viernes, 4 de noviembre de 2011

Un matrimonio feliz


LECTURAS

(elo.227)

UN MATRIMONIO FELIZ

Rafael Yglesias

Libros del Asteroide, 2009

Siempre que me llevo, de golpe, varias novelas a casa, elijo al menos una por mera intuición. De todas las que se presentan ante mí, escojo de forma invariable una de la que no tenga noticias, ateniéndome al título, al atractivo que pudiera tener la cubierta, o al prestigio de la editorial que la presente, estrategia que ha conseguido darme con el tiempo grandes satisfacciones. Evidentemente lo anterior no quiere decir que siempre acierte, ya que lo normal es que me encuentre con auténticos e infumables bodrios, pero siempre queda la posibilidad de dejar a esas novelas a un lado, sobre todo desde que comprendí que abandonar una novela por la mitad, o a falta de cinco páginas, debe ser algo normal, e incluso saludable en la actividad cotidiana de cualquier lector, algo que a estas alturas a nadie debería de alarmar. Pero en determinadas ocasiones, más de las que tendría que reconocer, esa novela “tapada”, se me ha revelado como una auténtica sorpresa, llegando de esta forma a disfrutar y a conocer a autores, que si no hubiera actuado así, hubieran pasado desapercibidos. En la última ocasión que he obrado de esta forma me he encontrado con una sorpresa más que agradable, pues la lectura de “Un matrimonio feliz”, del para mí desconocido novelista norteamericano Rafael Yglesias, me ha parecido una de esas novelas que de verdad merecen la pena leer. Lo que me indujo a elegir esta novela fue la firma que la editaba, “Libros del Asteroide”, editorial que si por algo se caracteriza es por la calidad de su fondo, compuesto de gran número de autores, casi todos desconocidos para el gran público, pero de un nivel medio muy por encima de la media que suelen ofrecer otras editoriales con más difusión.

“Un matrimonio feliz” cuenta, como su nombre indica, la historia de un matrimonio, la historia de una pareja durante veintinueve años de convivencia, desde el primer día que se conocieron, hasta que un cáncer se llevó al componente femenino del mismo. El título puede dar a entender, que la novela no es más que la narración de una idílica historia de amor que se dilata en el tiempo, pero nada más erróneo, pues lo que más llama la atención de ella, son las dudas, las contradicciones y el desconocimiento que ambos miembros mantenían entre sí, a pesar de haber convivido juntos durante tantos años.

El mundo que se esconde detrás de cada pareja, a menudo oculta algo evidente, la existencia de las personas que la conforman, y que siempre son algo más que la propia pareja. Parece evidente, aunque a veces por terquedad se piense o se proclame lo contrario, que lo ideal es vivir en compañía, en compañía de alguien con el que, o con la que poder compartir esa parte de la existencia que queda oculta a los focos de los demás, y a ser posible con la que afrontar una realidad que casi siempre es más complicada de lo que se es capaz de aceptar. Y digo una parte, porque el influjo de una pareja no puede dominar la totalidad de la vida de un individuo, pero sí, en el caso de que se haya acertado en la elección, debe aportar la estabilidad esencial para que esa parte de la existencia que se lleva a cabo de forma individual, la pública, sea lo más plena posible. En tal caso, cuando todo encaja y funciona de forma adecuada, como he afirmado en múltiples ocasiones y nunca se me ha comprendido, la pareja tiene que ser ese reposo del guerrero, o de la guerrera, en donde cada uno de los miembros encuentre el sosiego, pero también la fuerza necesaria, para salir a enfrentarse contra la realidad a la mañana siguiente. Pero lo anterior no significa, no tiene que significar necesariamente, que se tenga que conocer a la perfección a la persona que se encuentre al lado, por muy amplio que sea el conocimiento que sobre ella se posea, pues lo único que en realidad hace falta, lo esencial, es que se posea la sensación, además de la convicción, de que con la otra persona con la que se comparte la vida “uno se siente como en casa”.

En contra de lo que podría pensar, por aquello de que las cosas no están para excesivas piruetas, la historia que se cuenta en “un matrimonio feliz” no se desarrolla de forma lineal, sino combinando de forma adecuada el inicio de la relación con los últimos días de la misma, lo que le aporta agilidad a la novela, quitándole dramatismo y haciéndola mucho más atractiva.

La novela tiene la peculiaridad de que va creciendo cuando más se avanza en ella, haciendo que crezca el interés del lector por lo que va encontrando, hasta que se llega a un momento en que la lectura se hace dificultosa debido al nudo que poco a poco se le va haciendo en la garganta al que se adentra en la historia.

Siempre resulta interesante descubrir a nuevos autores, sobre todo ahora cuando tengo la sensación que el panorama de la novela literaria cada día es más angosto, y sobre todo me llaman la atención, aquellos que aportan calidad desde la amenidad, con historias potentes que no aspiran a que sólo sean leídas por unos cuantos. Sí, porque uno de los grandes problemas de la buena literatura, posiblemente su mayor problema, es que cada día se encuentra más enrocada en sí misma, lo que la convierte en inaccesible para todos aquellos que además de calidad, desean encontrar obras que puedan ser leídas son relativa facilidad, y en esto, los norteamericanos son unos maestros.

Lunes, 19 de septiembre de 2011

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