lunes, 9 de septiembre de 2013

Personas como yo

LECTURAS
(elo.284)

PERSONAS COMO YO
John Irving
Tusquets, 2012

Tengo que reconocer que no esperaba esta novela de Irving, pues estaba convencido que me encontraría, como siempre que me acerco a algunas de sus obras, con una historia bien contada, que en esta ocasión giraría en torno al tema de la homosexualidad; con una novela amena, en donde las dos constantes que en todo momento han acompañado e identificado al autor quedarían una vez más de manifiesto. El norteamericano siempre se ha caracterizado por presentar de historias potentes y entretenidas, de esas que al tener todos los elementos necesarios, consiguen con facilidad atraer la atención de sus lectores, historias muy cercanas a las que desarrollan los grandes especialistas en la construcción de superventas, por lo que siempre he dicho de él, que sus novelas se encuentran a un paso de esos productos literarios, peligro del que sin duda es consciente y que le obliga a construir alambicadas estructuras para huir del mismo, pues si algo no se logra encontrar en sus obras, es la linealidad que caracteriza a los productos que identifican a ese subgénero literario. John Irving, al menos esta es la opinión que sostengo de él, es alguien que se dedica a realizar literatura de entretenimiento de calidad, alguien que siempre se ha volcado en confeccionar, y utilizo este término porque en su caso creo que es el más adecuado, novelas basadas en historias que no van más allá de sí mismas, es decir, que no aportan nada que se encuentren más allá de las historias que narra, tal como ocurre en los best sellers, pero que están narradas con una voluntad estructural que le aporta a sus creaciones un valor añadido que consigue fortalecer sus temas.
Pero en esta ocasión me he encontrado con un texto diferente, que sin abandonar las constantes de su obra, no puedo negar que me ha llegado a sorprender, pues me he topado con una historia, contada a modo de memorias por su protagonista, que para colmo era escritor, que desde la distancia de los años trataba de recordar su vida, una vida que en todo momento había girado en torno a sus tendencias sexuales, y que no me ha aportado absolutamente nada, excepto algunas dudas sobre la concepción que se expone de la homosexualidad, y en la que para colmo, por el hecho de haber rizado demasiado el rizo, la novela me ha resultado excesivamente trabajosa. Sí, son unas memorias que evidentemente el autor, fiel a su estilo, en su intento constante por escapar de la linealidad que puede convertir la historia que cuenta en una novela banal, en una de las muchas que se cuentan, la hace dificultosa sin aportar en cambio ninguna zanahoria detrás de la que el lector pueda correr, ya que al premio que consigue éste después de finalizar la lectura es casi inexistente, sólo el convencimiento de que ha leído una novela escrita por alguien que demuestra que sabe escribir, que demuestra en cada frase que domina el arte de la escritura. Por esto evidentemente no basta, pues a una buena novela, a un buen novelista, siempre hay que pedirle algo más que corrección.
El problema de esta novela hay que buscarlo tanto en la trama como en la estructura, pues ésta, que en determinados momentos puede resultar asfixiante, no consigue realzar un tema que de forma constante amenaza con caerse definitivamente. El título de la novela, “Personas como yo”, resulta engañoso, pues el protagonista, incluso los protagonistas, se alejan de la normalidad, de una normalidad a la que teóricamente aspiran, al centrar toda su existencia tanto en sus experiencias sexuales como en los problemas que la opción sexual elegida les acarrea, de suerte, que al final el lector poco llega a saber de él, aparte de que era escritor y bisexual, lo que creo, por no hablar ya, de la sensación que deja caer, de que la homosexualidad es una cuestión genética que se hereda de padres a hijos, que es algo que no es de recibo a estas alturas. La estructura que crea Irving engaña, al desplegarse para ocultar la debilidad de la historia que cuenta, pero al comprender el lector que lo más importante de la novela es la estructura, ésta llega un momento en que resulta demasiado pesada, lo que consigue hacer posible, como apunté con anterioridad, que la lectura se haga trabajosa, por la sencilla razón de que la historia en ningún momento llega a tirar del lector.
Cuando más arriba comenté que Irving “confeccionaba” sus novelas, lo dije adrede, al estar completamente convencido, de que el norteamericano es un gran artesano de la literatura, pues si algo queda claro después de leer sus obras, es la sensación de que están sobretrabajadas, al quedar todos los cabos que aparecen en ellas perfectamente atados, lo que en esta ocasión, a diferencia de otras, y no precisamente por la temática elegida, sino por la forma en que es tratado el tema, resulta hasta cierto punto agobiante.
Después de haber leído “Personas como yo”, novela desde mi punto de vista fallida, con la que incluso he llegado a aburrirme, me asalta la certeza de que el problema de la misma ha radicado en que Irving ha cambiado de registro, o dicho de otra forma, a que el enfoque que ha elegido no se adapta a su consolidado estilo narrativo, pues estoy convencido, que le hubiera podido sacar más partido al tema que aborda si lo hubiera desarrollado bajo premisas diferentes. De todas formas, hay que reconocer que el norteamericano se ha arriesgado, que se ha atrevido, lo que otros no son capaces de hacer, al salir del territorio que domina, por lo que, aunque el resultado no ha sido ni mucho menos el esperado, no hay más remedio que agradecerle el esfuerzo realizado.

Miércoles, 25 de abril de 2013

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