
conciertos de música clásica o de exposiciones que va describiendo
con todo lujo de detalles. Para ello utiliza su táctica de siempre,
la que siempre tan buenos resultados le ha proporcionado, la de
hablar desde él, desde la sinceridad y la credibilidad de su mirada,
lo que hace comprender a quien se acerca a esta obra de Muñoz
Molina, que no se encuentra ante un libro más, sino a un texto de un
autor que lo apuesta todo en cada palabra, por cada palabra y por
cada frase que escribe, lo que lo aleja de tantos y tantos para los
que la literatura es sólo y ante todo una impostura.
Martes,
26 de febrero de 2013
No hay comentarios:
Publicar un comentario