domingo, 14 de diciembre de 2014

Así empieza lo malo

LECTURAS
(elo.310)

ASÍ EMPIEZA LO MALO
Javier Marías
Alfaguara, 2014

                        Leer a Marías es un placer, una fiesta, por ello, cuando aparece en las librerías una nueva novela suya siempre es un acontecimiento, de suerte que suele ser el acontecimiento literario del año. Estaba intrigado por lo que publicaría después de “Los enamoramientos”, que a pesar de ser una buena novela, sí una buena novela, desde un principio la vi como demasiado redonda y accesible, y como una novela menor de Marías. Siempre he creído que el madrileño es uno de esos autores de prestigio cuyas novelas se compran más que se leen, lo que no ocurrió con “Los enamoramientos”, que ciertamente fue una novela muy frecuentada en contraste con lo que ocurrió con su trilogía “Tu rostro mañana”, que creo que sólo fue leída, y con placer, por los fanáticos de la literatura de Marías. Por ello mi interés por saber qué me iba a encontrar con “Así empieza lo malo”.
                        En principio, creo que es una novela que se encuentra a medio camino entre su exitosa última novela publicada y de aquellas otras que tanto prestigio le proporcionaron, aunque es menos luminosa, por ejemplo, que “Corazón tan blanco”; con la que indudablemente he disfrutado, pero en la que observo cierta repetición de escenas y de personajes que ya me están comenzando a cansar. No hablo del tema, no, aunque es el mismo de siempre, el secreto, de lo que se trata de ocultar en una de sus múltiples variaciones, ya que comprendo que es lógico, como hacen otros autores, que toda su obra gire, que gravite sobre el tema o sobre los temas que le obsesionan. Lo que trato de decir, pues tampoco hablo del estilo utilizado, que siempre debe ser sagrado, la marca de la casa es la marca de la casa, es que sería de agradecer que ese tema fuera abordado desde una perspectiva diferente, utilizando, por ejemplo, otra escenografía.
                        Cuando tuve la novela en mis manos, comenté a unos amigos, que me interesaba más cómo me contaría Marías la nueva historia que se había sacado de la manga que la historia en sí, pues estaba deseoso de sumergirme en la prosa del madrileño, en su estilo posiblemente demasiado femenino, a primera vista siempre caótico, repleto de matices y dotado de esa inteligente ironía que conseguía cautivarme  con todo lo que publicaba. Ahora cuando acabo de terminarla, tengo que decir que me ha interesado más el tema que el estilo utilizado, que a pesar de ser el de siempre, me ha parecido en esta ocasión demasiado repetitivo, dándome la sensación de que esta novela ya la había leído, lo que puede significar, al menos así lo estimo, que Marías, a pesar de las altas cotas que sin duda ya ha conseguido, no sigue progresando, que se ha detenido narrativamente hablando, lo que convierte a “Así comienza lo malo” sólo en una novela más del autor, lo que creo que no es precisamente un elogio. A autores de la talla de Javier Marías, que son pocos, hay que exigirles más que a los restantes, hay que exigirles que sigan avanzando y progresando, pues en ellos no basta con que sigan haciendo, escribiendo novelas y novelas cada día más redondas, más redondas pero que cada día aportan menos literariamente.
                        Como dije más arriba, el secreto, el secreto y la necesidad que siempre se tiene de desentrañarlo, es el gran tema de Marías, monotema al que consigue darle una nueva vuelta de tuerca en esta ocasión, afirmando que a veces, a pesar del interés que se pueda tener por conocerlo, es mejor no interesarse por él, pues ese conocimiento puede acabar con una relación, con una amistad. Lo malo no es desconocer, ya que lo malo puede comenzar cuando se sabe lo que nunca debió conocerse.
                        Permanecer en la ignorancia a  veces es mejor, sobre todo cuando ese desconocimiento puede salvaguardar el aceptable equilibrio en el que se vive, lo que ocurre es que nadie, o casi nadie puede aceptar conscientemente no conocer algo. La novela, que es una gran novela, plantea y desarrolla a la perfección el tema, dibujando a una pareja que rompe la magnífica relación que mantenía precisamente cuando ella, en un momento de ofuscación, le cuenta lo que siempre había mantenido en secreto, dejando claro que a veces desconocer un hecho es lo mejor que a uno le puede suceder.
                        Sí, es una gran novela porque a pesar de la metodología repetitiva que Marías utiliza, repetitiva por la semejanza que mantiene con sus otras novelas, consigue dibujar lo que desea contar de manera admirable, basándose para ello el autor, en lo que es un maestro, en la capacidad que posee para desnudar y para mostrar a sus personajes, siempre de forma pausada, nunca con prisas, dando mil y un rodeo, con la prosa inteligente y con esa exactitud que caracteriza a su escritura.
                        Es muy difícil, dada su calidad, que Javier Marías entregue a su público una novela que no tenga que ser obligatoriamente aplaudida por todos, pero con objeto de que no se convierta sólo en un artesano de su literatura, del tipo de novela que sabe hacer y que domina, entregando alguna de ellas cada dos o tres años sería conveniente, que como diría aquél, que se dedicara a “escribir con su mano izquierda”, para  que pueda internarse en territorios desconocidos que le salven y le aleje de ese mal que a muchos aqueja, el de tener que escribir siempre la misma novela.


Domingo, 2 de noviembre de 2014

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