
LECTURAS
(elo.143)
NUNCA ME ABANDONES
Kazuo Ishiguro
Anagrama, 2.005
Después de terminar “Cuando fuimos huérfanos”, se me quitaron las ganas de seguir leyendo a Ishiguro, pero como no escarmiento nunca, cuando cayó en mis manos “Nunca me abandones”, decidí, con el voluntarismo que sólo en estos temas me acompaña, darle una nueva oportunidad al autor de origen japonés, aunque para ser sincero, tengo que reconocer que sin muchas esperanzas. Cada día soporto menos a los autores que dilapidan su capacidad literaria en obras menores, a aquellos que en lugar de apuntar hacia lo dificultoso, hacia los desfiladeros de lo que aún no existe, prefieren apostar por los territorios ya conocidos, por historias que no pueden, al estar demasiado trilladas, aportar nada a sus posibles lectores, lo que se traduce, en que sus obras, en casi todas las ocasiones, no suponen más que una perdida de tiempo para los que deciden enfrentarse a ellas. La cuestión, no obstante, radica en la magnífica consideración que en los tiempos actuales, posee eso que llaman “perder el tiempo”, pues el ocio, para muchos, en lugar de entenderse como un espacio básico, esencial para el enriquecimiento personal, con todo lo que ello significa, sólo es visto como un paréntesis vacío, que en todo momento es conveniente llenar con productos diversos. De ahí la importancia que en la actualidad posee la denominada industria del ocio, que es la que se desarrolla a partir de esa necesidad, tan humana sin embargo, de evitar estar sólo y tener que enfrentarse a eso tan terrible como es el aburrimiento. A nadie le gusta tener que lidiar con ese toro, por ello, todos, nos guste o no, acudimos a productos que tengan la capacidad de sortear ese aburrimiento, aunque muchos prefieren por comodidad, elegir determinados caminos, y algunos, pocos, otros más trabajosos y ariscados. Sí, la mayoría, como es lógico, prefiere lo banal, instrumentos comunes que sólo proporcionen entretenimiento, entretenimiento pasivo, ese que sólo sirve pare recargar las baterías, para afrontar con nuevas fuerzas, una nueva y agotadora jornada laboral, y eso lo sabe la industria y el propio sistema, que en todo momento prefiere el adocenamiento mayoritario, con toda seguridad porque ese estado le facilita el trabajo que deben realizar. Ante tal situación, determinados autores, después de escuchar los cantos de sirena de la industria del entretenimiento, que cada día es más poderosa, no dudan en optar por los magníficos dividendos que ésta les puede proporcionar, dejando a un lado, para otro momento, todo lo que en un principio creyeron que podrían aportar. Pues bien, estaba convencido que Ishiguro, como muchos otros, había decidido ya el camino que tenía que seguir, pero cual ha sido mi sorpresa, al encontrarme con una novela suya, creo que la última editada en España, que no tiene nada que ver, nada, con todo lo anterior que había leído de él. “Nunca me abandones” es una gran novela, que ha tenido la virtud de mostrarme a un singular novelista, a un Kazuo Ishiguro que no conocía, y al que tendré que seguir con detenimiento, a pesar, de que ya lo tenía casi defenestrado.
Comencé la novela con cautela, sorprendiéndome el tema de la misma, lo que estuvo a punto de obligarme a abandonar la lectura, pero poco a poco, la calidad narrativa ante la que me encontraba, me forzaba a seguir y a seguir leyendo, pues tengo que reconocer, que hacía tiempo que no disfrutaba tanto con una novela. Sí, porque en “Nunca me abandones”, al menos en mi opinión, lo importante no es la historia en sí, que apenas me ha interesado, sino la forma en que es mostrada dicha historia, su estilo comedido, controlado, muy trabajado, pero en ningún momento trabajoso, gracias al cual se puede disfrutar con la lectura sin prisas, sin la premura que imponen los acontecimientos arguméntales. La historia en esta novela, por tanto, es algo secundario, que apenas tiene importancia, pues lo que queda en la memoria del autor una vez finalizada, es el placer que ha sentido leyendo, el disfrute con la lectura, que es precisamente, todo lo contrario de lo que en estos momentos tienen importancia en la literatura que triunfa. La novela que se busca, la que se compra y se lee, es la novela de argumento, de argumento fuerte, de suerte que éste, tenga la capacidad de eclipsar al estilo, entendiéndose generalmente, que la buena novela, es aquella en que el estilo pasa desapercibido, pues lo importante, no puede ser otra cosa que el argumento, que la historia que se cuenta y se desea transmitir. Pero en esta novela, Ishiguro ha demostrado, a la gran mayoría de lectores que aún no han caído en ello, que en literatura, lo importante es la palabra escrita, teniendo que ser ella necesariamente la protagonista, quedando la historia, porque así tiene que ser, en un importante segundo plano.
La narración está centrada en una comunidad de individuos clónicos, que había sido creada con la única intención de proporcionar los órganos sanos que la sociedad demandaba, no siendo otra cosa, que una especie de granero, de banco de órganos en perfecto estado, al que en caso de necesidad poder recurrir. El autor focaliza la historia a través de una de las integrantes de tal comunidad, que ya siendo cuidadora de donantes, va recordando toda su historia personal, desde el primer centro en el que estuvo, que fue modélico, hasta que asistió al deterioro y a la posterior muerte de muchos de los que fueron sus compañeros, después de haber tenido que realizar donaciones, a veces en cuatro o cinco ocasiones diferentes.
Pese a la temática, la novela no aspira a ser alegórica, ni tan siquiera se detiene en realizar planteamientos éticos o morales, lo que es de agradecer, pues sólo es una historia en donde pululan una serie de personajes, que pese a estar condenados a muerte, viven, padecen y aman como los restantes seres humanos, no observándose en ellos, en ningún momento, siendo esto posiblemente lo único que los singularizaba, ningún atisbo de rebelión contra el destino que tan cruelmente se les había impuesto.
En suma, una novela sorprendente que sin duda hay que leer, que descubre, a pesar de alguna de sus obras anteriores, a un autor de innegable calidad, del que hay que esperar logros mayores.
Martes, 2 de Diciembre de 2.008