
LECTURAS
(elo.210)
EXPIACIÓN
Ian McEwan
Anagrama, 2002
Hace cinco o seis años leí por primera vez esta novela, y tengo que reconocer que me defraudó, pero con el tiempo, y después de escuchar un poco asombrado la multitud de elogios que cosechaba, alguno de ellos de lectores muy cualificados, fui comprendiendo, o aceptando, que con toda seguridad efectué una mala lectura de “Expiación”, y que posiblemente merecería la pena, en el momento en que encontrara una ocasión, volver a leerla para verificar si era tan buena como decían, o si por el contrario, dejaba tanto que desear como en su momento me atreví a pensar. Tampoco perdía tanto, por lo que, después de un nuevo e inesperado comentario elogioso, decidí que había llegado el momento, a lo que se sumó el hecho de que tampoco tenía nada interesante que leer, de enfrentarme a la que según todos, era la mejor novela de McEwan. De McEwan, como de los demás miembros de su prodigiosa generación, Barnes, Ishiguro, etc., tengo una opinión que ya he expresado en múltiples ocasiones, la de que son autores extraordinariamente dotados, pero que sin embargo, los temas que desarrollan, por desgracia, carecen de la sustancia, o de la trascendencia, que creo debe tener toda buena novela. ¿Qué significa lo anterior? Lo que quiero decir, es que una buena novela en los tiempos que vivimos no debe contentarse sólo en contar una historia, por muy potente e interesante que llegue a ser, sino que tiene aspirar a algo que vaya más allá de esa historia, convirtiendo a ésta en la justificación que permita al autor afrontar cuestiones que difícilmente podría tratar de otra forma. Sí, creo que la novela no puede ser nunca un instrumento inofensivo por muy atractiva que pueda llegar a ser, pues hay que reconocer que ahora lo que sobran son historias, historias en todos los formatos, sirviendo éstas en muchas ocasiones, para anestesiar, o para erradicar la capacidad analítica que en principio todos tenemos, y que tan necesaria resulta en la actualidad. Estas historias que mueren cuando se cuentan, para lo que realmente sirven es para entretener y evitar que se mire con los ojos abiertos la realidad y al quehacer que cada cual tiene la obligación de llevar a cabo, lo que las convierte en somníferos que obligan al que las lee, a mirar hacia el preciso lugar en donde no se encuentran sus preocupaciones.
Con esta idea previa comencé a leer “Expiación”, y con esa idea, pero mucho más reforzada, sigo después de haber terminado la novela, aunque con la certeza de que es mucho mejor de lo que recordaba, porque a pesar de que me ha parecido desigual, tengo que reconocer, que posee momentos narrativos realmente magníficos, sobre todo en su primera parte, en donde McEwan se presenta como un excelente narrador, como uno de los mejores narradores que existen en la actualidad. “Expiación” es una estupenda novela para perderse con ella un largo fin de semana, sobre todo si uno lo que desea es precisamente eso, aislarse con una novela durante unos días para no pensar en nada más que sobre el tema que se desarrolla delante de sus ojos, y olvidar los problemas que le puedan cercar, ya que para colmo está bien construida. Para la mayoría de los lectores, y también de los críticos, lo anterior puede ser suficiente para calificar como excelente la novela del inglés, pues para rizar el rizo, en ningún momento elige el camino fácil que muchos de sus colegas no dudan en utilizar, pero estoy convencido que a la literatura de McEwan, con la que hay que ser mucho más exigente de lo habitual por la calidad que posee, le falta ese plus adicional, para dar el salto de la excelencia a ese estadio superior en donde se asientan los grandes maestros de la literatura, que son los que no se limitan sólo a contar bien una buena historia.
“Expiación” es una novela que escribe alguien para exculpar su pecado, el de haber destruido la vida de su hermana y de la persona de la que estaba enamorada, por haber creído y denunciado lo que nunca ocurrió en realidad, en la que desde múltiples visiones, sobre todo en su primera parte, trata de poner de manifiesto que la realidad puede ser entendida de diferentes formas, dependiendo de la perspectiva desde la que se observe, aunque al final la terquedad de la misma la convierta en inalterable.
Esta novela, que desde su calidad literaria cumple con creces con los objetivos marcados por el autor, pues el que consigue sumergirse en ella con toda seguridad pasará unas agradables, y civilizadas horas de lectura disfrutando de una estructura narrativa que posee la virtud de embaucar, lo que no es tan habitual como en principio se podría suponer, hay que reconocer que vale realmente la pena de ser leída y disfrutada. Pero ejerciendo de abogado del diablo, lo que siempre es conveniente, tendría que decir, que esa estructura magistralmente empleada, es utilizada para encubrir la debilidad de la historia que se narra, haciendo que ésta, parezca más sofisticada de lo que realmente es, lo que tergiversa en buena medida los equilibrios que tienen que existir entre lo que se cuenta y la metodología que se debe utilizar para mostrar lo que se desea contar, aunque tal hecho habla bien en favor de McEwan, que gracias a su profesionalidad, de muy poco, consigue sacar de su chistera una interesante novela. Siempre hay que tener cuidado, o al menos hay que tener un mínimo de precaución, con aquellas obras en la que destacan los fuegos artificiales de una estructura desmedida, pues puede, como creo que es el caso, hacer creer que la historia que se cuenta tiene más peso del que en realidad posee.
“Expiación” es a pesar de todo lo dicho una novela recomendable, pero debido a la evidente calidad de su autor, y a pesar de que puede ser su mejor novela, siempre queda la insatisfacción de que hubiera podido ser diferente, si se hubiera realizado menos de cara a la galería, al aplauso del público, y más hacía lo que debe ser la gran literatura.
