sábado, 16 de enero de 2010

El informe Brodeck


LECTURAS
(elo.175)

EL INFORME DE BRODECK
Philippe Claudel
Salamandra, 2.007

¿Es necesario el olvido por el bien de la comunidad? ¿Puede vivir una determinada sociedad con la pesada carga de la culpabilidad? Estas preguntas, y otras muchas sobre la misma cuestión, son las que plantea Philippe Claudel, con la sutileza que exige toda obra literaria, en esta sorprendente y magnífica novela que acabo de terminar. Para el autor, aunque resulte doloroso para algunos, sobre todo para los que han sufrido la afrenta, toda comunidad para que funcione, tiene la necesidad de dejar a un lado todos los hechos que puedan avergonzarla, al tiempo que necesita enarbolar, como si de una bandera al viento se tratara, aquello que le aporte prestigio y dignidad. Creo recordar que en cierta ocasión dijo Ortega, que resultaba necesario para el crecimiento de un individuo, y por extensión de una sociedad, el mirar siempre hacia el futuro, hacia lo que aún se encuentra por escribir, pues ese tener que hacer, es lo que a un determinado organismo le puede aportar la tensión que necesita para seguir en movimiento. Mirar hacia atrás tiene la virtud contraria, sobre todo cuando el pasado muestra zonas en donde reina la mezquindad, ya que entonces, casi todas las fuerzas disponibles, en lugar de utilizarse para lo importante, se derrochan en el absurdo ejercicio de la autoflagelación. Pero lo anterior no quiere decir, ni mucho menos, como en muchas ocasiones se intenta recomendar, que haya que eliminar el pasado, o al menos aquellos pasajes oscuros que resultan vergonzosos, no, no porque no se desee, sino porque tal hecho resulta imposible. La patria, la nación o la comunidad, ese espejo en donde el individuo cree encontrar lo esencial de lo que es, o al menos las líneas maestras en donde en todo momento cree que debe insertarse, siempre tiene que presentarse como un abanico de virtudes, al ser el lugar de donde emana la moral común, es decir, los códigos de conducta que hacen posible una individualidad saludable, que siempre cuenta con la red de seguridad de ese todo con mayúsculas que es la comunidad. Por ello, resulta esencial, que la línea vital que muestre pueda identificarse con la moral que se propugna, ya que en caso contrario, ese pasado, en lugar de aportar la seguridad que se demanda, se dedica a imponer interrogantes, que en último extremo, pueden llegar a minar la credibilidad del mundo en donde uno se asienta. Este es el motivo, por el que cuando el pasado es oscuro, es decir, cuando ese pasado no llega a certificarse con los parámetros que imponen los códigos morales imperantes, lo mejor, porque es lo más fácil, es intentar ocultarlo de la forma más cómoda posible, o lo que es lo mismo, olvidarlo, o mejor dicho, hacer lo posible para no recordarlo. Bien, el objetivo por tanto no es erradicarlo, porque no se puede, sino dejarlo arrinconado para tropezar lo menos posible con él, y hacerse la ilusión, gracias a ello, de que en realidad nunca existió. Esto es lo que ocurre en Alemania, que es el caso más paradigmático, pero también en España, en donde ninguno de los dos bandos que se enfrentaron en la guerra civil, desean recordar actuaciones que lograron descalificarlos por entero. A una escala más reducida, lo anterior también ocurre en el plano individual, pues nadie es capaz de convivir abiertamente con episodios de su pasado que le resulten vergonzosos. Por tanto, hay que ocultar aquello que nos puede hacer daño, por mucho que los psicólogos nos aconsejen lo contrario, y hay que hacerlo, porque la única obligación que tenemos en esta vida es la de seguir viviendo, y a ser posible, de forma adecuada.
Claudel, para hablarnos de lo anterior, dibuja una comunidad cerrada, un pequeño pueblo cercado por montañas, en donde se producen una serie de hechos, motivados por el miedo que imponía el ejército invasor, que nadie, por bochornosos, deseaba recordar, aunque todos atribuyeron a las circunstancias del momento. Sí, porque echarle la culpa al otro, al que nos ha forzado a realizar lo indeseado, es una justificación perfecta para poder pasar página, aunque en su fuero interno, todos estén convencidos de que se pudo hacer más, para que lo que no se debe recordar, para que lo innombrable, nunca llegara a materializarse. Siempre es conveniente, por tanto, que una fuerza externa, sea la que sea, nos haya obligado a realizar lo que nunca bebimos hacer, ya que entonces, evidentemente, la culpa de lo acaecido nunca será nuestra. Pero cuando la culpa si es nuestra, como ocurre con posterioridad en la narración, ya no existen excusas posibles, aunque se busquen y encuentren justificaciones donde en ningún caso puede haberlas, quedando sólo la voluntad de olvidar como la única salida posible para esquivar la vergüenza.
Brodeck, el protagonista de la novela, que fue acusado en el pasado por sus vecinos de indeseable, aunque nunca había tenido ningún roce con ellos, y que por ese motivo tuvo que padecer la inhumana reclusión en un campo de concentración, es encargado de realizar un informe sobre el asesinato de un extranjero, cuyo único delito había sido precisamente ese, la de ser extranjero y diferente, y cuya ejecución había corrido a cargo del propio pueblo que le acusaba. En esta parábola convergen el mal realizado por obligación y el perpetrado por propia voluntad, ocultándose ambos gracias a la misma estrategia, la de intentar, al no recordar lo acaecido, que todo quedara sepultado por el olvido.
A pesar de lo interesante de la reflexión que propone el autor, el valor de la obra, radica en la forma de afrontar la historia, en la sutileza, gracias a un lenguaje cristalino, en donde de forma constante relucen hermosas metáforas, de una narración que en principio puede costar trabajo asimilar, pero que consigue, cuando se avanza en ella, que el lector, no pueda desligarse de la misma, deseando que el final se dilate lo más posible.
La sensibilidad y la inteligencia que Claudel deja en este texto, desde mi punto de vista mucho más logrado que “Almas tristes”, posicionan al francés, como uno de los autores más interesantes del panorama literario actual, por lo que resulta sorprendente, que carezca de la notoriedad de otros autores, que ni de lejos poseen sus cualidades, lo que puede deberse, al tono poético de sus narraciones, que ocultan más de lo que enseñan, y que tiene la virtud de obligar al lector a realizar un esfuerzo suplementario.

Sábado, 5 de diciembre de 2.009

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