LECTURAS
(elo.321)
VICTORIA
Joseph Conrad
Alfaguara, 1.915
Hace
unos días le comenté a un conocido que lamentaba no haber leído a Conrad en su
momento, es decir en la adolescencia, pero ahora estoy convencido, a pesar de
que con seguridad hubiera disfrutado de
lo lindo con sus novelas, que no le hubiera encontrado el sentido que en estos
momentos encuentro en ellas, lo que sin duda se debe a que existen dos Conrad,
uno accesible, del que queda su espíritu aventurero, y otro más profundo, en el
que se observa una visión de la existencia que sin duda es el más interesante.
A pesar de las apariencias, en las novelas de Conrad, al menos en sus mejores
obras, siempre se encuentra a un individuo vapuleado por las circunstancias,
alguien que tiene que enfrentarse a vicisitudes no esperadas que consiguen
poner en jaque su existencia.
Leí
“Victoria” hace algunos años, y aparte de la maestría literaria del autor, no enconaré
en ella nada especial, pero ahora, cuando la he vuelto a leer con interés después
de haber leído otras obras suyas, me he encontrado con una novela asombrosa,
que a pesar de no ser la mejor de él, la mejor que de él he leído, es una
novela redonda en la que en mi opinión se pueden apreciar todos los elementos
que hacen de Conrad uno de los grandes autores de todos los tiempos. El lector, en “Victoria”, encuentra una
historia atractiva, bien estructurada y contada, en la que sólo tiene que leer
y leer, en la que en ningún momento llega a perderse, y mucho menos perder el
interés por la trama. Es una novela clásica ambientada en el sudeste asiático,
en la que no falta ninguno de los elementos
que siempre han acompañado a este tipo de novelas, pero en la que nada
se da por sabido con antelación. Este es
el primer obstáculo que tiene que salvar toda buena novela, la de resultar
atractiva para el lector, que ni decir tiene que “Victoria” solventa sin
dificultad, ya que el que se sumerge en ella difícilmente podrá abandonarla.
Pero Conrad no es uno de esos autores que se contentan sólo con ofrecer una
historia interesante y para colmo bien contada, no, pues a pesar del mérito que
ello comporta, que evidentemente no se encuentra al alcance de cualquiera,
ofrece algo más, un valor añadido, que le aparta de todas aquellas obras inanes
pero bien confeccionadas que sólo aspiran a poder entretener al lector
durante unas horas.
Una
de las grandes virtudes de Conrad, virtud que en literatura siempre hay que
agradecer, es que nunca nos ofrece personajes de cartón piedra, personajes
estereotipados, de esos que parecen que nunca llegan a inmutarse aunque el más
fuerte de los temporales arremeta contra ellos, ya que sus protagonistas, a
pesar de poseer fuertes convicciones, siempre llegan, por una causa o por otra,
a tambalearse cuando la realidad se ceba contra ellos. El protagonista de la
novela, Axel Heyst, era alguien que aspiraba a mantenerse apartado, a “mirar… y
a no hacer ruido”, a ser posible en un lugar apartado, pero al que “la vida, lo
cogió por el cuello”.
Para
colmo, y en esta novela queda patente, como también en “El corazón de las
tinieblas” y en “Lord Jim”, que Conrad es un autor dotado de una gran
sensibilidad, por lo que trata de dibujar a sus personajes de forma indirecta,
es decir, por mediación de otros personajes, lo que crea alrededor de ellos
cierta aureola que los subraya y los potencia de cara al lector. Parece como si
el autor confiara más en los actos, en lo que van dejando detrás de sí sus
protagonistas y que quedaban grabadas en la memoria de otros, que en la
descripción que él, de forma omnisciente pudiera narrar, lo que sin duda aporta
mucha más riqueza literaria que la que hubiera conseguido obrando de forma
directa.
“Victoria”
es una de esas novelas en las que uno observa que la madurez del autor consigue
construir obras de una calidad extrema, en la que todos los ángulos quedan
perfectamente pulidos, pero en donde uno echa en falta esas imperfecciones que
dotan a las obras artísticas de un inestable equilibrio que las convierte en
singulares. Posiblemente la única crítica, la única crítica negativa, que uno
le pueda realizar a esta novela, sea su excesiva perfección, lo que ya es un
decir. Parece que determinados autores, a partir de cierto momento, cuando ya
han conseguido superar las múltiples dificultades del oficio, le salen las
obras más de forma artesanal que de forma artística, lo que quiere decir, que
son más perfectas, pero al mismo tiempo menos atractivas estéticamente, ya que
lo estético, y esto podría constituir materia para otro debate, en buena medida
se nutre de ciertos desequilibrios que son los que singularizan a toda obra
artística. Es curioso, pero en teoría, las creaciones que realice un autor en
su madurez, deberían ser mejores que las que realizó en otras épocas anteriores,
pero tal hecho apenas se da, como queda demostrado en el caso de Conrad, pues a
pesar de la calidad literaria que posee “Victoria”, hay que reconocer que “El
corazón de las tinieblas”, realizada quince años antes, es una obra superior.
No
obstante “Victoria” es una magnífica novela que por sí sola certifica la calidad, la extremada
calidad literaria de Joseph Conrad.
Sábado, 9 de
mayo de 2015
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