miércoles, 16 de julio de 2008

La fortuna de Matilda Turpin



LECTURAS
(elo.125)

LA FORTUNA DE MATILDA TURPIN
Álvaro Pombo
Planeta, 2.006


A pesar de la predilección que siempre he manifestado por la obra de Álvaro Pombo, tenía ciertas reticencias a leer esta novela, lo que sin duda se debía, al hecho de haber sido galardonada con el Planeta. Pero tales reparos, desaparecieron en el mismo momento en que comencé la lectura, pues desde un principio comprendí, que en ella se encontraba el Pombo de siempre, tanto el primero, pues sus obsesiones seguían siendo las mismas, como el actual, el que se distingue por esa prosa aparentemente descontrolada y dislocada, pero que en realidad posee una carga poética y una cohesión interna nada habitual. Sí, a pesar, como dicen, de ser una obra de encargo, realizada sólo para ganar el premio literario mejor dotado en lengua española, al que tenía su firma que aportar un prestigio que perdió hace muchos años, Pombo no ha bajado su nivel, aportando una obra, que aunque no se encuentre entre las mejores de las suyas, tampoco se asienta entre las peores. “La fortuna de Matilda Turpin”, es ante todo una obra de Pombo, distinguible en el acto, con todo lo bueno y también con todo lo malo de la narrativa del cántabro, lo que la convierte en una lectura inevitable para todos sus seguidores, a pesar de ese millonario premio, que aporta más a la editorial que lo patrocina que al propio novelista, pues Planeta, en esta ocasión, en lugar de por una novela vendible, ha apostado por un autor de prestigio, por una marca, en un intento por revitalizar un premio, que debido a la mala política editorial seguida, se encontraba en sus horas más bajas.
No sé, aunque tampoco me interesa, si las ventas de esta novela han sido mayores o menores que las anteriormente premiadas, pero en principio tengo que decir, que con premio o sin premio, Álvaro Pombo nunca será un escritor mayoritario, pues las historias que narra, carecen del interés necesario para el gran público, pues éste siempre apuesta por narraciones menos complejas, más explícitas que las que ofrece el autor de “La cuadratura del círculo”. Pombo es Pombo, y los que nos acercamos a su obra, en todo momento sabemos lo que nos vamos a encontrar, y también lo que no vamos a hallar en ella, pues ante todo, en lo que su literatura se busca, es precisamente eso, su literatura.
En esta novela, el autor vuelve a su temática fuente, a lo que se podría denominar su monotema, que no es otro, que las relaciones, las complicadas relaciones que tienen lugar dentro de un núcleo familiar. La familia tipo que siempre escoge, posiblemente porque es la que mejor conoce, es siempre la misma, una familia burguesa afincada en el norte de España, concretamente en Cantabria, que vive como en tantas otras ocasiones en un apartado palacete cerca del mar. Como ha dejado constancia a través de toda su obra, este tipo de familia, es presentada como un mundo cerrado, endogámico, que vive hasta cierto punto de espalda a la realidad, en donde todos sus miembros se encuentran estrechamente ligados a un eje vertebrador, que en todas las ocasiones, lo que resulta curioso, es una mujer. En esta novela también, aunque la novedad radica, en que ese centro gravitatorio recae en Matilda Turpin, que había fallecido hacía ya dos años. Por lo tanto, la novela de la que trato de hablar, es ante todo la historia de una descomposición familiar, posibilitada precisamente por la desaparición física de la persona que amalgamaba con su personalidad, con su enorme vitalidad, a todos los elementos que componían dicha unidad familiar.
Sus lectores desde un primer momento, pues el autor ni escribiendo por encargo cambia de registro, se encuentran con el familiar universo pombiano, pero en esta ocasión, por lo repetitivo del tema, descubren que la novela no funciona como otras anteriores, pues es una novela desigual, en donde lo peor de la literatura de Pombo queda al descubierto, lo que convierte a la obra, a pesar de sus logros, en una novela menor, en una novela menor del autor, lo que en ningún caso quiere decir que en una mala novela. Pombo tiene un problema, y es que sus historias tienden a empantanarse con relativa facilidad, lo que solventa dejando claro que ese es su estilo, pero en esta ocasión, para mi sorpresa, parece que al final de la misma, como si de pronto hubiera comprendido para quién estaba escribiendo, remata la novela de un modo un tanto antipombiano, es decir, evitando los meandros literarios que siempre lo han caracterizado, con la intención de cerrar la novela en veinte páginas. De todas formas, a pesar de lo anterior, estimo que la lectura de esta obra es fundamental para comprender la forma de entender la literatura del autor, pues en muchas ocasiones, las buenas novelas consiguen ocultar las deficiencias de sus autores, sus puntos negros, no sirviendo tanto, como las no tan buenas, para conseguir una visión más objetivas de los mismos. Pombo desde hace tiempo es uno de los autores más interesantes y singulares de la literatura española actual, siendo con Javier Marías, al menos en mi opinión, el más innovador de nuestros autores.

Jueves, 10 de Julio de 2.008

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