Sábado 11 de diciembre de 2010
(elo.210)
EXPIACIÓN
Ian McEwan
Anagrama, 2002
Hace cinco o seis años leí por primera vez esta novela, y tengo que reconocer que me defraudó, pero con el tiempo, y después de escuchar un poco asombrado la multitud de elogios que cosechaba, alguno de ellos de lectores muy cualificados, fui comprendiendo, o aceptando, que con toda seguridad efectué una mala lectura de “Expiación”, y que posiblemente merecería la pena, en el momento en que encontrara una ocasión, volver a leerla para verificar si era tan buena como decían, o si por el contrario, dejaba tanto que desear como en su momento me atreví a pensar. Tampoco perdía tanto, por lo que, después de un nuevo e inesperado comentario elogioso, decidí que había llegado el momento, a lo que se sumó el hecho de que tampoco tenía nada interesante que leer, de enfrentarme a la que según todos, era la mejor novela de McEwan. De McEwan, como de los demás miembros de su prodigiosa generación, Barnes, Ishiguro, etc., tengo una opinión que ya he expresado en múltiples ocasiones, la de que son autores extraordinariamente dotados, pero que sin embargo, los temas que desarrollan, por desgracia, carecen de la sustancia, o de la trascendencia, que creo debe tener toda buena novela. ¿Qué significa lo anterior? Lo que quiero decir, es que una buena novela en los tiempos que vivimos no debe contentarse sólo en contar una historia, por muy potente e interesante que llegue a ser, sino que tiene aspirar a algo que vaya más allá de esa historia, convirtiendo a ésta en la justificación que permita al autor afrontar cuestiones que difícilmente podría tratar de otra forma. Sí, creo que la novela no puede ser nunca un instrumento inofensivo por muy atractiva que pueda llegar a ser, pues hay que reconocer que ahora lo que sobran son historias, historias en todos los formatos, sirviendo éstas en muchas ocasiones, para anestesiar, o para erradicar la capacidad analítica que en principio todos tenemos, y que tan necesaria resulta en la actualidad. Estas historias que mueren cuando se cuentan, para lo que realmente sirven es para entretener y evitar que se mire con los ojos abiertos la realidad y al quehacer que cada cual tiene la obligación de llevar a cabo, lo que las convierte en somníferos que obligan al que las lee, a mirar hacia el preciso lugar en donde no se encuentran sus preocupaciones.
Con esta idea previa comencé a leer “Expiación”, y con esa idea, pero mucho más reforzada, sigo después de haber terminado la novela, aunque con la certeza de que es mucho mejor de lo que recordaba, porque a pesar de que me ha parecido desigual, tengo que reconocer, que posee momentos narrativos realmente magníficos, sobre todo en su primera parte, en donde McEwan se presenta como un excelente narrador, como uno de los mejores narradores que existen en la actualidad. “Expiación” es una estupenda novela para perderse con ella un largo fin de semana, sobre todo si uno lo que desea es precisamente eso, aislarse con una novela durante unos días para no pensar en nada más que sobre el tema que se desarrolla delante de sus ojos, y olvidar los problemas que le puedan cercar, ya que para colmo está bien construida. Para la mayoría de los lectores, y también de los críticos, lo anterior puede ser suficiente para calificar como excelente la novela del inglés, pues para rizar el rizo, en ningún momento elige el camino fácil que muchos de sus colegas no dudan en utilizar, pero estoy convencido que a la literatura de McEwan, con la que hay que ser mucho más exigente de lo habitual por la calidad que posee, le falta ese plus adicional, para dar el salto de la excelencia a ese estadio superior en donde se asientan los grandes maestros de la literatura, que son los que no se limitan sólo a contar bien una buena historia.
“Expiación” es una novela que escribe alguien para exculpar su pecado, el de haber destruido la vida de su hermana y de la persona de la que estaba enamorada, por haber creído y denunciado lo que nunca ocurrió en realidad, en la que desde múltiples visiones, sobre todo en su primera parte, trata de poner de manifiesto que la realidad puede ser entendida de diferentes formas, dependiendo de la perspectiva desde la que se observe, aunque al final la terquedad de la misma la convierta en inalterable.
Esta novela, que desde su calidad literaria cumple con creces con los objetivos marcados por el autor, pues el que consigue sumergirse en ella con toda seguridad pasará unas agradables, y civilizadas horas de lectura disfrutando de una estructura narrativa que posee la virtud de embaucar, lo que no es tan habitual como en principio se podría suponer, hay que reconocer que vale realmente la pena de ser leída y disfrutada. Pero ejerciendo de abogado del diablo, lo que siempre es conveniente, tendría que decir, que esa estructura magistralmente empleada, es utilizada para encubrir la debilidad de la historia que se narra, haciendo que ésta, parezca más sofisticada de lo que realmente es, lo que tergiversa en buena medida los equilibrios que tienen que existir entre lo que se cuenta y la metodología que se debe utilizar para mostrar lo que se desea contar, aunque tal hecho habla bien en favor de McEwan, que gracias a su profesionalidad, de muy poco, consigue sacar de su chistera una interesante novela. Siempre hay que tener cuidado, o al menos hay que tener un mínimo de precaución, con aquellas obras en la que destacan los fuegos artificiales de una estructura desmedida, pues puede, como creo que es el caso, hacer creer que la historia que se cuenta tiene más peso del que en realidad posee.
“Expiación” es a pesar de todo lo dicho una novela recomendable, pero debido a la evidente calidad de su autor, y a pesar de que puede ser su mejor novela, siempre queda la insatisfacción de que hubiera podido ser diferente, si se hubiera realizado menos de cara a la galería, al aplauso del público, y más hacía lo que debe ser la gran literatura.
Sábado 11 de diciembre de 2010