viernes, 23 de octubre de 2009

Masacre, masacre


LECTURAS
(elo.167)

MASACRE, MASACRE
Chaves Nogales
Austral, 1.937

La Guerra Civil, por lo que significó, siempre ha representado un importante yacimiento de temas literarios. A pesar de los años, raro es el ejercicio, en el que no aparece en el mercado una obra que se base en la sangrienta contienda que enfrentó a los españoles. Fue una guerra más, de las muchas que anegaron de sangre las tierras de la vieja Europa, pero en ella había algo que la hizo distinta, que la singularizó del resto de los conflictos que hasta entonces se habían producido, la de ser, a pesar de los muertos y del terror, una guerra romántica, una contienda donde las ideologías marcaron las pautas y los escenarios, en la que muchos hombres y mujeres encontraron una justificación para entregar sus vidas. Puede parecer extraño, casi increíble para los que vivimos en la época actual, comprender, que hubo un tiempo en que la gente cogía un fúsil para defender lo que pensaba, que cogía un fúsil para matar y exponer su vida, al estimar que había algo superior, más importante que la propia existencia, las ideas que se profesaban. Tuvo que ser, al menos así lo veo desde la distancia, un periodo inhóspito, no digo inhumano porque fue demasiado humano, en donde el dogmatismo y la intolerancia, consiguió crear un ambiente irrespirable, en donde todos los odios salieron a la luz, mientras que la razón, de forma incomprensible, bajó a las tinieblas. Un tiempo sin política, en donde la política paradójicamente lo impregnaba todo, en donde las ideologías, parafraseando al propio Chaves Nogales, llegaron a superar la medida de lo humano, y en donde algunos, amparándose en el caos imperante, trataron de hacer “de su capa un sayo”.
“Masacre, Masacre” es otro trabajo sobre la guerra civil, en donde su autor, subraya el hecho de que no se trata de un relato de ficción más, ya que todo lo que en él se narra, en un momento o en otro, sucedió en realidad. Bien, no tengo nada, ningún dato para dudar de la palabra de Chaves Nogales, en su intento de notificar lo que en realidad acaeció, pero lo que parece claro, es que la historia brota del sector de los que desde un principio perdieron la guerra, de los que la perdieron en el mismo instante en que se inició, pues el autor pertenecía a ese reducido grupo de españoles, que desde la política y el pensamiento, creyeron posible, en unos tiempos como aquellos, que podrían conducir a nuestro país a la normalidad democrática, es decir, a la civilización.
Chaves Nogales evidentemente no era objetivo, pues entre todas las historias que se le presentaron, que tuvieron que ser muchas, eligió la que más le interesaba, la que mejor le convenía para atestiguar la maldad y la barbarie de los dos bandos enfrentados, pero también, para dejar constancia, de que la solución no radicaba en apostar por unos bárbaros o por los otros. En esta obra no aportan alternativas, cosa que nunca debe hacer un periodista, sólo se limita a mostrar lo que en tantas ocasiones se ha intentado obviar, que independientemente a las causas que originaron el conflicto, ninguno de los dos bandos estaba capacitado para dejar sobre la mesa un proyecto civilizado de convivencia. ¿Pero que se escondía detrás de ese empeño? Pues evidenciar que no sólo existían dos españas, al existir otra, muy débil, como se demostró, pero que estaba ahí, impotente para hacerse oír, y que quedó desbordada desde un primer momento. Era la España republicana, la que gobernaba cuando estalló el famoso alzamiento militar y que tantos varapalos recibió de uno y de otro bando, la que carecía de épica, de una ideología militarizada, a la que pertenecía el propio Chaves Nogales y otros importantes intelectuales de la época, que quedó eclipsada por el estruendo de las bombas y de los discursos incendiarios, aquella que no tuvo más remedio de huir dejando un páramo desolado a sus espaldas, un inmenso erial, en donde sólo tenían cabida el dogmatismo y la violencia. El autor, en este pequeño relato, habla, sin hablar de ella, de la tercera España, de una España que pudo ser, aunque las circunstancias nunca fueron las favorables, cuyos partidarios no tuvieron más remedio que esconder y llevarse sus esperanzas a lejanos lugares en donde, algunos de ellos, consiguieron depositar su magisterio.
“Masacre, masacre” es un relato en donde de forma clásica, marcando los tiempo, el periodista Chaves Nogales cuenta el terror de la guerra en el Madrid asediado por el ejército nacional. Relata un Madrid nada idílico, en donde los milicianos buscaban, para vengarse de los daños que ocasionaban en la población los constantes bombardeos enemigos, a todos los que creían que simpatizaban con el bando contrario, que eran ejecutados, en la mayoría de las ocasiones, sin que existiera juicio previo.
Las estampas que narra el autor, nada tienen que ver, ni de lejos, con el Madrid épico tantas veces cantado por los simpatizantes de la causa republicana, pues en esa ciudad que se resistía a caer en las garras del fascismo, también existía otro fascismo enmascarado, que llenaba de terror sus calles, el de los milicianos que estaban convencidos que la revolución estaba por encima del respeto a las vidas humanas.
Interesante relato, bien construido que aporta otra imagen de lo que fue esa cruel guerra, en la que muy pocos, consiguieron estar a la altura de lo que el ser humano siempre deber exigir, humanidad.

Jueves, 10 de septiembre de 2.009

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